"¿Dónde está la solidaridad con Nicaragua?", preguntaba el reconocido escritor argentino Julio Cortázar (Bruselas, 1914-París, 2014) en su libro "Nicaragua tan violentamente dulce" (Editorial Nueva Nicaragua. Managua. 1984. P. 31) cuyo título encabeza esta nota prescindible, porque esre 19 de julio se han cumplido 39 años ya del triunfo de la Revolución Sandinista, noticia por cierto que oyéramos por radio en nuestra casa familiar de El Hato de Baragua en 1979; además, como las revoluciones de colores, guarimbas o terrorismo político se ha enseñoreado ahora de aquella nación hermana donde "Aún hablan español y oran a Jesucristo" que decía el gran Darío, por estos días recordamos esos ensayos periodísticos verdaderamente enjundiosos del gigante de tono afrancesado en su ronca voz y nos retrotraen parte de esa historia contemporánea escrita con sangre.
También nos parece muy actual volver replantear la pregunta tópica que allí inserta el autor de Rayuela, La continuidad de los parques y tantos otros textos ingeniosos y reflexivos cual más, "¿Dónde está la solidaridad con Nicaragua?", una interpelación a la conciencia de todas "las personas de buena voluntad" como solía decir Juan XXIII o de sensibilidad suficiente frente a cómo se está moviendo la dinámica de los procesos sociopolíticos de nuevo tipo descolonizadores.
En un tiempo como el de hoy de especial gravedad en la nación de Sandino, cuando está siendo asediada por la reacción política interna e internacional, muy semejante por cierto a lo que pasó en Venezuela entre los años de 2014 y 2017, de donde se tiene que igualmente cada cual haya tomado ya sus respectivos posicionamientos según sea simpatizante de la Revolución Bolivariana u opositor tipo sociedad civil y "democrático", por esas simplificaciones típicas a que nos tiene acostumbrado ya la mediática mundial con sus narrativas de la postverdad.
Ciertamente las calles de Managua u otras ciudades interioranas pero no menos importantes (León y Chinandega, por ejemplo) situadas estratégicamente en aquella geografía centroamericana, fueron asediadas por jóvenes exaltados con ideologías disolventes, pacíficos vociferantes pero armados de ingenuidad sin nombre, con armas artesanales o de la trasnacional industria armamentística y mediática, todo muy semejantes a "Los libertadores" de la "Resistencia" de nuestra tierra venezolana y reprimidas por las fuerzas del orden público sin contemplaciones, bendecidos por curas o arzobispos, cual más tarambanas, que también se meten en la pelea simbólica como otros cruzados de la fe neoliberal, con sus sacramentos del libre mercado, la flexibilización de las relaciones laborales para despedir a todo aquellos trabajadores incómodos; aunque deducimos que muchos de esos "jóvenes combatientes" están a todas luces alienados, tanto allá como aquí; porque algunas entrevistas que hemos visto en la televisión nos han sorprendido la precariedad de los argumentos que sostienen acerca de la naturaleza y fines de su "lucha cívica", a la que agregan una especie de "mística" de la democracia, junto a sacerdotes cuya iglesia poco sabe de elecciones y respeto a la voluntad de sus bases, porque, claro, sus funciones y oficios son muy otros; sin embargo, suelen actuar muy orondos como si en la modernidad no hubiera separación entre la Iglesia y el Estado.
Lo cierto es que los tales jóvenes, empresarios globalizados y jerarcas de católicos sueñan con una especie de "estado ideal" al que se puede conquistar sin importar los medios que se usen, dado que, como señala en otro contexto Bertrand Russell, "… su creencia de que todo mal es mera apariencia, ilusión producida por las divisiones y oposiciones del intelecto analítico" (Bertrand Russell, 1951, "Misticismo y lógica". Editorial Paidos, Argentina. P. 16), así también maquiavélicos y oportunistas de toda laya entran en juego allí, actuando en uno y otro bando, pero el que sufre indeciblemente es el pueblo llano.
Entendemos, pues, que Nicaragua en esta hora en que el terrorismo callejero hubo de irrumpir nuevamente como una serpiente de letal ponzoña y agita las resacas más oscuras del ser humano con su ola de muerte en función de concretar un golpe de estado, la contención gubernamental es señalada como represión violatoria de los derechos humanos, donde volviendo a un punto ya tratado pero que conviene recordar las comunidades eclesiales de base siempre cantan su "Misa campesina" del compositor y cantor Carlos Mejía Godoy, aunque la jerarquía católica está implicada como mediadora, pero luego ha sido gravemente criticada por la torpeza de ciertos "agentes de pastoral", pues, se han visto por las redes sociales videos donde algún cura párroco, obispo y arzobispo muestran su apoyo a los terroristas, su grupo adherente y mejor sostén económico en lo personal e institucional; en fin, actúan sesgadamente apoyando a un solo sector; en tiempos cuando Nicaragua de agua clara, como decía Alí Primera, estamos consciente que requiere de la solidaridad de todos aquellos que militantes del humanismo y llamar a la cordura.
Artistas como el vocalista de "Calle 13", Residente, rapero autor de cierta lírica vinculada a los imaginarios emancipadores de Latinoamérica y el Caribe, se ha pronunciado en contra del Ejecutivo nicaragüense, lo acusa que "la está cagando", Pepe Mujica ha dicho otro tanto sobre un supuesto "el desvío" de los ideales históricos iniciales; Sergio Ramírez conocido escritor, ex vicepresidente en tiempos de la Revolución Sandinista de los años de 1980, disidente después y cuyas razones creo intenta explicar en su libro "Adiós muchachos", leído hace ya tiempo cuando los había ofertad en la Librería El Clip de Barquisimeto, también ha señalado su interés por la restauración democrática; y esta mañana 18 de julio de 2018, en el programa de entrevistas y opinión "Cuadriga" de la televisora alemana, que por aquí en la "Ciudad de los crepúsculos" retrasmite Somos tv, se dio un debate muy interesante; revelador de las percepciones explayadas por los actores sociales a los que son adherentes a la distancia o se mantienen neutros los invitados. Aunque, claro, la periodista-ancla que dicen no podía dejar de mencionar que Nicaragua y Venezuela tienen afinidades ideológicas, ¡qué horror!, ya que ninguno de ambos gobiernos es "democrático", democráticos al modo norteamericano, alemán o noruego, será; que al parecer son una maravilla de sociedades, paradigmas de la transmodernidad "líquida" que vivimos en los días que corren, para decirlo así al modo de Sygmunt Bauman.