El MERCOSUR ha vivido varias muertes desde la firma del Tratado de Asunción, en marzo de 1991. Es un extraño organismo que no se rige por las leyes de la materia: logra sobrevivir a sucesivas muertes sin necesidad de mutar, transmutarse ni adaptarse como algo distinto.
Entre su primera crisis seria, en 1995, producida por el colapso del tequila, y la actual, el MERCOSUR fue declarado muerto decenas de veces por sus gobernantes. Pocas veces se vio algo parecido, excepto en los cuentos de García Márquez.
Entre marzo de 1999 y marzo de 2002 hicimos una investigación sobre 15 diarios de los cuatro países del bloque y registramos '442 declaraciones de presidentes, Cancilleres, Ministros de Economía, Secretarios de Estado, parlamentarios, periodistas, empresarios y académicos contra el MERCOSUR'.
En todas se habla de su 'inutilidad', su 'muerte', su 'desaparición', su 'crisis mortal' y cosas parecidas. Los más benévolos hablaron de la necesidad de 'redimensionarlo para que no muera'. Esos fueron los mejores tiempos del MERCOSUR neoliberal.
(1) (MERCOSUR, origen, evolución, perspectiva. Modesto Emilio Guerrero, Edic. Vadell, pp. 177, Caracas, 2005)
Sin embargo, pocas veces como ahora, el bloque ha estado tan cerca de esas premoniciones fatales.
¿Qué es lo nuevo?
Lo nuevo es la presencia de Venezuela, miembro pleno desde diciembre, y como entienden sus críticos de derecha, 'un factor dislocante para el bloque'. Y lo es, pero en un buen sentido, al contrario de lo que siente y teme la derecha proyanqui.
Lo viejo es el dilema en el que ha vivido casi desde su nacimiento: repetir de cumbre en cumbre que se va a redimensionar con 'más y mejor MERCOSUR', y por otro lado, dejarse estar, así nomás, como si no existiera, como si nada pasara, para que nadie, especialmente la prensa, diga que existe o que no existe.
El MERCOSUR es reconocido por la gente en dos ocasiones, cuando se reúnen los presidentes para decir que está en crisis y algunas veces cuando se juega el Campeonato MERCOSUR de fútbol.
De todas maneras, los negocios fluirán, aún en medio de controversias, los funcionaros continuarán visitando el edificio del MERCOSUR en la Ciudad Vieja de Montevideo y en las oficinas de los cuatro países los días pasarán como si no pasaran. Y en cada encuentro presidencial proclamarán los valores de la integración latinoamericana como la soñaron nuestros libertadores, bla, bla.
Mientras, más de 60 controversias comerciales, las cuatro crisis sufridas, (1995, 1997, 2001) y el quiebre actual, producido por la presencia de las pasteras, la masiva movilización de la gente de Gualeguaychú y la defensa que hace Tabaré de ellas, tienen al bloque en vilo.
Sus cuatro Estados se debilitan y favorecen el avance de EEUU por sus flancos débiles: Uruguay y Paraguay. Por un lado, porque los gobiernos de éstos quieren, pero también porque el MERCOSUR no les sirve, ni siquiera como mercado y refugio. Hoy, el MERCOSUR compra 7 veces menos a Uruguay.
La 'provincia peronista más rica'
Con Venezuela llegó el codiciado petróleo y sus combustibles, el gas incalculable para el gasoducto, 25 millones de consumidores potenciales con una sólida clase media de 5 millones de personas, centenares de negocios anuales en la industria ligera y un intercambio comercial próspero.
Venezuela multiplicó por tres su comercio con Argentina, y por 2 con Brasil y tres veces con todo el MERCOSUR, apenas en tres años. Esa fue la primera señal de su actual ruptura con la Comunidad Andina.
Además, invirtió casi 80 millones de dólares en oficinas financieras y de negocios, participa con PDVSA en operaciones de largo aliento en Brasil, Argentina y Uruguay. Compró bonos argentinos por casi 3 mil millones de dólares y auxilia con combustible barato en fideicomiso a Argentina, Paraguay y Uruguay.
