Quien no se haya leído "Los Comentarios Reales", de Garcilaso Inca de la Vega, sobre todo siendo peruano, debe salir de inmediato, donde ahora esté, hasta en una cola para comprar pasta dental, si está en Venezuela, en busca de ese libro y leérselo de un tirón. En muy buena medida, allí hallará el lector, en un lenguaje sencillo, atractivo, exuberante información sobre la vida y toda lo portentoso de la cultura de los Incas.
Se trata de una crónica excelente, en la cual, el autor, un indiano, hijo de español y mujer incaica, narra en primera persona para dejar constancia de la portentosa cultura de los incas, en gran medida, del territorio que ahora ocupa Perú. Quien se entera de eso y compara con Europa del mismo tiempo, podrá constatar que el pueblo Inca, en muchos aspectos estaba más adelantado que bastantes espacios y culturas de aquel continente. Sólo que no estaba lo suficientemente preparado para lo que le llegó. No la guerra misma, sino la bajeza y avaricia del invasor que vino de allá lejos. Hacer maldad, hurtar, no eran ocupaciones suyas. Tan extraño fue el invasor a quien recibió con generosidad, que los implementos de guerra que este utilizaba, en buena parte metálicos, a ellos, los indios, les parecían parte de sus cuerpo mismos. El hombre y su caballo, también recubierto como quien le cabalgaba, daba al hombre de esta parte del mundo la idea que eran una misma cosa; y ellos, los venidos de fuera, hasta se dieron el lujo de ponerle a su territorio un nombre que a los originarios fue y es ajeno, América. Nombre que en sí mismo, sintetiza toda la usurpación y el genocidio aquí cometido.
El pueblo peruano, desde esa etapa ha estado como destinado a ser víctima de gente que nada tiene que ver con la raíz cultural portentosa de los Incas y el mensaje dejado por Garcilaso, a quienes los españoles, en una iglesia, creo de Córdova, tienen en mausoleo. Es decir, del "indiano", autor de una obra de grandes valores literarios y excelente, cuidadosa y justa al reseñar sobre la cultura Inca, se lo apropiaron los europeos, así como se llevaron hasta las castañas y la virginidad de este mundo "incivilizado".
Perú ha tenido presidentes de todos los mundos. Fujimori se creyó por encima de la historia del Perú, herencia de los incas, a la cual fue y es ajeno y quiso imponer, ayudado por los gringos, una dictadura personal y un acoso contra todo hombre que quisiese sentirse libre, amparado en la existencia de aquel movimiento llamado, como poéticamente, "Sendero Luminoso", tan contaminado por la falta de sindéresis de todos los movimientos "revolucionarios" que en su tiempo nacieron en América Latina. El Apra, de Raúl Haya de la Torre, un ególatra más, según dicho por Steve Elmer en uno de sus libros, más que Betancourt, que en un momento gozó de gran respaldo popular, habiéndose iniciado como un partido de vanguardia, terminó siendo algo así como la "Cueva de Allí Babá".
Luego vinieron otros más de la misma calaña, incluyendo este "Cholo" Toledo, solicitado hoy por asuntos de corrupción, quien usó figura indígena, origen social y el prestigio de ser egresado una universidad norteamericana, para llegar a la presidencia peruana, hasta el anterior Ollanta Humala, también ligado a la herencia originaria, hijo de un viejo socialista con tanto apego a su cultura que todos los nombres de sus hijos fueron sustraídos de ella. Pero este Humala, le hizo trampas a la vida. Después de haber formado parte de un alzamiento militar contra Fujimori, se presentó como candidato coqueteando con la figura y liderazgo de Hugo Chávez, para terminar hasta abriéndole el territorio nacional a los gringos para que montasen nuevas bases militares. Su desprestigio fue tal que su nivel de aprobación al final de su gobierno descendió al 18% y su partido "Nacionalista Peruano", quedó en el esterero; en las últimas elecciones que ganó Pedro Pablo Kuczynki, jugó un triste rol. Por las inconsecuencias de Humala, en las últimas elecciones, los votantes peruanos optaron por las opciones de derecha, la del ganador y la de la hija de Fujimori.
Pero Perú tuvo su momento trascendente, importante en la historia de las luchas populares y de los esfuerzos de sus hijos por cambiarle el rostro y volverle las glorias y grandezas de los incas. En la década del sesenta, exactamente en 1968, el general Juan Velasco Alvarado asumió la presidencia y extrañamente, siendo su gobierno nacido de un golpe de Estado, inició un gobierno progresista, nacionalista y preocupado por los intereses populares. Incluso, hasta en el área educativa, tomó medidas que en América Latina llamaron la atención de los docentes. Velasco Alvarado fue un hombre de origen humilde, tanto que su madre vendía chicha para contribuir con los ingresos del hogar. Para irse de su pueblo natal a Lima, a entrar en la Academia Militar, lo hizo en un barco como polizón, por carecer de los recursos pertinentes.
Como Fujimori, un ajeno totalmente a la cultura Inca, llegó a la presidencia ahora, Pedro Pablo Kuczynki. Por supuesto, con tal apellido no puede pensarse en "cholo" o un indiano. Es hijo de alemanes y como bien se le ve, tan rubio, que en Cumaná le dirían un "catire pelado".
Apenas pudo aparecerse por los Estados Unidos, encontrarse con Trump, tan rubio como él mismo y curiosamente, también de orígenes alemanes, se atrevió a hablar en nombre de los incas, de todos los pueblos originarios y las culturas de América Latina y el Caribe de ahora, y nos llamó perros que tirados estamos a los pies del gran amo. Por supuesto, se cree el dueño de una perrera y hasta a él mismo perro pastor alemán.
Pedro Pablo, casualmente con los nombres de Pedro Pica Piedra y Pablo Mármol, aquellos personajes de "Los Pica piedra", ni siquiera alcanza el nivel de estos que se enfrentaban a la piedra y el mármol. El rubio alemán que llegó a la presidencia del Perú no es más que un triste "pica tierra", una asustada gallinita, un perrito faldero, que por serlo, por sentirse feliz de serlo, pues no es latino, ni tiene nada que ver con la vieja cultura incaica, toda llena de historias hermosas y orgullo, se tira a los pies del amo.