El 13 de agosto de 1926 nació el hoy legendario Fidel Castro Ruz, quien auscultó las fuerzas subyacentes de la revolución en Cuba y las puso en movimiento. Le tocó denunciar la farsa democrática y enfrentar la dictadura con que a partir del 10/3/52 el imperialismo, validando al sargentón Fulgencio Batista, trató de conjurar la crisis general que sacudía a la Isla. Los viejos políticos, excepto los comunistas y demás sectores martianos, jugaban, tanto en la "democracia" como en la dictadura, al enriquecimiento propio y la conservación del inmoral orden existente.
Cerrados los caminos pacíficos, Fidel, con sus compañeros más cercanos, advirtió que sólo les quedaban los de la lucha armada ligada a la acción de masas.
Y así se suceden en elipse fulgurante el Moncada, la prisión y La historia me absolverá; la salida de la cárcel y el M-26-7; el exilio en México y el Che Guevara; la expedición del "Gramma" y la Sierra Maestra; la fuga de Batista, el conato de golpe de Estado, el llamado a huelga general, el derrumbe del poder imperialista-oligárquico y el triunfo del Ejército Rebelde (1/1/59); la entrada triunfal en La Habana, las reformas agraria y urbana, la alfabetización y los intentos desviacionistas (Cardona y Urrutia); la arremetida imperial, la reducción de la cuota azucarera, la voladura de "La Coubre", el bombardeo de La Habana, la proclamación del socialismo (16/4/61), Playa Girón (17-19/4/61), la formación del PCC y las décadas de resistencia, creación, solidaridad y gloria.
Para realizar tales hazañas Fidel ha revelado dotes excepcionales de talento, persistencia y capacidad de superar las dificultades y sobreponerse a la adversidad: es la marca de los grandes.
Por eso es el mayor líder latinoamericano del siglo XX y uno de los colosos revolucionarios de la historia. Y en estos albores de milenio, aun retirado, el más sabio estadista viviente.
¡Bravo, Fidel!