Antes de la realización del plebiscito, el comandante en jefe de las FARC-EP, Timoleón Jiménez (TimochenKo), en carta titulada "Doctor Uribe, conversemos tranquilamente" le solicitó al tristemente célebre ex-presidente de Colombia, lo siguiente:
"Lo queremos a Usted sentado a la Mesa de la Reconstrucción y Reconciliación Nacional. No a la mesa del capricho personal o las exigencias carentes de generosidad. Continuemos la marcha a partir de lo alcanzado que ya aplauden las naciones de todos los continentes, que responde al derecho de gentes, a tratados internacionales que hacen parte del bloque de constitucionalidad de la República, que aplauden mandatarios de todo el mundo y hasta el Papa Francisco."
"Proponemos al país entero un acuerdo político para reordenar entre todos la nación colombiana. Nadie quedaría por fuera, queremos que Usted sea partícipe de él, doctor Uribe, conversemos. Fue Usted un formidable adversario que nunca nos dio cuartel, pero como ve, seguimos aquí, en la brega, trabajando incansables por la nueva Colombia. Venga esa mano, le extendemos la nuestra con un ramo de olivo. La paz sí que merece dejar atrás orgullos. Resuélvase."
Minutos después, conocidos los resultados de esa "consulta popular" y la propuesta del presidente Santos convocando a un diálogo con las fuerzas políticas, que con la activa, vehemente y mentirosa participación de Álvaro Uribe Vélez Uribe y Andrés Pastrana (ambos ex -presidentes) lograron que el NO se impusiera sobre el SI por un margen casi insignificante dentro de una votación en general famélica, el Comandante en Jefe de las FARC ha insistido en participar en las nuevas negociaciones.
Un nuevo esfuerzo reaccionario, una nueva maniobra, evidentemente destinada a emendar el Acuerdo de la Habana para complacer a los supuestos triunfadores. Un paso que a mí realmente no me extraña.
· DE TRAMPA EN TRAMPA.
Si ya de por sí Timochenko, -asesorado por el escribidor-guerrillero Gabriel Ángel y otros dirigente de FARC-EP- había aceptado un texto en el que se excluía la Constituyente Popular y Soberana, se renunciaba a importantes cambios estructurales y se aceptaba el monopolio de las armas en poder de un Estado terrorista, intervenido por el Pentágono y montado sobre el sistema que históricamente ha provocado la guerra sucia que se intenta concluir, este nuevo paso solo podría conducir a concesiones o imposiciones más onerosas que las ya aceptadas, las cuales de seguro motivaron una parte significativa de la enorme abstención popular (63%) y la debilidad del SI ante el magro voto duro por el NO.
El significado de esa precipitada reacción me parece claro: en su tramo final -no así a lo largo de los primeros tres años de los DIÁLOGOS DE LA HABANA- la jefatura de Timochenko pudo maniobrar exitosamente y logró meter a las FARC en una verdadera trampa, y no conforme con eso ahora pretende introducirla en una trampa peor.
Esto así porque los que revolucionarios que se doblan conceptualmente una vez, siguen doblándose siempre. Si no, pregunten sobre lo acontecido con los comandantes Facundo Guardado, Fermán Cienfuegos y Villalobos del FMLN de El Salvador.
· UN TRÍO FUNESTO, UN INTERLOCUTOR FLOJO Y UNA PENDIENTE ENJABONADA.
La nueva encerrona anti FARC y anti-insurgencia, post-plebiscito, ha sido concertada entre tres figuras funestas de la política colombiana: Santos, Uribe y Patrana, que persiguen acorralar más a las fuerzas partidarias de una paz justa y digna, de una paz que arranque de raíz las causas estructurales de la guerra.
En el caso de Timochenko y compartes se trata evidentemente de una inclinación a aceptar una nueva trampa agregada a la anterior, en una ruta que asume las características de una pendiente enjabonada por WASHINGTON hacia la claudicación iniciada con el sorpresivo e injustificable compromiso de desarme y desmovilización unilateral de las FARC, que en tales circunstancias equivale a derrota militar.
Esto centrado en el logro de una legalidad y una participación política de las fuerzas insurgentes -previamente desarmadas- dentro del orden santanderista establecido; participación legal que estaría aun más amenazada por la criminalización adicional y el conjunto de medidas exigidas por Uribe y por Pastrana, sumadas todas a un Estado represivo y criminal que se mantendría sin alteraciones fundamentales.
· UN DISTANCIAMIENTO A RECTIFICAR.
