Nadie anota la fecha en que fue a ver una película, pero si recuerda que tan concurrida estuvo la sala del cine. Ha debido ser en 1980 cuando trajeron a Venezuela el film Los niños de Brasil. La asistencia a las salas de cine fue muy alta. En Maracay estuvo varios días en cartelera. Ya para esos años el tema de la clonación estaba circulando y el interés por saber cuántos y dónde estaban los niños que provenían de células de Adolfo Hitler, andaban por allí sueltos, en manos de padres amorosos, inclusive se especulaba que existían algunos en países vecinos a la amazonía brasileña, como en nuestro país. Creo que eran cerca de 65 niños, todos genéticamente uniformes y fenotípicamente similares, aunque sus conductas pudieron haber sido logradas por efecto de la crianza. Todos de ojos azules, cabello lacio, de mirada profunda. Mengele, el famoso médico, alto, esbelto, ario sabía dónde estaban cada uno de ellos y necesitaba crearle algunos traumas parecidos a los que tuvo Hitler en su niñez-adolescencia, de manera que pudiera existir luego la posibilidad de construir un Cuarto Reich, a partir de unos de esos niños con personalidad muy afín a Hitler… así sucesivamente la película transcurrió y lo único que dijimos al final, cuando la comentamos libando algunas cervezas, fue: ¡arrechísima!
Encarnar a Hitler hoy día, y que sea en Brasil es la continuación de la película, la parte II de una saga de momentos históricos que serán, la asunción de la ultraderecha neonazi al poder, en América latina. Ya en la campaña electoral Bolsonaro fue soberbio, agresivo contra lo que odia de la sociedad, contra los comunistas, los afrodescendientes, los desempleados, los sexo-diversos, el feminismo. Es inolvidable la figura de Lula Da Silva decapitado y sangrante impresa en las sudaderas de jóvenes brasileños de la ultra derecha. Este Niño de Brasil odia. El quiere un Brasil que tiene construido en su mente prejuiciosa, potente, posiblemente belicoso con sus vecinos. Ha pensado y creo que lo hará, formar niños de alta relación política con su gobierno, decididos a todo por su líder. Pareciera que ya existen algunos niños que en el Sur de Brasil se comportan como tales.
Estamos a un día apenas del triunfo de Bolsonaro y los miedos existen. Pero también, algunos intelectuales han llamado a mantener la calma, a pensar sin deprimirse, y estar alertas a las políticas que sin duda serán muy parecidas a la prédica del fascismo europeo que también crece como trigo bañado con levadura. Esa mezcla de neonazismo y neofascismo se ha visto en la forma como se plantea el nacionalismo, el racismo y los complejos sociales, y sobre todo la omnipresencia de un salvador poderosísimo cuya imagen crece con la propaganda diseñada por expertos en conquistar las mentes de los que serán posiblemente sus primeras víctimas.
No hay que negar que este acontecimiento, el triunfo de un Niño de Brasil en las recientes elecciones es un retroceso mayor al triunfo de Macri en Argentina y de Duque en Colombia. En todo caso, pareciera que el fenómeno puede ser contrarrestado, porque lo que también ha estado sucediendo es que toda América Latina está polarizada y la gobernabilidad general estará dada por los arreglos políticos, salvo que alguien u otros intereses impulsen un estado de guerra continental… y ese cuento no lo comprendo todavía.