Del mal menor atribuyen muchos. Lo cierto es que, el Brasil de Lula podrá ser el espejo para muchos gobiernos del mundo, de tinte progresistas, que pretendan conservar popularidad concibiendo pequeños logros de soberanía, autodeterminación y justicia social, sin zafarse de las amarras de su burguesía nacional y los dictámenes imperiales.
Un artículo publicado por Antonio Aponte en su combativo espacio que lleva por nombre: Un Grano de Maíz, recoge de Marx, una idea que me parece fundamental formular en este artículo. Aponte, anota: « La política es la expresión de la economía», en otras palabras, nuestras actuaciones políticas definen el modelo económico que ellas entraña.
Es innegable el papel determinante jugado por la burguesía brasileña en la política nacional e internacional del gobierno de Lula, que amenaza por terminar de mellar la confianza y esperanza de su pueblo. James Petras, en una reciente entrevista, acota lo siguiente: “Lula ha legitimado el neoliberalismo, ha profundizado las privatizaciones y esta política de Bolsa de pobreza la puede continuar cualquier conservador sin ningún problema. Es el viejo colonialismo de dar una bolsa de comida a la gente entonces han desarticulado todo completamente”. Descontando su retórica “progresista” e inocua de Lula, su pasado militante “revolucionario”, y su apoyo, aunque de manera disimulada y vaga, a la Revolución Bolivariana, Lula ha apoyado la invasión norteamericana de Haití, y a Bolivia, pretende neutralizar la nacionalización de sus industrias de los Hidrocarburos y hacer retroceder su proceso revolucionario.
Haciendo un juego de contraste de la política internacional del Brasil, en comparación con la de otros países, (sin aludir al digno ejemplo de solidaridad incondicional de la Revolución Bolivariana, que todos ya conocemos) podemos apuntar un interesante ejemplo: “05/10/06 Por Jubileo Sur: El nuevo gobierno de Noruega ha tomado la decisión a manera incondicional de dejar de cobrar las deudas que aún reclamaba a Ecuador, Perú, Jamaica, Egipto, y Sierra Leona, como consecuencia de lo que el anuncio oficial describe como “una política de desarrollo fallida”. El mismo artículo, continua: “El hecho de que el gobierno reconoce y se responsabiliza públicamente por el origen fraudulento, abre una nueva etapa en la lucha de todos los pueblos del Sur por liberarse de la dominación de la deuda”. La expresión política de Noruega manifiesta un verdadero cambio, digno de un buen análisis. En cambio, el Brasil de Lula, la continuidad con el pasado, el irrespeto a la soberanía de los pueblos sobre sus recursos naturales y la autodeterminación. El espejo del Brasil de Lula, refleja el rostro de la derrota de una “izquierda” en franca decadencia, y el llamado a la unidad y lucha de una verdadera Izquierda revolucionaria.