Ningún acontecimiento político y social hay tan importante en el siglo XX (por supuesto el XXI) por sus ulteriores consecuencias, como la revolución que estalló en Rusia en el año 1917 y que había de dar nacimiento a un tipo de Estado que se ha demostrado poderoso y proselitista. Se va a intentar, por lo tanto, describir en este apartado su génesis, desarrollo y posterior evolución hasta 1939, año en que al comenzar la II Guerra Mundial la actividad de la Unión Soviética se verá en relación con el resto del mundo. Se pretende con ello presentar una visión coherente, ordenada y sistemática de la formidable evolución experimentada por el viejo Imperio de los Zares y el poderoso impacto que su nacimiento provocó en el resto del mundo, puesto de manifiesto de modo especial al final de la II Guerra Mundial.
Todo el mundo conoce, aunque sea rasgos generales, las causas y problemas de la revolución que estalló en Rusia. Fue la primera revolución triunfante de las masas oprimidas. El objetivo de la revolución era abolir la explotación y la desigualdad entre las clases, crear una nueva sociedad socialista basada en la propiedad colectiva de la tierra, las minas y las fábricas, y lograr una distribución racional y justa de los productos del trabajo entre todos los miembros de la sociedad.
Pese al carácter de movimiento de masas que se ha puesto en la Revolución de Octubre, y sin desconocer, en efecto, que el pueblo entero fue en realidad su protagonista, es obvio afirmar que no se hubiera producido sin una minoría dirigente rectora que puede calificarse de excepcional. Las "personalidades" cuyo culto, a la larga, sería combatido, se impusieron desde el primer momento y así es posible hablar de una "época Lenin" y una "época Stalin", por lo que se hace necesario comenzar el estudio de la Revolución por los principales protagonistas que, en su esencia, pueden centrarse en tres figuras: Lenin, Trotski y Stalin.
La burguesía reaccionaria, los latifundistas y los restos de la oficialidad zarista le habían ayudado pensando en el triunfo de Kornilov. Pero su propio partido, el menchevique, le abandonaba. Kerenski estableció un Directorio de cinco miembros y se dispuso a actuar todo lo enérgicamente que pudiera para defenderse de los dos fuertes enemigos, de la derecha y de la izquierda, al tiempo que continuaba pensando en la prosecución de una guerra ya ilusoria.
Mientras Lenin se mantenía refugiado e Viborg (Finlandia), el día 20 de octubre de 1917 se reunía en Petrogrado la Asamblea preparatoria bajo la presidencia de Kerenski. De los 555 componentes de la misma había 66 bolcheviques, suyo portavoz fue, en esta ocasión, Trotski. Se había acordado que éste expusiera el punto de vista del Partido y que, terminado su discurso, se retiraran todos los miembros del mismo. Y así se hizo: Trotski denunció al gobierno de Kerenski como contrarrevolucionario y declaró las consignas que repetían los comunistas: "todo el poder para los Soviets", "paz inmediata" y "la tierra para los campesinos".
Pocas dudas quedaban ya sobre el desenlace de la situación, salvo para Kerenski, todavía convencido de que la misma podría salvarse con una actitud enérgica disimulada bajo formas democráticas.
Pero Lenin volvía ya a Petrogrado, y el 23 de octubre, en una reunión del Comité Central se sentaban las bases de la insurrección armada. Trotski quedó encargado de prepararla en los Soviets del Instituto Smolny. Lenin, en su papel de intelectual del Partido, como siempre, redactará la famosa proclama que abrirá una nueva era en la historia de Rusia y del mundo en general:
"A los ciudadanos de Rusia.
El Gobierno provisional ha sido derribado. El poder del Estado ha pasado a manos del Soviet de Petrogrado y del Comité Revolucionario Militar, que está a la cabeza del proletariado y de la guarnición de la capital.
La causa por la que ha luchado el pueblo, la inmediata propuesta de una paz democrática, abolición de la propiedad rural de los terratenientes, el control de los obreros sobre la industria y la formación de un Gobierno de Soviets, esta causa ya está asegurada.
¡Viva la Revolución de los obreros, soldados y campesinos!".
La revolución en sí duró muy poco y costó escaso número de víctimas. En la noche del 25 al 26 de octubre (8 de noviembre del calendario gregoriano) fueron tomados los palacios donde se reunía el Preparlamento (el de María) y el de Invierno, residencia del gobierno provisional. Todos los ministros fueron detenidos salvo Kerenski, que había huido a Pskov, con objeto de reunir fuerzas para resistir. Colaboró eficazmente en la acción el crucero Aurora, que iluminó con sus reflectores el escenario de la lucha y disparó sus cañones contra la residencia gubernamental.
