Es frecuente que entre miembros de un jurado o una Academia haya disputas. A Dios gracias, los hombres no solo somos diferentes sino que miramos y percibimos de distinta manera. Eso hace al equipo humano más eficiente para interpretar la vida. Lo que a uno le pasa desapercibido, y eso sucede por distintas razones, otro lo detecta. Por supuesto esto pudiera ser un inconveniente para aquel individuo, grupo o clase, que intenta imponer sus razones que no necesariamente resumen la verdad. Eso son los riesgos del sentido gregario. Y de las guerras.
Decía pues que esas disputas eran frecuentes. Es sabido cómo, para otorgar un premio, pudiera ser en literatura, en veces los jurados se tardan más allá de lo debido porque no se ponen de acuerdo. Hasta es sabido que el jurado se fragmenta y se declara el concurso desierto, no necesariamente porque no encuentren obra alguna digna de ser premiada, sino por desacuerdos. Hasta sucede, esas son vainas de los humanos, que hay miembros de jurados que antes de estudiar las obras que entran a concurso ya están decididos por quien o quienes van a votar. Y hasta se ponen de acuerdo según aquello "tan sano y sabio" como hoy por ti y los tuyos, mañana por mi y los míos. Pues eso que llaman corrupción tiene muchas caras, adeptos en todas partes y distintas formas de practicarla. No necesariamente es aquella del "¿cuánto hay pa´ eso?", porque el premio podría ser no muy jugoso en metálico, pero aumenta eso que feamente llaman currículo, sino también con los míos con razón o sin ella. ¿Qué gobierno, institución y su jurado otorgarían un premio al pensamiento crítico si los concursantes a ellos critican o ponen en duda sus valores?
Nunca he entendido por qué los intelectuales y escritores de lo que llamaré arbitrariamente la generación de 1958, entre quienes destacaron los agrupados en "El Techo de la Ballena", ignoraron a Renato Rodríguez. Lo sé, porque cuando salió aquella obra suya titulada "Al sur del equanil", le ignoraron y hasta en las barras lo descalificaban y tanto fue así que, influido por aquel manto negro, vine a leerle unos cuantos años después y concluí fue un excelente escritor, tanto que me entusiasmó y terminé leyendo casi todo lo que publicó. Porque entre los intelectuales, los escritores, etc., quizás entre pintores, hay tantos cogollos, envidias y ruindades como en los partidos. Es algo de envidia y pequeñez. ¿Acaso no es harto conocido como por años, la intelectualidad venezolana misma, ignoró por completo el enorme valor de la poesía de José Anronio Ramos Sucre? Tanto que hasta los jovencitos cumaneses como el suscrito, sabíamos de muchos de los nuestros, empezando por Andrés Eloy Blanco, pero nunca o muy poco escuchamos del autor de "Las formas del fuego" y "El cielo de esmalte". Se decía entonces que no era poeta, "escribía en prosa", una manera de descalificarlo. Justamente todavía uno lee eso por allí, como lo escrito en Wikipedia, al hablar del citado poeta.
Por la gracia de Richard Montenegro, leí una entrevista hecha a Jorge Luis Borges, quien habló de un escritor español, considerado por él uno de los mejores de su tiempo, quien pasó como desapercibido por haberse dedicado a comentar y promover a otros, sobre todo a jóvenes. Eso de dedicarse a elogiar o hallar lo mejor de por ellos escrito, según Borges le resto importancia a él como escritor. No le menciono por tres razones. La primera, que pese ser español, el apellido me sonó como árabe y por eso me cuesta recordarlo. La segunda, consiste precisamente en que pasó desapercibido y la tercera, mi archivo está vuelto un desorden y no podré hallar ese trabajo con el tiempo que dispondría para eso.
Todo eso es frecuente. Pero nunca había tenido noticias que un jurado del Nobel, en cualquiera de sus versiones estallase, como la dinamita misma que invento Alfredo Nobel, tanto como para que su directora renunciase y en el caso del de literatura, según lo que se comenta, eso aconteció por motivos que tienen que ver con el sexo. Según la información, el esposo de la directora de la Academia del Nobel de literatura, no solo "está envuelto en acusaciones de conducta sexual inadecuada" - ¡vaya usted a saber qué significa eso!- sino que además produjo información por adelantado sobre la decisión del premio, supongo que el de este año. Por esas cosas, varios miembros de la Academia votaron por destituirla pese que el cargo tiene carácter vitalicio.
Si bien es verdad que la perversión sexual, como la pedofilia y el acoso con el mismo fin, son pecados, digamos capitales, para decir algo contundente pero con discreción, prestarse para la promoción de la guerra o darle a esta sustento, es asunto más grave por el extenso número de víctimas que ella deja. Más si se hace sin motivos o mejor con motivos ruines, sistemáticamente y en varios países al mismo tiempo.
Nadie todavía se explica y menos explica, por qué razón le dieron a Obama el premio Nobel de la Paz apenas comenzando a gobernar. Algo así como otorgarle el premio Nobel de literatura a un aspirante a escritor, es decir a alguien que todavía no ha escrito nada. O el campeón de bateo a un jugador apenas comenzando la campaña. Pero el asunto es peor si después resulta que el beneficiado con ese premio, termina ponchándose todo el tiempo o se convierte en promotor de guerras, tanto como para dejar a George W. Bush como un niño de pecho. ¡Y hay que lo que esto significa!
Sin embargo, ninguno de los miembros de la Academia del Nobel de la Paz ha renunciado, quizás no lo han hecho por la como curiosa y complaciente declaración del rey sueco, Carlos XVI Gustavo quien haciéndose eso, el sueco, ha dicho que "las renuncias generan el riesgo de dañar gravemente a la Academia". Entonces, según eso, la gravedad no está en las acusaciones que pesan sobre el esposo de la Directora, ni que 18 miembros de la institución hayan votado por su salida sino en la renuncia misma. Según el rey, pese todo lo que haya sucedido, ella debió quedarse en el cargo, pues para eso la pusieron para toda la vida. Uno concluye que, por eso mismo, lo que piensa el rey y "rey es rey aunque tenga cochocho", quienes se adelantaron y premiaron a Obama, quien pareció vengarse de ellos y les dejó muy mal, nunca renunciaron, pues eso, la renuncia, no el haber dado una licencia a Obama para que saliese a repartir leñazos a diestra y siniestra, promover asesinatos en masa, hasta de niños, violaciones a granel, destrucciones de ciudades y reliquias sagradas de la cultura humana como "Las ruinas de Pamira" y hasta declarar vilmente a un pequeño país como Venezuela "amenaza inusual y extraordinaria para Estados Unidos", que no fue ni más ni menos que echar las bases para una agresión, es lo que pudiera haber generado "riesgo de dañar gravemente a la Academia". Lo dijo un rey y "la voz del rey es la voz de Dios".