Una deuda con la república española

A la entrada del único campo de concentración que queda intacto para la memoria de la desmemoria humana en Aushwitz, están cuatro banderas de cuatro países: Alemania, Rusia, Francia y la de la República Española, a fin de atestiguar quienes fueron los pueblos que más hombres y mujeres se sacrificaron para derrotar el fascismo. Toda la historiografía sobre la Segunda Guerra Mundial, sus antecedentes y consecuencias, se ha encargado de administrar de manera sesgada y selectiva todo aquello referente a la Guerra Civil española y su referente inmediato, la República.
La elaboración intelectual, gráfica y cinematografía sobre la barbarie nazi-fascista se ha concentrado sobre Rusia, Inglaterra, Francia, Italia, Alemania y Japón, destacando especialmente la masacre contra los judíos y el papel de los aliados, dejando de lado como un problema interno de ese conglomerado de naciones que es España, el caso de la República y la atroz y cruenta guerra entre franquista y republicanos que duró tres años. No estudiamos, ni recordamos en justa medida el heroísmo del pueblo español para defender sus conquistas populares y democráticas, los logros sociales, económicos y políticos de la República Española durante seis años de gobierno antes del alzamiento fascista.
De la complicidad habida por los llamados posteriormente aliados para dejar sola a la patria de Cervantes y derrotarla, ya se ha escrito. Cuánto de lo que se hizo contra los republicanos, se experimentó luego por la Gestapo contra el pueblo alemán, posteriormente por el gobierno de Estados Unidos en el golpe de estado contra el gobierno democrático de Jacobo Arbenz en Guatemala, más recientemente contra el gobierno legítimo de Salvador Allende en Chile y el gobierno sandinista en Nicaragua.
No nos cabe duda, luego de haber participado en un emotivo encuentro de hijos y nietos de republicanos españoles en el platillo del Teresa Carreño, que en los actuales momentos los laboratorios de la CIA y del Pentágono están estudiando los métodos que se usaron contra la República española para aplicarlos contra la República Bolivariana de Venezuela y pretender aplastarla como hicieron con aquella.
El silencio histórico habido sobre la barbarie cometida por el franquismo contra el pueblo español sólo se explica porque una rémora de éste continúa todavía enquistada en ese país hermano. Por ello las voces de quienes acudieron espontáneamente al platillo de Teresa Carreño para compartir fechas históricas retumbaban. “A papá lo fusilaron aún cuando millones de personas clamaban por su libertad”, “a mi abuelo le aplicaron el garrote vil y luego la fusilaron”, “a mamá la tuvieron cinco años presa”, “todo el que fuera rojo estaba estigmatizado y siendo yo un niño no me dejaban estudiar en la escuela”, “sacerdotes delataban a otros sacerdotes”, lágrimas, sangre y fuego afloraban en quienes sufrieron en carne propia la derrota y el quiebre de un sueño, de quienes son actuales descendientes de héroes y heroínas de un pueblo, raíz nuestra, laborioso, luchador y poeta.
En homenaje a quienes recogieron su esperanza y la echaron al hombro para venir a estas tierras a sembrarlas, a quienes ven en la Revolución Bolivariana la continuidad de esas semillas para afirmar “la historia nos devolvió lo que nos había quitado”, el gobierno bolivariano debería inaugurar una Casa en Memoria de la República Española que fuera sede de investigaciones rigurosas sobre ese período todavía oculto de la reciente historia de la humanidad para picarle adelante a todos los laboratorios sucios que pretenden mancillar con sangre de nuevo la patria de Bolívar y para honrar aquellos ancestros de la península ibérica.


clarac8@cantv.net


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Carmen Cecilia Lara

Profesora de comunicación social de la UBV

 sathya954@yahoo.com

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