Este fluido económico expansivo llevó a algunos empresarios argentinos de pensamiento peronista, bien enchufados a varias de esas transacciones, a definir a Venezuela de una manera muy original (por lo prepotente): 'es la provincia peronista más rica de Argentina'.
La estrategia del Caracol
El asunto es que la integración de Venezuela al MERCOSUR incluye sus contenidos políticos actuales, muy a pesar de los enchufados de ambos lados que aprovechan para amasar fortunas o cobrar comisiones y canonjías.
Estos contenidos son de signo contrario a los que quiso integrar el ex canciller venezolano Burelli Rivas en 1995 con tanto denuedo, cuando visitó 7 veces el MERCOSUR para solicitar el ingreso inmediato. También son contrarios a los que orientan Kirchner y Lula desde su consigna de 'más y mejor MERCOSUR'.
Eso comienza por las convicciones del presidente venezolano, un nacionalista de izquierda cuya estrategia central es defenderse de la presencia y el asedio yanqui y ayudar a América latina en esa tarea. Para ello, trata de constituir una sólida zona de defensa en esta subregión.
Este es el significado del megaproyecto del Gasoducto y el anillo energético con el proyecto PetroSur, la cadena Telesur aún con sus desatinos, el ingreso al MERCOSUR en 2005, los pactos diplomáticos y políticos que incluyen lamentables loas a Perón y Getulio, la ayuda en combustibles y dinero fresco, el refuerzo de sus embajadas en el sur, la necesidad de que gane Humala en Perú, el Pacto Amazónico hace dos años, la trilateral entre provincias orientales de Venezuela con Bolivia, Uruguay y Paraguay en el Paraná hace dos semanas, el nuevo Tratado de Comercio de los Pueblos (TCP, con Cuba y Bolivia), el acuerdo con 147 Alcaldías nicaragüenses, el apoyo petrolero a El Salvador y las islas caribeñas a través de PetroCaribe.
Más allá o más acá del MERCOSUR, se trata de una estrategia latinoamericana defensiva de alto contenido progresivo en el actual contexto internacional.
El objetivo expreso de Chávez es cambiarle al MERCOSUR su carácter neoliberal. Eso, por si solo, abriría una dinámica de imprevisibles resultados para todos sus componentes. A eso temen en los centros de decisión y pensamiento de Brasilia, Buenos Aires y sobre todo en Estados Unidos. Una revista imperialista definió esa estrategia con suspicacia como 'la diplomacia petrolera de Chávez'.
Aquí, en este punto de la integración al MERCOSUR, la membresía venezolana abre un nueva fase. Lo que era dilema se convierte en trilema. Chávez sumó una nueva perspectiva.
O el bloque sureño se transforma o muere de cansancio y aburrimiento. Como la Comunidad Andina, como el Mercado Común Centroamericano, como el CARICOM, como el SELA.
La última cumbre del MERCOSUR, realizada en San Pablo esta semana, registró esa nueva realidad.
Tres caminos y un imperio
Allí quedaron abiertas tres perspectivas. Una la representan los gobiernos de Kirchner y Lula. Es seguir más o menos como antes: hacer 'más y mejor MERCOSUR' donde los negocios se deciden entre San Pablo y Buenos y se cuidan las relaciones con EEUU.
En este caso el bloque es útil para presionar en el terreno comercial y diplomático al mercado norteamericano y obtener dos cosas: mejores cuotas comerciales y una relación menos carnal, algo más de tu a tu, aunque uno de los 'tu' sea el opresor del otro.
La otra perspectiva es el 'efecto bigamia' siguiendo la definición de Chávez en San Pablo esta semana. Es decir, que Asunción y Montevideo pateen el tablero, terminen de pactar un TLC con Washington y manden el MERCOSUR al santísimo carajo.
