Los Derechos Humanos paraguayos escandalizan en el Congreso argentino

Lo que parecía transcurrir como una ceremoniosa ocasión para hablar sobre los derechos humanos triturados por la dictadura del general Alfredo Stroessner, terminó, como no podía ser de otra manera, dividida a los gritos y empujones, en dos "miradas" sobre la cuestión.
Unos 400 ciudadanos paraguayos y otros 50 de Argentina, Chile, Urtuguay y Venezuela, escuchaban los discursos de la Canciller del Estado paraguayo Leila Rachid Richi, seguida por el de Monseñor Melanio Medina, presidente de la Comisión de Verdad y Justicia de ese país y el testimonio de la esposa del reconocido insurrecto médico guaraní Agustín Goiburú, asesinado en 1959.
En la primera fila de los asistentes estaban varias Madres de Plaza de Mayo y en la mesa que presidió el evento, el Secretario de Derechos Humanos de la Nación, Eduardo Luis Duhalde.
El objetivo del acto oficial, según informa la carpeta entregada era presentar en Argentina la "Audiencia Pública Internacional sobre el Exilio Paraguayo durante la Dictadura Stronista", con un programa de 8 horas de discursos y testimoniales de familiares de víctimas desde 1959 hasta hoy. Esto se hace para atender la Ley votada por el Congreso paraguayo en 2003, que creó la Comisión de Verdad y Justicia.

El hombre que rompió el silencio

Promediaban las once de la mañana y el acto fue interrumpido por Manuel Espinola, Coordinador de Derechos Humanos Paraguayo-Argentina, una organización con sede en Merlo, provincia de Buenos Aires. A pesar del intento de la seguridad del Congreso de echarlo a golpes, el paraguayo mostró la vieja valentía paraguaya y se le enfrentó a pesar de la notable desigualdad en cuerpo y años.
Espinola le gritó a la cara del "cana" que resguarda los pasillos del orondo Congreso que desalojara él porque "aquí estamos las víctimas de una dictadura y usted está del otro lado con su actitud". Esta respuesta moral y la mirada de periodistas internacionales, impidieron que se lo llevaran preso.
La principal acusación de Manuel Espinola fue una exigencia al acto: "Este acto está invalidado por la presencia de la Canciller, ella y su familia fueron parte de la dictadura y son parte de la represión que sufren hoy los campesinos paraguayos". Una reportera paraguaya le reclamó pruebas y como respuesta mostró ejemplares del diario ABCColor, aunque el impacto fue causado por la presencia de dos dirigentes campesinos, testigos de muertes y pesecusiones al actual movimientocampesino en Paraguay.
La segunda acusación de invalidez moral del acto fue la siguiente, según sus altisonantes palabras: "Nosotros hemos presentado decenas de testimonios y pruebas de violación de derechos humanos y esta Comisión que está aquí las tiró a la basura, ¡nunca nos respondieron nada!, gritó, ante la impotencia de encopetadas señoras paraguayas que le rogaban calma en lengua guaraní.

El paradigma paraguayo

Una conclusión posible de las informaciones vertidas en el acto, el caso paraguayo constituye un una novedad en varios aspectos. En primer lugar, porque es uno de los más antiguos y uno de los más ocultados y olvidados en América latina. En un sentido peor que en Chile, donde la derrota política no impidió la conformación de variadas formas de denuncia y reivindicación de las víctimas, sobre los hombros de sus otrora fuertes partidos de izquierda.
Sin ir muy lejos, el pasado 25 de mayo, presenciamos en Valdivia el homenaje a una veintena de assinados en la universidad de esa antigua ciudad, 800 km al sur de Santiago. El Rector tuvo que pedir perdón a los deudos porque la institución que representaba no hizo nada para preservar sus vidas ni para reclamar por sus cuerpos.
En el caso de Paraguay se investigan 49 años de represión, o sea, 19 años más que en Guatemala y 12 años priomedio más que en el resto del continente. En tercer lugar, son investigados 5 tipos de represión de Estado, mientras que en los casos conocidos hasta ahora, sólo se invesatigaron dos formas represivas.

La tragedia guaraní

Desde que el naciente imperio de EEUU decidió acabar con la descollante fuerza nacional del Estado paraguayo, con dos guerras de invasión, varias guerras internas y casi un siglo de dictaduras, hasta 1989 (formalmente), el pueblo paraguayo sufre una de las más grandes derrotas políticas, sociales y culturales de los pueblos latinoamericanos.
Uno de sus resultados es que ese país es uno de los tres más pobres del hemisferio y está en la lista de los 20 más atrasados del planeta, donde funcionan 194 Estados-nación. De hecho, su economía está enfeudadas a millonarios de Brasil, Taiwan y Estados Unidos. Tal grado de vulnerabilidad, permitió que el año pasado el gobierno de Duarte Frutos autorizara el ingreso de troipas yanquis en su territorio y que este sea usado para operación de de inteligencia sobre los países de la Triple Frontera, como ha descripto con minuciosidad la investigadora Ana Ester Ceceña, de CLACSO.
El proyanquismo del actual gobierno paraguayo llegó al límite de negarse a participar del "Grupo de los 23", la alianza de países tercermundistas que defiende sus productos agroalimentarios. Su anterior canciller declaró en noviuembre de 2004 a ABCColor lo siguiente: "El ALCA no es imperialista". Suficiente ilustración.
La pobreza paraguaya alcanza a 627.976 niños (28% de la población de 2005) que sufren desnutrición crónica, o sea, con amenaza inminente de muerte. Dos de cada tres vendedoras de sexo dentro de Paraguay son menores de 17 años. En la Capital Federal y Gran Buenos Aires, Argentina, una proyección sobre 25 "casas de cita" estima que no menos del 40% de las prostitutas son paraguayas, la mayoría no mayor de 20 años.
Esta tragedia social, y la represión a campesinos, es lo que enardeció a Manuel Espinola, el viejo hombre paraguayo que interrumió el ceremonioso acto oficial en el Auditorio del Congreso Nacional de Argentina, ayer. Espinola mostró la contraportada de un ABC Color, donde entrevistan al hermano mayor de la Canciller Leila Rachid Richi, el senador nacional Baderr Rachid Richi, quien dijo esta frase laudatoria de Alfredo Strossner: "No olvidemos que Stroessner fue una creación de su tiempo".


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Modesto Emilio Guerrero

Periodista venezolano radicado en Argentina. Autor del libro ¿Quién inventó a Chávez?. Director de mercosuryvenezuela.com.

 guerreroemiliogutierrez@gmail.com

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