La capacidad de mantener invisibilizada la grave crisis social y política de Colombia de los últimos sesenta años es obra del poder mediático financiado y operado por la oligarquía que se adueñó del país y niega a sus ciudadanos y al mundo la posibilidad de enterarse de los grandes males que le aquejan. Ha sido Petro la figura que ayudó a plantear una salida a esa sociedad inexistente para la prensa, y la llamó la Colombia Humana. Con su discurso logró llamar la atención de diversos sectores de la sociedad que tenían vendados sus ojos y hoy se puede decir que el fenómeno de crecimiento de la izquierda es irreversible y será irreductible cuando vengan mejores tiempos. El triunfo del ultra derechista Duque empaña el panorama de la vida en Colombia por cuanto constituye una amenaza a la Paz interna y a la paz con sus vecinos, a la cual se tiene derecho inalienable. Sin embargo, la cuenta está más que clara: 25 millones de colombianos no votó por ese bellaco engendro de Uribe. Ganó Duque perdiendo Colombia, dicen allí y se explica por lo que defiende, unos largos años de oprobio y crimen.
Construir la sociedad más desigual de Sur América tuvo su razón de ser en un modelo expoliador donde la tierra fue progresivamente usurpada a fuego y sangre, dejando miseria, migración de campesinos y ampliando las cercas de los poderosos latifundistas. Se estima que 19 millones de hectáreas han sido arrebatadas a sus dueños y hay una corriente de derecha ultrista que se niega a la devolución de la tierra. Por si esto fuese poco, se escondió al mundo los horripilantes crímenes del paramilitarismo que incluyeron casas de repique donde los cuerpos de las víctimas de la crueldad eran cortados para luego dejarlos correr en piezas por los ríos crecidos que se dibujan por la bella tierra de la hermana Colombia. Con la anuencia del Estado se desarrolló una política de limpieza social de la gente considerada desechable que eliminó pordioseros, desempleados, personas con discapacidades evidentes, alcohólicos y demás personas que pudieran determinar las fuerzas paramilitares. Cientos de sindicalistas y líderes sociales fueron asesinados, y siguen siendo asesinados; los servicios públicos castigan la economía de la población de menores de ingresos y que representan más del 70 % de la población. Colombia se estancó en el índice de desarrollo humano, y si fuese necesario recalcar se le conoce en el mundo por su capacidad productora de drogas con la cual se hartan las narices de sus aliados del norte de América y de Europa y se llenan los bolsillos los oligarcas en alianza con grandes capos nacionales e internacionales.
En ese tiempo largo (desde el asesinato de Gaitán) se crearon personajes cuya maldad es sin igual, hasta llegar a la cúspide del bárbaro Uribe cuya maleficencia lo hace candidato a cuidador de las pailas ardientes del infierno. El resultado general de la política colombiana dirigida por el gran capital provocó un éxodo masivo que supera los 10 millones de personas, de las cuales casi 5 millones se recibieron en Venezuela.
Hoy Colombia llora por partida doble, porque Duque ganó y constituye un gran peligro para la paz de Colombia; además porque el peligroso personaje empavó la selección colombiana de futbol. Duque ha sembrado temprano una gran preocupación al adelantar que hostigará a Venezuela, cuna de Bolívar. Libertador e impulsador de otra Colombia posible, la que figura ahora en las mentes de izquierda, como Humana.
Aguardaremos que este personaje termine de sacar sus uñas sucias y toxicas contra nuestro país, al fin y al cabo sabemos que responde a intereses imperiales y a la mano peluda de Uribe. Venezuela debe preparar nuevas estrategias para defenderse de la agresión permanente del gobierno de la hermana República.
Como duele Colombia en esas manos.