Muy lejos estaría todo esto de las propuestas y las transformaciones que permitirían avanzar hacia una Nueva Colombia, formuladas desde años tanto por la FARC como por el ELN y todas las fuerzas democráticas y de izquierda de Colombia.
El límite del cese al fuego solo hasta el 31 de octubre del año en curso anunciado en estos días por Santos, no está ajeno a esta nueva maniobra consensuada en las alturas del poder. Es pura amenaza, chantaje, presión…para seguir doblando más a los que ya cedieron y tratar de situar en condiciones más difíciles a los/as que no están dispuestos/as a este tipo de rendición; creando condiciones para la subversión imperialista en VENEZUELA y de otros procesos soberanos como los de Ecuador y Bolivia.
Y en ese contexto resulta curiosa la aparente ingenuidad de Timoleón Jimenez o Rodrigo Londoño Echeverri (Timochenco) cuando en su cuenta de twitter se decide por preguntar: "y entonces después, ¿la guerra?" Parece que Timo no entendió el meta-mensaje de Santos y sus jefotes militares cuando lo sorprendieron con el estruendo de los cazas-bombarderos israelíes en la Ceremonia de CARTAGENA, quienes evidentemente le dijeron soterradamente que solo tolerarían la convivencia con los jefes guerrilleros cuando renuncian plenamente a una paz digna, con justicia social y soberanía, relegan las transformaciones, se "amansan" y aceptan que su "guerrillerada" sea desarmada y metidas en corrales con el nombre de "zonas veredales", para pasar desde allí a una vida civil controlada y bajo amenaza de cárcel, represión y asesinatos.
De verdad no sé como Timichenko y los que así están procediendo pueden compaginar esa conducta político-ideológica con las consideraciones que hiciera el Secretariado de las FARC-EP en vida de Manuel Marulanda al presentar su propuesta de paz, en la que se emiten estas contundentes opiniones sobre Álvaro Uribe y su gobierno y se presentan estas consideraciones sobre el régimen político y el Estado vigente en ese hermano país:
"Por chifladura o demagogia electorera, Uribe ha anunciado estar dispuesto a oficializar una zona de encuentro para firmar la paz en tres meses, 43 años de confrontación no se superan en tan corto tiempo. La problemática política, económica, social y cultural, ambiental y de soberanía del país no se puede resolver en 3 meses, a no ser que algunas de las partes hayan derrotado al contendor, y este no es el caso. Uribe no es el hombre para la paz en Colombia. No está programado por los gringos para eso. Un tipo que ni siquiera reconoce la existencia del conflicto armado no logrará la paz por ninguna vía. Solo un nuevo gobierno y democrático, soberano, podrá lograr la paz negociada, NO UN GOBIERNO TÍTERE DE LA Casa Blanca. Se necesitaría un gobierno compenetrado con la necesidad de paz, que apoyado en el pueblo y el interés nacional tome la decisión de regresar las tropas a loas cuarteles, de reducir drásticamente el presupuesto de guerra a favor de la inversión social y exigir la salidas del país de las tropas y asesores estadounidenses entrometidos en el conflicto interno y factor atizador de la guerra, para darle paso resuelto a los diálogos de paz". (Un acuerdo nacional por la Paz. MANIFIESTO de las FARC, pag 10, Novena Conferencia de las FARC-EP, septiembre 20O7).
Pastrana fue el presidente que en el 2000 usó los Diálogos del Caguán para intentar asesinar a Marulanda y sorprender luego con el llamado PLAN PATRIOTA impuesto por el PENTÁGONO, que se tradujo en miles de muertos y millones de desplazados.
Y Santos ha vuelto enseñar sus garras luego de un sinuoso repliegue "pro-paz", bloqueando la Constituyente, la desmilitarización, el rescate de la soberanía y las transformaciones estructurales, e imponiendo un plebiscito chueco.
El reciente pacto entre esas tres nefastas figuras no augura nada bueno, solo apretar el cerco contra la insurgencia procurando liquidarla con una siniestra combinación de la vía política y el exterminio dosificado. Misión perversa, pero de todas maneras difícil de imponer a plenitud.
Insistir en renegociar en ese nuevo escalón y con esos interlocutores es sencillamente suicida y por suerte se torna mucho más evidente, lo que de seguro hace cada vez más intragable esa ruta claudicante en amplios sectores de las FARC-EP, en toda la insurgencia y en un amplio campo popular, democrático y de izquierda, que de tontos/as no tienen un pelo. El sentido común recomienda una rectificación profunda.