En la noche del mismo día 26 se celebró una nueva reunión de los Soviets del Instituto Smolny. Lenin, con la impasibilidad ya habitual en él, proclamó: "Y ahora, pasemos a la edificación del orden socialista". Ocho días después caía Moscú en manos de los bolcheviques. Kerenski hubo de arrojarse en manos del reaccionario Krasnov, el único que encontró para defender los ilusorios derechos del gobierno provisional, pero en la noche del 30 al 31 de octubre (12-13 de noviembre), el ejército rojo alcanzaba una señalada victoria sobre las tropas de Krasnov, que aseguraba la revolución.
Kerenski huyó disfrazado de marinero a una "isba" en las cercanías de la capital, donde permaneció algún tiempo hasta que salió definidamente de Rusia, también disfrazado.
La Revolución de Octubre quedó coronada con el nombramiento de un gobierno. A propuesta de Trotski este gobierno tomó el nombre de Consejo de Comisarios del Pueblo y quedó formado del siguiente modo: Presidente, Lenin, Comisario del Pueblo para Asuntos Interiores, Rikov; de Agricultura, Miliutin; de Asuntos Exteriores, Trotski; de Trabajo, Chliapnikov; de Instrucción Pública, Lunatcharski; de Nacionalidades, Stalin; de Hacienda, Stepanov; de Justicia, Lomov; de Abastecimiento, I. A. Teodorovitch; de Correos y telégrafos, Glebov; de Comercio e Industria, Noguin; de Guerra y Marina, un triunvirato constituido por Ovsenko, Krilenko y Dibeno. A Sverdlov se le confería la Secretaria General del Partido y la Presidencia del Comité Central.
Ante el Congreso de los Soviets, Lenin leyó los dos primeros decretos del nuevo gobierno, en cumplimiento del compromiso contraído ante las masas de sus seguidores. El primero decía: "El Gobierno obrero y campesinos salido de la revolución del 25 de octubre de 1917, y apoyándose en los Soviets de diputados obreros, soldados y campesinos, propone a todos los pueblos en guerra y a sus gobiernos iniciar inmediatamente negociaciones con miras a una paz sin anexiones (es decir, sin conquistas de países extranjeros, sin incorporación violenta de países extranjeros) y sin indemnizaciones".
El segundo decreto ordenaba: "La gran propiedad agraria queda abolida inmediatamente sin indemnización alguna. Las fincas de los terratenientes, así como todas las tierras del patrimonio de la Corona, de los conventos, de la Iglesia, con toda su cabaña viva o muerta, sus edificaciones y dependencias pasan a disposición de los Soviets campesinos hasta que la cuestión sea regulada por la Asamblea Constituyente. Todo deterioro de los bienes confiscados, que en adelante pertenecen al pueblo, es declarado crimen grave, punible por un tribunal revolucionario… Las tierras de los simples campesinos y de los simples cosacos no quedan confiscadas".
Los socialistas revolucionarios y los mencheviques aspiraban todavía a participar en el gobierno formado por los bolcheviques. Fieles a una tradición liberal, creían en la posibilidad de una Asamblea Constituyente, elegida por sufragio universal. En medio de un caos general se realizaron, efectivamente, dichas elecciones que dieron el siguiente resultado: de 41.700.000 votantes, los socialistas revolucionarios obtuvieron la mitad (20.800.000) mientras los bolcheviques sólo registraron cerca de 10 millones. Sólo en la capital lograron éstos la mayoría.
La Asamblea se reunió el día 15 de enero de 1918 en el palacio de Táuride. Ante ella, Sverdlov, en nombre del Partido Comunista, leyó una comunicación redactada por Lenin en la que se resumía la política que los bolcheviques pensaban seguir. Puesta a votación esta moción, fue derrotada por 237 contra 146. Pero los bolcheviques no querían que "su" revolución fracasara como la de marzo, y a las cuatro y media de la madrugada un escuadrón de marineros empujaba a la calle a los reacios diputados socialistas revolucionarios. Al día siguiente se firmaba el decreto de disolución de la Asamblea. La última tentativa de democracia liberal había fracasado en Rusia.
La muerte del gran revolucionario Vladimir Ilich Ulianov: El atentado (Trotski fue el cerebro) que sufrió el 30 de agosto de 1919, por medio de Faya Kaplan (judía) que disparó sobre Lenin al salir este de una fábrica, causándole dos graves heridas, que mermó sus facultades. El 1922 su estado le hizo delegar parte de sus funciones en Stalin. El 23 de mayo de 1923 sufrió su primer ataque de parálisis que le privó de movimiento la parte derecha del cuerpo. A principios de octubre del mismo año mejoró notablemente, pero en diciembre sufrió un segundo ataque mucho más fuerte que le dejó totalmente paralítico. El 21 de enero de 1924 la enfermera que lo atendía advirtió una total falta de vida. Y avisados los médicos comprobaron su muerte.
–El entierro del fundador del socialismo en Rusia revistió caracteres de apoteosis. Bajo una temperatura de 20 grados bajo cero, centenares de miles de rusos desfilaron delante de su cadáver, sepultado el día 27 en una cripta excavada junto a los muros del Kremlin, en la Plaza Roja.
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!