El imperialismo estadounidense, ve en la Revolución Bolivariana su principal enemigo en la región y su destrucción se ha constituido, casi que, en su principal obsesión. A la muerte del Comandante Chávez, calcularon que su derrota era más que inminente. No obstante, el Hno. Nicolás Maduro fue ratificado por el pueblo venezolano como su líder y la obsesión contra Venezuela no hizo más que crecer, y nuevos planes fueron sometidos a consideración por parte del establishment imperialista. Dos años, después de alcanzada esa victoria por las fuerzas bolivarianas, abril 2015, desde Colombia en un foro de expertos en asuntos de seguridad, convocado por el ministerio de defensa del vecino país, encabezado entonces, por el ministro Juan Carlos Pinzón, para analizar las amenazas futuras postconflicto con las FARC-EP, la ex subsecretaria de defensa y ex funcionaria de la CIA y la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de EEUU, Mary Beth Long, develaba ante el público asistente los planes que, ya entonces, manejaban las fuerzas militares colombianas -en concordancia con los organismos de seguridad imperiales- señalaba: "Los militares están estudiando otras amenazas en la región que pueden representar sus vecinos como Venezuela, y prepararse para esas eventualidades, y los felicito por ello porque hay otros desafíos en el horizonte, y su fuerza pública, su liderazgo y su policía ya se están preparando para eso". Gobernaba J.M. Santos, y las relaciones colombo-venezolanas no habían alcanzado el grado de tirantez que hay ahora. Semanas antes, de aquella declaración de la ex funcionaria de inteligencia gringa, el entonces presidente Barack Obama, declaraba a Venezuela como una "amenaza inusual y extraordinaria" a su seguridad nacional. Mientras que, en la rueda de prensa, posterior al evento, el ministro de defensa colombiano, Juan Carlos Pinzón, declaraba en la misma línea que la ex funcionaria estadounidense: "Tenemos que ser conscientes que incluso si se llega a una etapa de firma de un acuerdo, se van a mantener algunos riesgos muy considerables en las regiones que implican que vamos a tener unas fuerzas armadas que van a ser empleadas en ese escenario". Declaraciones, por demás bien groseras, pues evidencian el grado de menosprecio a la actitud proactiva y decidida que siempre han mantenido tanto el Comandante Chávez como el Presidente Maduro, en procurar que los diálogos de paz entre las fuerzas combatientes en territorio colombiano, alcanzaran felizmente una paz concertada, como finalmente ocurrió. Lo hacían ambos, convencidos como estaban, que la paz en Colombia era la paz en Venezuela y en especial, en toda la región.
Venezuela, un país que siempre ha recibido en sana paz, las múltiples agresiones que desde Colombia les han infringido los actores de la guerra, tanto de parte de los gobiernos como de las fuerzas insurgentes, no podía sino mostrar su sorpresa ante tamaña muestra de traición, venida desde un país que tan solo ha recibido desde Venezuela muestras de aprecio y recibimientos llenos de afectos y cariños a quienes huyendo del conflicto militar, fueron recibidos en nuestro terruño con el amor que nos enseñó el Padre Libertador, Simón Bolívar, recibiéramos, a los hermanos de las naciones por él liberadas del yugo imperial español. Más allá de aquellas situaciones históricas, que nos obligan a ver con desconfianza todo lo proveniente desde la vecina Colombia, en especial de sus élites gobernante, y tomando en consideración lo ocurrido aquella noche septembrina del 25 de septiembre de 1828, en que Santander se complotó con un grupo de traidores para atentar contra la vida del Padre Libertador. Quien, luego de detenido, Bolívar le perdona la vida y lo expulsa de Colombia. Quien además, desde Europa y los EEUU, se dedicó a desprestigiar la magnánima obra de Simón Bolívar. No por casualidad, el historiador y poeta colombiano, William Hernández Ospino, concluye de sus investigaciones que: "Santander en Washington planea con el alto Gobierno de los Estados Unidos un complot para desaparecer finalmente a Simón Bolívar del escenario político", siendo: "envenenado en Santa Marta con altas dosis de polvo de cantárida y arsénico". De aquellos años, viene la obsesión de las élites gobernantes colombianas en contra de Venezuela.
