Gooooooooool y ganó Italia. El quinto gol desde el punto penal determina la victoria italiana sobre los franceses, en la final del campeonato mundial de fútbol por cinco goles a tres. El cuarto campeonato para Italia, sólo aventajado en este aspecto por los 5 títulos mundiales de Brasil. Después del excelente partido contra Alemania, a quien eliminó de la final, Italia se vistió de campeón y se nos antojó que lo sería. De hecho, siempre nos ha simpatizado su oncena y habiendo sido eliminados Brasil, Ecuador, México y Argentina, con quienes somos solidarios por su origen hispanoamericano, Italia pasó a ser el equipo de nuestras simpatías, por lo que nos alegramos, junto con los italianos residentes en el país y con los ítalo venezolanos, por el triunfo obtenido por la escuadra azzurra. Me alegro, además, por mis hijos Luis Alejandro y Ernesto, quienes son de abuelos italianos por su línea materna.
Pero esta alegría de buena parte del mundo occidental contrasta con el terrible drama que tiene lugar en otra parte del mundo, donde gente como nosotros, niños como los nuestros, mujeres y ancianos como quienes hoy celebran o lloran el triunfo italiano, son víctimas de una de las peores agresiones que pueblo alguno haya recibido, llevada cobardemente adelante por quienes han vivido, desde la Segunda Guerra Mundial, quejándose y aprovechándose de lo que bautizaron como el holocausto, ejecutado por los nazis en Europa.
El pueblo palestino de Gaza, completamente indefenso, ha sido agredido por el sionismo representado por el Estado de Israel. Bombardeos y ametrallamientos de barrios con la consecuente destrucción de viviendas y masacre de la población civil, destrucción de hospitales, mercados, vías de comunicación, vehículos de trasporte, edificaciones gubernamentales, con la suspensión completa de todos los servicios, es el resultado de la acción genocida del ejército israelí, que no ha dudado en utilizar todo tipo de armas, hasta aquéllas prohibidas por acuerdos internacionales.
Se trata del holocausto del pueblo palestino a manos de quienes deberían ser juzgados por crímenes de guerra, en la misma forma que lo fueron sus agresores al terminar la Segunda Guerra Mundial. Israel ha hecho caso omiso a los llamados de las Naciones Unidas y luce decidido a terminar hasta con el último palestino, si el mundo que hoy celebre la final del mundial de fútbol decide continuar ajeno al asesinato despiadado de decenas de miles de seres humanos. Europa y Estados Unidos son tan responsables como Israel de esta bárbara agresión. Sin su silencio o complicidad ésta no se estaría realizando.