"En su vida, un hombre puede cambiar de mujer,
de partido político o de religión,
pero no puede cambiar de equipo de fútbol"
Eduardo Galeano
El lunes en la mañana, estuve en varios sitios, intercambiando impresiones y comentarios sobre el partido final de la copa América centenaria, entre Chile y Argentina. La mayoría de las personas se referían a las lágrimas derramadas por Lionel Andrés Messi (La pulga). Todo el mundo conoce el resultado, y la forma como erró el penalti; la pelota alzó vuelo, sorprendiendo a los hinchas; en ese mismo momento se le escapó de las manos, la brillante oportunidad de levantar la copa de campeón, para luego anunciar entre sollozos el retiro de la selección albiceleste.
Esas lágrimas de Messi, nos demuestra el amor por la camiseta a pesar de la cantidad de millones ganado en las canchas de futbol; la frustración quedo regada en el césped de un estadio abarrotado de público al no poder ganar, uno de los grandes torneos a nivel de selecciones: la copa América. La revancha estaba en el ambiente entre las dos oncenas con una larga tradición, en uno de los deportes más apasionantes, pero a la vez, donde se producen los resultados más injustos. Se dan casos de equipos, pasan los noventa minutos atacando en el arco rival, y al final terminan perdiendo por la mínima diferencia o llegan a la tanda de penaltis, para salir derrotado por errar un zapatazo, como le sucedió a Leonel Messi, considerado el mejor del mundo.
Nadie puede dudar de la capacidad de este diminuto jugador, pero creo que aparte de salir derrotado en grandes finales, como la del domingo 26, ha venido perdiendo una de las cualidades más apreciables de un ser humano: la humildad. El Messi, sencillo, con verdadera cara de niño, viene "desapareciendo" de las canchas de futbol, como lo expresó un muchacho, admirador de la "Pulga", en medio del revés un poco compungido: "Messi, es otro, está lleno de tatuajes, y se ha dejado crecer la barba, como si estuviera pagando promesas".
Esa expresión del joven, es muy valiosa; siempre anda elogiando a este cautivador de multitudes, pero ahora parece perder lo que significa para la chiquillería, y la juventud: un ejemplo. Los grabados marcados en su cuerpo, lo hacen ver, como una persona totalmente transformada; no aguantó el furor de la moda; los vientos de la "cultura" norteamericana.
¿Cuántos millones de niños y adolescentes, admiran a Messi? En los últimos años, este fuera de serie, se ha ganado el reconocimiento de muchedumbre, hasta convertirse en un motivo de comparación, con otro extraordinario y fino jugador, como es el portugués Cristiano Ronaldo. La polémica se desata, cuando alguien nombra alguno de ellos para exaltar sus cualidades; cada quien hace su evaluación para examinar las grandes condiciones de estos jugadores, saliendo a relucir la personalidad en la discusión; nadie puede dejar a un lado la pedantería del lusitano; en una oportunidad llegó a decir: "Me critican porque soy guapo, rico y un gran jugador", después salió con otra cargada de egocentrismo: "Soy mejor que Messi" En esa manera de comportarse radica la gran diferencia entre uno y otro.
Esa comparación favorece las finanzas de los empresarios; el deporte se ha convertido en un negocio muy rentable. El caso más ilustrativo lo tenemos en España: el país se encuentra en una grave crisis económica, pero los dos grandes equipos: Barcelona y el Real Madrid, tienen las arcas llenas, y muchos jugadores millonarios, proyectando la vanidad en nuestra juventud. Messi, parece no escapar a esa manera de actuar de las grandes estrellas del deporte; su fracaso en la copa América ha despertado a muchos aficionados y fanáticos, pidiéndole a gritos su reincorporación a la albiceleste. Es un ídolo sin discusión alguna, proyectado por los grandes medios de comunicación.