Una vez, que Santos logra alcanzar la firma del Acuerdo de Paz, emerge su actitud hostil en contra del Gobierno del Hno. Nicolás Maduro, cerrando filas en torno a los lineamientos que desde Washington se dictaminan para desestabilizar la paz en la República Bolivariana de Venezuela. Pagaba así, los favores que desde Venezuela, se habían hecho para alcanzar la paz en la vecina Colombia. A lo interno, se conjugaba con la ultraderecha uribista, para sabotear el propio Acuerdo de Paz que había suscrito, y que le había permitido alcanzar el Premio Nobel de la Paz. Su ego, acrecentado por el premio recibido, le sugería como una voz interior, que podría convertirse en el "tutor" que reclama Venezuela, bajo la anuencia del gobierno de los EEUU, para gobernarla según los intereses y a conveniencias de la oligarquía –antibolivariana- bogotana. Se equivocaba Santos, en el manejo de sus planes de someter a Venezuela y rendirla a sus ambiciones innobles.
El pueblo venezolano, su Gobierno y Fuerza Armada Bolivariana, han derrotado casi todas las tentativas santanderistas que desde Colombia, Santos y Uribe, han implementado para desestabilizar la paz en Venezuela y propiciar el derrocamiento del gobierno del Hno. Presidente Maduro, como una muestra más de cuán vivo, sigue el espíritu del Padre Libertador, Simón Bolívar, asentado en la conciencia del pueblo de las dificultades. Este domingo 17J, el pueblo colombiano tiene la histórica oportunidad de desarmar las agresiones e intenciones del sector uribista, el más reaccionario y vendido a las directrices imperialistas. Por lo demás, el único sector de la sociedad colombiana que se opuso con mayor vehemencia al Acuerdo de Paz, alcanzado entre el gobierno de Santos y las FARC-EP. A tal punto, que en el plebiscito realizado para convalidar dicho Acuerdo, hizo campaña en contra del acuerdo y logró que en el mismo parte importante del pueblo colombiano, votara mayoritariamente en contra del Acuerdo. Su candidato en la actual contienda electoral presidencial, Iván Duque, representa esa opción, la vuelta a la guerra. En su contra, se han concentrado todas y todos aquellos colombianos de buena voluntad, que se manifiestan por la continuidad y permanencia de los Acuerdos de Paz, como garantía de que una nueva Colombia sí es posible, una Colombia Humana.
Confluyen, los colombianos que apuestan por la paz y la reconciliación nacional en la candidatura de Gustavo Petro. Los colombianos y colombianas, que no quieren más guerras y mucho menos, estiman que Venezuela sea una enemiga a la cual hay que combatir con las armas, como estiman tanto el gobierno de Trump como el de Santos y un hipotético de Uribe, por intermedio de Duque. El acuerdo con la OTAN, de parte del gobierno de Santos apunta en esa dirección guerrerista, como parte de una planificación en las altas esferas del imperio del norte. Por ello, urge derrotar electoralmente las fuerzas enemigas de la humanidad que confluyen alrededor de la candidatura de Duque y el liderazgo de Álvaro Uribe, el señor de la guerra y el narcotráfico. Así, como los venezolanos y venezolanas, apostamos a la paz en Venezuela en la figura del Hno. Presidente Nicolás Maduro, apostar por la paz en Colombia es apoyar la candidatura de Gustavo Petro. Para ir a la búsqueda del restablecimiento de unas relaciones sustentadas en el respeto mutuo, la solidaridad y la hermandad entre dos pueblos surgido de un mismo tronco fundacional, Simón Bolívar, el Padre Libertador. En las manos del pueblo colombiano, queda esa responsabilidad de desactivar esa guerra montada por el enemigo histórico de los pueblos del sur. ¡Juntos es posible, sí podemos, démosle un chance a la paz!