En esta última semana se transmitió en un noticiero por TV del extranjero, que un Senador estadounidense quiere se cambie el nombre a las bases militares por bases humanitarias norteamericanas. El presentador del noticiero en televisión dijo, mientras mostraba en pantalla un convoy de naves norteamericanas surcando el mar: " Por lo menos allí fue 100 mil toneladas de ayuda humanitaria" puesto esto ocurrió unas horas después de haber castigado este mismo convoy desde aguas del Mediterráneo al régimen sirio por su presunta utilización de armas químicas contra la población civil. Si lo del Senador estadounidense no se tomara como un mal chiste, habría que considerar que con la inmensa red de bases militares en el extranjero permitiría a Estados Unidos prestar lo más pronto posible la ayuda humanitaria que requiera algún pueblo del universo. Se publicó en un reciente informe que existen 690 instalaciones militares fuera del territorio de la Unión. Por supuesto, no se incluyen ahí las instalaciones secretas, como las que se cree existen en Israel y Arabia Saudí. David Vine, autor del libro Base Nation, sostiene el número real rondaría las 720 bases militares de EE. UU. en el mundo y la existencia de unos 200 mil efectivos radicados en ellas. Un vistazo al mapa deja claras cuáles son las áreas prioritarias del interés estadounidense. La mayor densidad se concentra en las zonas de Europa Occidental, el Golfo Pérsico, Oriente Próximo y el Mar de Japón, lo que contrasta con la ausencia de instalaciones permanentes en el gran continente africano. Sin embargo, eso no significa que el ejército renuncie a actuar allí desde el cuartel del African Commander en la ciudad alemana de Stuttgart de donde se ejecutan misiones como la ejecutada la semana pasada para el envío de instructores que adiestren al Ejército somalí en su combate a la milicia yihadista Al-Shabaab.
En la Unión Europea, donde muchas de las instalaciones forman parte de la estructura de la OTAN, se concentra gran parte del poder aéreo estadounidense. En lugares como Ramstein, en Alemania, se almacenan y distribuyen las bombas que caen sobre los yihadistas de Daesh en Siria, Irak o Afganistán. Es este lugar vital para la ruta de aviones de transporte como el C-130, el C-5 Galaxy y el C-17 Globemaster, con los que el Pentágono hace llegar la munición a las zonas de operaciones, declaradas o no. Ramstein es también protagonista en la guerra de los drones. Aquí llegan las imágenes que captan estos aparatos en su sobrevuelo diario de los escarpados parajes por donde se cree que acampa la insurgencia islamista en Oriente Próximo. Después son enviadas a los controladores que manejan los drones desde Estados Unidos y arrojan toneladas de explosivos. Pero el grueso contingente que Washington mantiene en el solar europeo, que tiene también la innegable vocación de enseñarle el músculo a la Rusia de Putin, cuenta con otros terminales más al sur. En España están la base aérea de Morón, en Sevilla, y la naval de Rota, en Cádiz, desde la que partieron los dos destructores que bombardearon con misiles Tomahawk a las fuerzas de Al Assad en Siria el pasado 7 de abril.
El otro cinturón desde el que el Pentágono controla, o lo intenta, la siempre inestable zona de los países petroleros del Oriente Próximo, lo forman la media docena de acuartelamientos de que dispone en el litoral oriental de Arabia Saudí, su gran aliado en este avispero, y la base aérea de Incirlik, en Turquía. De esta última despegan muchos de los F-16 norteamericanos que, junto con los aparatos de otros miembros de la coalición internacional contra el Daesh, bombardean sin descanso objetivos desde Siria hasta Afganistán. Se calcula que los cazas estadounidenses arrojan unas 70.000 bombas anuales en su incesante actividad en esta parte del mundo. En los países sur americanos y del caribe existen 39 bases militares norteamericanas, sin embargo toda esta zona es de paz, con solo la lamentable situación de guerra civil entre los colombianos, ahora aupada por el Plan Colombia. Los venezolanos debemos tener mucho cuidado, ser muy precavidos, de aceptar cualquier ayuda ofrecida por el gobierno estadounidense, porque se sabe que desde tiempo de la independencia venezolana los Estados Unidos quisieran tener este país como un estado más de la Unión. Y seguro que si se acepta venga un barco hospitalario norteamericano y anclara en algún puerto venezolano, los mismos norteamericanos lo harían explotar y hundirían para tener la excusa para invadir a Venezuela.