La frenética agresión de Estados Unidos de Norteamérica, no es solo contra la Revolución Bolivariana de Venezuela y su pueblo, sino contra el ALBA, UNASUR, CELAC y sus aliados en África, Asia y Europa. El gendarme de la Casa Blanca amenaza a la paz mundial, en un intento por encontrar una salida a la bomba de tiempo económica y social que sacude los cimientos de la “Unión”, que va rumbo al despeñadero económico – financiero y social, dada la agudización de las contradicciones en la administración del señor Barack Hussein Obama, “Premio Nobel de la Paz”.
La estrategia imperial de colocar a la cabeza de la jauría de hienas al domador mayor, no tiene otra finalidad que crear una sensación de tensión en la comunidad suramericana, caribeña y sus aliados, para lo cual ha hecho uso del poder de la Casa Blanca y de toda la carga mediática, en todos los géneros comunicacionales.
La avalancha contra la República Bolivariana de Venezuela y su gobierno, no tiene parangón en la historia. Toda la artillería mayor de la información mundial se ha volcado a dar cobertura a cuanto digan los voceros del imperio, en contra de la patria bolivariana, para alimentar la matriz de opinión que busca entre otras cosas, mediante la intriga y el terror, socavar el liderazgo de Venezuela en Suramérica y el Caribe, confundir a quienes en Europa y África, tienen el movimiento bolivariano como referencia y, a desmovilizar al chavismo para el ejercicio del voto en la próxima contienda electoral para renovar los miembros de la Asamblea Nacional, donde obtener una mayoría, es el objetivo de vida o muerte que se ha trazado la derecha venezolana y el sionismo internacional, como antesala al golpe parlamentario, como lo hicieron con Mel Zelaya en Honduras y el obispo Fernando Lugo en Paraguay.
Se trata de una guerra sin tregua, con frentes diversos, pero fundamentalmente amparada por el fenómeno comunicacional, donde se mueven todas las piezas de ese perverso ajedrez. Los grandes titulares, los editoriales de los diarios, así como en los noticieros de Radio y Televisión de las empresas de la cultura, pertenecientes al mundo capitalista, no hacen más que justificar la calumnia imperial, contra el país suramericano.
Pero amén de esta batería dirigida contra la Revolución Bolivariana, a través del espectro informativo, pululan las plumas tarifadas de mal llamados intelectuales, analistas y opinadores de profesión, que abultan cada día sus cuentas bancarias en dólares, a costa de la infamia contra la alianza antiimperialista suramericana y caribeña. Las infamias van desde la descalificación de la posición patriota del pueblo venezolano, de ALBA, UNASUR y CELAC, hasta la burla, al comparar la conducta del presidente Nicolás Maduro, frente a su pueblo con las declaraciones de Antonio Noriega de Panamá y Saddam Hussein de Irak y entre calificativos y sorna, auguran que le espera el mismo fin, que a ambos ex agentes de la CIA, que se revelaron contra su amo y les castigó a uno con la horca y al otro con una prisión sin derecho a la defensa, luego de las horribles matanzas ejecutadas por los criminales marines, que acabaron en Panamá con Chorrillos, el barrio más grande de América Latina y en Irak, con el arrase de ciudades enteras, donde alrededor de dos millones de civiles fueron asesinados y hoy todavía continúan muriendo, producto de esa invasión, en nombre de la democracia y la libertad.
Paralelamente a esta arremetida está la guerra económica, configurada, con el empuje del dolar paralelo, el acaparamiento, la inducida baja de producción, la galopantes especulación, el fortalecimiento de las colas en todas las ciudades del país, mediante diversas tretas, valga decir, que no tienen respuesta. Las acciones terroristas, por ahora aisladas, pero que no son otra cosa que globos de ensayo, para pulsar el terreno y volver de nuevo con mayores bríos a la escalada de violencia de comienzos de 2014, que dejó como saldo 43 muertos y más de 800 heridos, muchos de ellos graves y otros discapacitados de por vida.
Todo este escenario tiene un solo fin, acabar con la Revolución Bolivariana, que es un mal ejemplo para el Continente y el mundo, desde el punto de vista del emperador del norte. En la puja contra Venezuela se las juega todas el imperio, porque sus tanques pensantes dan por sentado, que la caída del chavismo provocaría en el resto de la América un efecto dominó, que por carambola desalentaría a los pueblos de Europa, que como en España, Grecia, Portugal, Italia y otros hay liderazgos, que ven en este modelo de revolución pacífica una salida a la calamidad social que aqueja a buena parte de esa población producto de las políticas neoliberales del Fondo Monetario Internacional del Banco Mundial y de la Comunidad Europea, con la bota alemana como punta del Iceberg. Esta tragedia de la cual se zafaron los países del ALBA, UNASUR y la CELAC, gracias al bolivarianismo, ha llevado a políticos del viejo mundo a pensar en un ALBA europeo, como modelo para quitarse el yugo del Euro, que está empobreciendo cada día más a los pueblos, al punto que mientras en Venezuela, la gente hace colas para adquirir productos, en España, las colas inmensas son para mendigar un plato de lentejas que permita sobrevivir a miles de ciudadanos antes de clase media, hoy en situación de calle, gracias a la estafa de los bancos.
Pero el mayor objetivo de esta guerra sin cuartel contra la Revolución Bolivariana, es darle un golpe mortal a China y Rusia, como economías emergentes, que a través del puente que ha representado Venezuela, aumentan cada día su influencia en Suramérica y el Caribe, mediante sus políticas de alianzas estratégicas, sin fines de dominación, sino de ganar ganar, con la inversión compartida, el crecimiento económico, industrial, financiero, político cultura y sobre manera tecnológico a través de la transferencia de conocimientos a sus aliados en el nuevo continente. Evidentemente que esto representa una amenaza contra las políticas depredadora y expansionista de Estados Unidos y sus adláteres europeos, que apuestan a la recolonización del Sur y el Caribe, de allí la determinación del norte de lanzar su jauría contra el sur.