La doctrina Monroe ataca de nuevo…ahora a Venezuela

EEUU no acepta disensos de ningún tipo en su patio trasero. Ello no se asfixia ni se agota en el petróleo, en el cobre o en el caucho. Es algo más importante que esos recursos naturales; se trata del poder omnímodo, de ser propietarios de todo el continente, sin contrapeso.

El ya nada misterioso "destino manifiesto" que los primeros gobernantes de Estados Unidos de Norteamérica dijeron recibir de las divinidades celestiales, fue el puntapié inicial para la política de expansionismo, intervencionismo y robo en descampado llevado a efecto por casi todas las administraciones que ese país ha tenido en su historia.

En lo que a nosotros los chilenos interesa, el primero de nuestros connacionales en salirle al paso fue nada menos que el ministro Diego Portales Palazuelos, quien en una carta enviada a su socio José M. Cea, en el mes de marzo del año 1822 le exponía lo siguiente (por favor, no utilice lectura veloz, hágalo lentamente para aquilatar las palabras e ideas del ministro):

«Aunque no he hablado con nadie sobre este particular, voy a darle mi opinión. El Presidente de la Federación de N.A., Mr. Monroe, ha dicho: "se reconoce que la América es para estos". ¡Cuidado con salir de una dominación para caer en otra! Hay que desconfiar de esos señores que muy bien aprueban la obra de nuestros campeones de liberación, sin habernos ayudado en nada: he aquí la causa de mi temor. ¿Por qué ese afán de Estados Unidos en acreditar Ministros, delegados y en reconocer la independencia de América, sin molestarse ellos en nada? ¡Vaya un sistema curioso, mi amigo! Yo creo que todo esto obedece a un plan combinado de antemano; y ese sería así: hacer la conquista de América, no por las armas, sino por la influencia en toda esfera. Esto sucederá, tal vez no hoy; pero mañana sí. No conviene dejarse halagar por estos dulces que los niños suelen comer con gusto, sin cuidarse de un envenenamiento»

Durante más de dos siglos, casi sin descanso, los distintos gobiernos estadounidenses dedicaron sus esfuerzos a satisfacer a plenitud los intereses de los poderosos banqueros, terratenientes y empresarios que engordaban en su territorio. Un rápido recorrido por la Historia de los últimos doscientos años nos muestra el espíritu corsario, genocida y racista que distingue a la nación del Tío Sam.

Se trata de una ruta manchada de sangre inocente, de tejidos humanos deshilachados a fuerza de masacres ordenadas desde Washington, y de gritos libertarios apagados por el ruido de la metralla y del cañón…todo ello administrado por los norteamericanos, ejecutado por los norteamericanos y en beneficio exclusivo de los norteamericanos.

A poco andar hubo una rápida mutación de la ’doctrina Monroe’ (James Monroe, 5º presidente de los EEUU, quien dijo: "América para los americanos"), pues en 1822 había llegado a la conclusión que España no podría recuperar sus colonias americanas, y el 8 de marzo de ese mismo año, envió un mensaje al Congreso pidiendo la asignación de fondos para el envío de Ministros Plenipotenciarios a las repúblicas de Chile, La Plata (actual Argentina), Gran Colombia, Perú y México, obviamente con la idea de "protegerlas" pues .con su "doctrina" informaba a los europeos que ninguno de los países de ese continente podía interferir en el continente americano… salvo ‘América’, vale decir, Estados Unidos.

Y vaya cómo ha interferido en estos dos siglos no sólo en nuestro continente sino a lo largo y ancho del planeta. Un listado terrorífico (aunque incompleto) da clara cuenta de lo dicho. Vea usted la lista de las principales invasiones realizadas por los Estados Unidos de Norteamérica.

Texas y California, ambas mexicanas en ese entonces (1846); Cuba (1901); República Dominicana (1904); Nicaragua (1912); Haití (1915); Honduras (1924); Corea (1950); Vietnam (1960); Playa Girón, Cuba, fracaso de la invasión norteamericana (1961); Granada (1983); Panamá (1989); Irak (1991); Somalia (1993); Yugoslavia (1995); Afganistán y Sudán (1998); Yugoslavia de nuevo (1999); Afganistán otra vez (2001); Irak de nuevo (2003); Pakistán, Yemen, Somalia (2002); Libia (2011).

A ellas se debe agregar la injerencia sediciosa y predadora realizada en naciones como Brasil, Colombia, Argentina, Chile, Perú, Bolivia, Paraguay, Filipinas, Indonesia, Tailandia, Libia, Turquía, y otras que escapan a mi memoria.

EEUU nunca combatió ni se opuso abiertamente a tiranos como Stroessner, Franco, Oliveira Salazar, Batista, Somoza, Bordaberry, Castelo Branco, Videla o Pinochet. Por el contrario, los protegió, pero siempre con el objetivo de esquilmar a los países donde esos dictadores reinaban. Para el imperio estadounidense las naciones del tercer mundo tienen como nombres el recurso principal que interesa a Washington. Es así que para el tío Sam no existen países con nombres como Brasil, Perú, Chile, Libia, Siria, sino que existe el caucho, el petróleo, el cobre, el gas, el oro, los diamantes, el estaño, el litio, el salitre, las reservas acuíferas, que son propiedad de esas naciones.

Un ejemplo de lo dicho lo dio el propio Donald Trump cuando declaró estar molesto porque Estados Unidos había obtenido "muy poco" de su intervención en Libia, y el haberla atacado e invadido no rindió los frutos que Washington esperaba.

La doctrina Monroe ataca nuevamente, esta vez a Venezuela, debido a que Washington no acepta que en su patio trasero alguien se oponga a sus intereses y veleidades. No se trata entonces únicamente de que el gobierno bolivariano sea malo, muy malo, regular o bueno. Ni siquiera se trata de que alguna prensa internacional (y el establishment mediático estadounidense) consideren "dictador" al actual gobernante venezolano, pues Washington, el FMI y la Unión Europea han aceptado y han ayudado, años atrás, a dictadores de verdad, como los ya mencionados Stroessner, Franco, Videla, Pinochet, Somoza, Batista, etc.

En el siglo veintiuno, Estados Unidos quiere retomar su poder y presencia en el patio trasero. Para ello cuenta con el apoyo de gobernantes que le son tan fieles como un quiltro, pero hay otros (pocos, en realidad) que porfiadamente se oponen a la esclavitud político-económica. Para los gobiernos norteamericanos, el mentado patio trasero forma parte de una especie de biblia ideológica e imperial que ellos llaman "destino manifiesto". Se han convertido –los EEUU- en dueños, jueces y verdugos del 80% del planeta.

Aunque parezca increíble, el más conservador de los ministros chilenos del siglo diecinueve, el despótico y ensoberbecido Diego Portales Palazuelos, ya lo había anticipado. Y no se equivocó siquiera en una coma.

Lo cierto es que América Latina está cada día más próxima a ser nuevamente, en términos absolutos, una colonia.

 



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Arturo Alejandro Muñoz


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