Muy temprano en este siglo, se dio en Caracas un seminario internacional sobre "ALCA: Dos visiones incompatibles". Todavía guardo interesantes documentos entregados por sus autores sobre la aberrante pretensión de EEUU y Canadá para dominar todo el espectro económico de América Latina de un solo porrazo. No olvidemos que Chávez logró convocar al rechazo de este proyecto donde se privatizaba hasta la forma de defecar agachado. Entre tantos documentos hay varios que hablan de la erosión genética del maíz mexicano, lugar del mundo donde se concentra la mayor biodiversidad de esta especie. Se estimaba para ese momento que los ilícitos de movilización de semilla desde los EEUU, habían incorporado genes de Organismos Genéticamente Modificados a los maíces de la población campesina. En promedio se estima que algo más del 30 % de los maíces autóctonos tienen hoy trazas de OGM. De acuerdo a esto, en corto tiempo, se verían obligados a pagar royalties por sus producciones. Todo un escándalo y de paso, desmotivador de la producción de tortillas, alimento fundamental para los mexicanos.
Rota la posibilidad de una firma de ALCA, los países optaron por otros medios de firmar acuerdos con los EEUU. Canadá. México y sus políticos lograron aprobar con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y con ello, generar la preocupación más grande en materia de alimentación para ese país del que se dice que tan cerca de los EEUU y tan lejos de Dios. En México el amor al prójimo anda volando bajo.
El resultado de TCLAN en materia de maíz está a la vista. Los EEUU se han convertido en los primeros productores mundiales de este cereal, sus cifras se remontan a 300 millones de toneladas de los cuales 50 % son materiales transgénicos. Algo ruidoso es que las semillas OGM triplican el valor de las convencionales. De allí fluye semilla OGM a México ¿ilícitamente?, para la siembra industrialista del maíz, pero también, se mueven inventarios por cerca de 15 millones de toneladas de su vecino EEUU, para el consumo humano, generando una inveterada dependencia, posiblemente la más alta que país agrícola alguno tiene en relación a su alimento principal. Con esa cruz a cuestas, los mexicanos no pueden dormir pensando que pasarían hambre si esa relación de dependencia se ve perturbada y de allí, su sumisión. La recordada crisis de las tortillas dejó en evidencia el poco interés del Estado mexicano por sus ciudadanos en situación de pobreza. Es relevante indicar que teniendo México en sus entrañas al Centro de Investigación sobre maíz más importante del mundo, es un país importador neto de está cereal. La ciencia está en deuda con México en materia de maíz.
México siembra 9 millones de hectáreas de maíz con un alto porcentaje de trabajo campesino. 56 % de la producción proviene de los pequeños productores y si algo hay que reconocer es que ese maíz está destinado principalmente al autoconsumo. En todo caso el gran déficit es suplido, ya se dijo, desde los EEUU. La política importadora mexicana de maíz ha llevado al éxodo rural. Esperándose entonces, un mejor espacio para el comercio internacional de este rubro. Los exportadores acechan cada vez más a México.
Doblegado México, el próximo paso es lograr que el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, ceda a las presiones maiceras que hoy causa grandes colas y acepte la oferta de venta de más de un millón de toneladas de materiales transgénicos, para la elaboración de harina de maíz precocida. He allí algo inconcebible en la mente de nuestra gente que ha decidido sostener la política de agricultura anti- transgénica. Una simple llamada telefónica servirá al principal productor de maíz del mundo para que ningún aliado, que use sus materiales y tenga excedentes los coloque en Venezuela, salvo que de por medio transiten costos muy altos para la tonelada. Es decir que la consciencia tiene su precio de especulación en el mercado de alimentos.
Entonces, la mirada al Norte es fatua, no hay allí soluciones a nuestros problemas en la producción de maíz. Canadá se ha convertido en el enemigo silencioso de la Patria. No hace ruido pero vota en contra y promueve acciones desestabilizadoras. Los EEUU están esperando doblegarnos a cambio de maíz y con implicaciones en la política interna; México, nuestros pobres hermanos tienen conflictos de tal magnitud, que evitan hablar con nosotros, porque sus crímenes de Estado solo se toleran si hay anuencia de sus vecinos.
En la geopolítica del maíz, Venezuela debe mirar a otros lados, posiblemente lo mejor que podemos tomar de esos países son dos asuntos: 1/ la estrategia gringa a la producción de excedentes maiceros para diversos usos que en nuestra dimensión significa aproximarnos a 4 millones de toneladas/año y 2/ La estrategia mexicana que genera un autoconsumo muy importante sin que medien las agroindustrias poderosas. En eso estamos casi en cero desde que aparecieron las harinas precocidas.
Veremos qué pasa en Centro América y Suramérica.