Después de concluido el proceso de entrega de armas por parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), como parte de los acuerdos de paz que finalmente de concretaron entre esta organización insurgente y el gobierno colombiano que preside Juan Manuel Santos, viene ahora la fase de incorporación de los guerrilleros farianos a una organización política, con el objetivo de participar a futuro en elecciones libres.
Surgida a comienzos de la década de los años 60 del siglo XX, las FARC, transformadas en FARC-EP a comienzos de la década de los 80, entraron a disputar mediante la vía armada el poder en la República de Colombia, llegando a alistar miles de combatientes provenientes principalmente de los sectores campesinos y estudiantiles, y a controlar importantes porciones del territorio colombiano en la gran mayoría de los departamentos, especialmente al sur y oriente del país.
Después de más de 50 años de lucha armada, las FARC-EP, ya disueltas como organización guerrillera, avanzan ahora en la conformación de un partido político, que en principio se denominará Fuerza Alternativa Revolucionaria de Colombia (FARC), paso éste que significa un gran reto tanto para los dirigentes exguerrilleros, como para la clase política tradicional colombiana.
Porque no se trata simplemente de insertarse en la vida política democrática de Colombia, sino que la FARC se constituirá en un elemento nuevo del sistema político colombiano, que se alista a disputar el poder por la vía de los votos, en un país con inmensos problemas por resolver y con unos niveles de abstención electoral muy significativos a lo largo de los años.
El panorama no es fácil: en Colombia hay millones de desplazados, millones de desempleados y subempleados, millones en condición de pobreza y millones sin tierras para subsistir. La violencia armada guerrillera parece alejarse de Colombia, la solución de los problemas dirán si esa violencia armada y fratricida, no regresa.