Esta es la tentación. Pero sabemos que las relaciones hemisféricas no dependen sólo de una tentación, incluso después de 15 años de incómodo matrimonio comercial. Ni Brasil (o Venezuela) soltarán tan fácil a Uruguay, ni Tabaré se atreverá a dar tamaño paso como si fuera una 'canita al aire' sin consecuencias.
La tercera perspectiva es la que mantiene incómodas a las cuatro chancillerías del bloque, pero especialmente a los factores de derecha del MERCOSUR.
Ellos ven en Venezuela y Chávez más un riesgo político, que un provecho comercial. En dos dimensiones: El mal ejemplo de un tipo que anda promoviendo revoluciones nacionalistas y hablando del 'socialismo del siglo XXI', y porque lo que hace y dice afecta las relaciones con el imperio, más allá del irritante Bush.
Varios han manifestado este temor. Citaré a dos muy autorizados por sus efectos en los comandos de decisión del MERCOSUR. Beatriz Nofal dijo a Radio Mitre (25/04), 'La entrada de Venezuela se convirtió en un problema que no permite al bloque salir de su crisis, al contrario, la profundiza, lo polariza'.
Y Joaquín Morales Solá, de La Nación, uno de los diarios que más despotrica en nombre de Washington contra la 'revolución bolivariana' advirtió:
'Chávez ahonda las diferencias en un MERCOSUR que no reacciona'. 'Anticipó, además, que el MERCOSUR camina hacia su propia extinción si no cambia rápidamente. El diagnóstico es veraz, pero el líder populista quiere un cambio hacia la dirección que él predica.'
Y para que se entienda lo que más le preocupa a la derecha continental, diferenció entre lo que quiere Chávez y lo que quieren los otros: '¿Es la dirección de los otros? Ni Brasil ni la Argentina quieren un enfrentamiento con Washington y, más aún, se habían comprometido con los Estados Unidos a 'contener' a Chávez. Una cosa fue evidente en los días recientes: a Chávez no lo contiene nadie. Uruguay y Paraguay tienen el proyecto subyacente (y a veces ostensible) de firmar un tratado de libre comercio con los Estados Unidos. Sería el adiós sin gloria del MERCOSUR.' (La Nación, 27 de abril 2006)
A dónde va, de donde viene
En 1995, cuando el ex canciller venezolano Miguel Angel Burelli Rivas, hacía gestiones para integrar a Venezuela 'lo más rápido posible' al MERCOSUR, los cálculos se hacían desde los negocios neoliberales. Eran tentadoras la privatización de las poderosas industrias venezolanas del petróleo, el acero, el aluminio y la electricidad, además del turismo.
Una tentadora masa de capitales a repartirse entre las consultoras y los fondos de inversión. La Bolsa de Valores de Caracas rebozaba de transacciones, al punto que News Week la llamó 'el imán de las inversiones regionales'. Techint no fue la primera que recaló en sus puertos, pero si el grupo que más invirtió: 1.325 millones de dólares.
Un proceso político abierto desde 1999, encabezado por Chávez y una ofensiva revolucionaria de las masas pobres de Venezuela, derrotaron aquella intención neoliberal de ser parte del MERCOSUR por el lado privatizador.
Esta vez, la sola presencia del gobierno venezolano en el bloque sureño constituye una nueva realidad, que abre otras perspectivas y devela una crisis de fondo del MERCOSUR: su carácter capitalista y su vocación neoliberal, amarrado al dominio yanqui y europeo por innúmeros pactos de sujeción.
¿Qué será del MERCOSUR en los próximos tiempos? Habrá que esperar la combinación de hechos y factores políticos que permitan averiguarlo.
Una cosa sí quedó clara después de las dos cumbres separadas del bloque celebradas en apenas dos semanas, en San Pablo y Asunción: El MERCOSUR ya no podrá soportarse a sí mismo como lo viene haciendo. O se reforma o... Mejor esperar para ver.