Una vez más el Gobierno colombiano -si es que se pueda decir que tal cosa existe- pretende responsabilizar a las FARC de sus oscuras estrategias políticas, tras romper las negociaciones para el canje humanitario de secuestrados por guerrilleros procesados, a raíz del supuesto atentado ocurrido en la Escuela Superior de Guerra del vecino país.
Y es que resulta insólito que a tan sólo horas del lamentable siniestro, el ejecutivo neogranadino hubiese responsabilizado de manera casi instantánea a las FARC por lo ocurrido, e hizo pública su decisión de emprender una nueva ofensiva militar en contra del mencionado grupo guerrillero.
Lamentablemente para el virreinato de Colombia –franquicia del Imperio norteamericano- hay demasiadas cosas que no encajan. Las 8 cámaras de video que cubrían el área misteriosamente dejaron de funcionar poco antes de la detonación. Se sabe que el Ejército colombiano restringió el acceso desde las 6 a.m. al recinto académico, recinto que debido a su condición de instalación militar regularmente cuenta con medidas extremas de seguridad. Testigos confirman que el vehiculo detonado llevaba por lo menos 2 horas estacionado en el lugar de la explosión, habría que preguntarse como pudo ingresar con las medidas de seguridad que se aplicaron ese día. Para colmo, los cuerpos de inteligencia han iniciado la búsqueda de un individuo que estaría relacionado con el vehiculo que explotó, lo extraño es que existen 2 retratos hablados del mismo sospechoso y ninguno de los 2 retratos concuerda con el otro en casi nada. De haber sido las FARC quienes ejecutaron el siniestro entonces querría decir que el grupo insurgente tiene más control sobre las instalaciones del ejército regular colombiano que la propia fuerza armada de la hermana republica, y eso es algo difícil de creer. Por otro lado el tipo de explosivo empleado en el atentado no concuerda con el material empleado por las FARC en sus operaciones militares.
El incidente es tan extraño que ni la propia oligarquía le cree a su gobierno, basta con revisar las editoriales de los medios de comunicación neogranadinos -siempre complacientes con Uribe Vélez- para constatar la posición critica que existe al respecto.
¿Por qué las FARC cometerían la idiotez de detonar un coche-bomba a sólo días de lograr su tan ansiado objetivo de conseguir la liberación de sus efectivos mediante un proceso de negociación? ¿A quien le convendría más paralizar las negociaciones de Paz a las FARC o a los gobiernos de Colombia y los EE.UU. que se benefician mutuamente con la aplicación del Plan Patriota? ¿Será que el presidente Uribe realmente se planteó en algún momento la realización del mencionado canje humanitario? Las respuestas a todas estas preguntas son bastante obvias, y están allí para todo aquel que desee verlas.