Es una corta campaña electoral la que comenzó el 15 de agosto.
Durará no más de 55 días, lo cual hace complicado el escenario para
un debate serio, y con igualdad de oportunidades, para los binomios
presidenciales respecto a sus propuestas y programas de gobierno.
Los medios ya comenzaron con sus entrevistas a los candidatos. Aunque
aún no se ven espacios especiales, excepto uno que en Gamavisión se
llama "Buenas noches, buena suerte", y que por lo tarde en que se
transmite seguramente será poco sintonizado. El criterio para
establecer un orden de los invitados a estos espacios parece ser los
resultados de las encuestas: comienzan desde los que aparentemente
tienen menos opción, para ir dejando para los días clave en que la
decisión de los electores se define, a los binomios que según esas
encuestas parecen tener mayores posibilidades.
Parece lógico y democrático. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que
los medios iniciaron su accionar electoral mucho antes siquiera de que
se definan los candidatos, y construyeron por tanto los actuales
resultados de las encuestas. Ellos fueron quienes se encargaron de
generar en la gente una corriente de expectativa electoral frente a
ciertos personajes.
Con el antecedente del último proceso electoral, era fácil para los
medios suponer que si León Roldós se presentaba como candidato sería
uno de los más opcionados, porque fue él quien quedó en tercer
lugar, después de Lucio Gutiérrez y de Álvaro Noboa. Y supusieron
también que si Noboa seguía siendo candidato, como efectivamente lo
era, entonces el mejor candidato para ellos iba a ser Roldós. Así que
Roldós estuvo encabezando la preferencia electoral desde ese momento,
porque así lo vieron los medios.
Roldós fue por ello el candidato más entrevistado, sus pasos eran los
que con mayor interés se seguían. Había que tenerlo todo el tiempo
en pantallas. Roldós se iba configurando como el proyecto político de
la oligarquía que mejores condiciones tenía para presentarse como
ganador: se conocía de su militancia "ligth" en el Partido Socialista,
pese a haber sido también un personaje vinculado a la banca. Era el
rector de la Universidad de Guayaquil, en la que no solo logró
gerenciar bajo los estándares de la empresa moderna, sino que logró
grandes pasos para su despolitización; les quitó fuerza sobre todo a
las organizaciones estudiantiles y pretendió golpear a fuerzas
políticas de izquierda que allí actuaban.
Roldós tenía el perfil adecuado para promoverlo como el más
opcionado, y así se lo hizo. Para los medios Noboa no debía volver a
estar en la segunda vuelta, así que comenzaron a buscar el candidato
que podría reemplazarlo en ese puesto de preferencia. No era difícil
crear ese candidato, puesto que personajes pintorescos, radicaloides y
populistas habían en el escenario político. Este es el caso de Rafael
Correa, a quien se lo hizo candidato en los medios después de que
abandonó el Ministerio de Economía en el actual Gobierno. Hay que
recordar que Correa no tenía más historia política que ese corto
período en el régimen de Palacio, pero era un buen outsider para
probar.
Estaba listo entonces el escenario de una posible segunda vuelta. Pero
Correa podría resultar poco conveniente, porque en la posibilidad de
ganar, su discurso no es del agrado completo de la oligarquía. Se
hacía necesario que la derecha presente, esta vez sí, una opción
fuerte. Así sucedió: Cintya Viteri se convirtió en la nueva
candidata a promover. Por su condición de mujer suavizaba la dura y
dictatorial imagen que tiene el PSC. Se la entrevistó, se siguieron
sus pasos, se la tuvo en escena lo suficiente como para hacer creer que
era una candidata con posibilidades electorales. Todo esto, antes de
que exista siquiera una encuesta que defina preferencias en la
población.
Por su puesto que las encuestas vinieron luego, pero solamente a
confirmar la efectividad que esa acción mediática había tenido en la
población. Y se confirmó: las primeras encuestas daban como resultado
que efectivamente existían esas preferencias; pero sucedía un
problema: los encuestados en las ciudades de Quito y Guayaquil (únicas
ciudades donde se toman las muestras) que se pronunciaban a favor de
esas candidaturas eran un porcentaje mínimo, la indecisión electoral
era de alrededor del 80%, tendencia que ha bajado poco hasta estos
días. Algo pasa en la opinión pública. ¿Por qué no se decide?
Llegaron entonces los sociólogos, marketineros políticos y una serie
más de técnicos sociales que buscan explicarse el fenómeno. Una
razón, dicen ellos, es la indefinición que hasta el final se mantuvo
en el tema de las alianzas y binomios presidenciales. La otra razón la
dicen con cierto recelo: los ecuatorianos ya no creen en las
elecciones, porque ya no creen en esta institucionalidad. Hay ahí un
problema de fondo que a esos medios no les interesa profundizar, porque
sería generar un escenario adecuado para candidatos y propuestas
radicales, de transformaciones profundas, es decir, sería darle chance
a la izquierda.
Para los medios, lo mejor es seguir en el show electoral. Se cubre la
campaña como se cubriera una carrera de caballos. A los candidatos que
ellos ubicaron como los favoritos solo se les hace hablar de las
encuestas, de la campaña, se los hace pelearse entre ellos, etc., pero
jamás los conducen a definirse en temas claves como el de soberanía;
como el caso de la Base Aérea de Manta, la firma del Tratado de Libre
Comercio, la deuda externa, etc. A "los demás" candidatos, porque así
serán siempre tratados, como "los demás", que no tienen opciones, se
les llamará a entrevistas para enrostrarles su poca opción, para
atacarles con cuestionamientos y acusaciones sin fundamento cierto.
Los medios de comunicación ven a la izquierda y sus candidatos, como
"los demás" candidatos, los colistas, a los que hay que presentarlos
como incapaces, gastados, sin propuesta, dogmáticos y violentistas.
Eso han hecho hasta hoy el programa Buenas noches, buena suerte" y Este
Lunes, y los noticieros de Ecuavisa y el resto de canales. Lo que
vendrá por delante será tal vez peor.
Por eso, lo que resulta evidente a estas alturas es que para la
izquierda el mejor terreno para actuar no es el de esos medios, sino el
de la gente, y en eso no hay quién le gane preferencia a la izquierda
auténtica, a la izquierda revolucionaria. La relación con el pueblo
ha sido su condición de existencia política, la lucha junto a esos
sectores por la defensa de la soberanía, contra la corrupción y por
el aprovechamiento de las riquezas naturales del país en beneficio del
pueblo, ha sido permanente y ha logrado importantes victorias.
Sí, habrá que estar en esos medios, es un espacio que no se puede
renunciar a disputar, pero la fuerza fundamental de la campaña
electoral para la izquierda serán las calles, los barrios, las
comunidades, las asambleas, las visitas casa a casa. El proceso
electoral para la izquierda es un escenario más de lucha política
contra la oligarquía, no es un fin, es un medio para acumular fuerzas.
Lo que las encuestas no han tomado en cuenta es la preferencia alta que
existe en la población por la revolución social, y esa preferencia es
con la que hay que trabajar, por la que hay que trabajar.