No puede nadie que de verdad tenga buenos sentimientos y se conmueva con el dolor del prójimo, estar tranquilo después de conocerse a través de los medios de comunicación social, que en la caravana de migrantes hondureños que intentan llegar a los Estados Unidos, van 2.500 niños, algunos ya enfermos.
Y lo que da más miedo es la posición y esa insensibilidad del señor Donald Trump, presidente de los EEUU, con respecto de los migrantes que buscan refugio en Norteamérica, asediados por el hambre, la miseria, el desempleo, la falta de salud, de educación, en síntesis, de las necesidades básicas para poder sobrevivir.
Con el señor Trump tenemos, primero, la amarga experiencia de la separación que ordenó de los hijos de migrantes mexicanos de sus padres, y aún muchos no han podido recuperar a sus pequeños, segundo, les escuchamos las severas e inhumanas amenazas en perjuicio de las personas que forman parte del éxodo hondureño, incluso, desde un principio advirtió que reforzaría sus límites con la policía fronteriza, los militares, y cada vez que tiene oportunidad dice que no entrarán a los EEUU.
La policía fronteriza norteamericana es una policía represiva, agresiva, lo ha demostrado hasta la saciedad en la frontera con México y tal situación genera una incertidumbre todavía mayor, sobre lo que le podría ocurrir a esas madres, padres, con sus pequeños en brazos, intentando ser acogidos en tierras estadounidenses.
Ya está bueno que los gobiernos de los países que integran el Grupo de Lima, la Unión Europea y de organizaciones como la OEA, entre otras, se ocupen las 24 horas del día de Venezuela; ocúpense de los migrantes en general. Ocúpense, además, de las causas y los responsables reales que generan esos éxodos de personas en el mundo buscando subsistir. No la causas - óigase bien- que nos da la llamada canalla mediática internacional al servicio del imperio norteamericano, no señor, me refiero a las causas verídicas, sin manipulación, sin fanatismo político, sin la contaminación de los intereses particulares. Qué y quién está llevando el hambre a los pueblos del mundo.
De todas maneras les adelanto que el reconocido filósofo, lingüista y activista estadounidense, Noam Chomsky –les subrayo estadounidense, por si acaso- en una entrevista reciente en Democracy Now, dijo que "esa caravana de personas pobres y miserables huye de la opresión severa, la violencia, el terror y la pobreza extrema en Honduras, Guatemala y El Salvador, tres países que han estado bajo la dura dominación de EE.UU., desde hace mucho tiempo, particularmente desde la década de los 80, cuando las guerras de terror de Ronald Reagan devastaron a El Salvador y Guatemala y, en segundo lugar, a Honduras".
Ahora bien, los representantes de los países y organismos internacionales dependiente del hegemón del norte, pareciera no importarles tal realidad, supeditados a las directrices del señor Trump, de allí que se me ocurre que la gente de buenos sentimientos en este planeta, que sienta amor hacia sus semejantes, acudamos a las mujeres, a las esposas de esos presidentes, a las Primeras Damas, para que intercedan ante sus maridos sobre todo, por los niños, vean en sus hijos el rostro de cada uno de esos infantes que no merecen tanto infortunio, tanta desgracia. Y es que las Primeras Damas, generalmente, ocupan funciones de alto gobierno, presiden fundaciones, ONGs o cualquier organismo de carácter social.
Seguramente ninguna de estas señoras ha padecido necesidades, pero eso no las exime de que como madres pueden sentir en lo más profundo del alma el dolor de esas mamás con sus familias en situación de peligro, de modo, que las exhortamos a que se pongan, aunque se por un instante, en los zapatos de esas mujeres en sus casas –si es que tienen- con las despensas vacías, sin hallar que comida darles a sus muchachos.
El mundo tuvo la oportunidad de ver durante el 73 período de sesiones de la ONU en Nueva York, como la señora Melania Trump logró reunir a un grupo de Primeras Damas, para compartir un banquete en un lujoso restaurant de esa ciudad; yo humildemente les propongo que repitan esa experiencia, y disfruten de otro banquete si quieren, pero, por favor, háganlo para analizar la situación de los niños migrantes, y se comprometan a mediar ante sus esposos, sobre todo, la del señor Trump. Aviven la sensibilidad de sus maridos como padres, abuelos, tíos…Muéstrenle en fotos el hambre y la miseria de esos pequeños en peligro. Háblenles al oído. Ustedes deben conocer el corazón de sus esposos. Ningún ser humano puede ser tan indolente a un niño en una situación de riesgo como esa que ahora viven.
El llamado vale para las periodistas, actrices y cantantes sobre todo mujeres; entiendo que obedecen a los intereses y presiones de esas fuertes "rocas" del disco y de esas poderosas empresas del quehacer artístico internacional, que a la vez están sometidas o forman parte de todo el entramado que conforma el imperio norteamericano, pero por los más pequeño de la casa, intenten conmover al señor Donald Trump y a sus organizaciones y gobiernos satélites. Intercedan de verdad por esos seres indefensos, en especial por los 2.500 niños que avanzan en la diáspora hondureña con un futuro incierto, ábranle los brazos y préstenle la atención que un hijo merece.
No olvidemos que: "Cuando se tiene un hijo/se tiene al hijo de la casa y al de la calle entera/se tiene al que cabalga en el cuadril de la mendiga/y al del coche que empuja la institutriz inglesa/y al niño gringo que carga la criolla/y al niño blanco que carga la negra/y al niño indio que carga la india/y al niño negro que carga la tierra…": Andrés Eloy Blanco