«La patria no existe sin la lealtad de sus hijos».
Antonio Maura
En los seis meses, y contados días, de haberse hecho cargo de la Presidencia de la República de Colombia, el mandadero de Álvaro Uribe Vélez, Iván Duque, ha dada demostraciones para poder asegurar, que no ha pasado un momento sin haberse dedicado a ver que complot arma para atacar al pueblo venezolano, azuzado desde los Estados Unidos por Donald Trump. Me decía un amigo colombiano, con muchos años en nuestro país, que al ver esa actitud de este señor, ha sentido pena ajena de una persona sin ninguna vergüenza al servicio del imperialismo; además muchos venezolanos, con quienes mantiene una relación de franca amistad, les han confesado sentirse sorprendidos por la forma tan rastrera de prestarse para atacar a Venezuela, pisoteando los lazos de hermandad creados por el Libertador Simón Bolívar.
Sin embargo, todo lo que se pueda decir de este señor, parece insignificante, cuando lo vemos hablando a través de los medios audiovisuales; al extremo de opacar al recién electo Presidente del Brasil, Jair Bolsonaro, quien obtuvo el triunfo precedido de ser un auténtico ultraderechista–fascista– amenazando con exterminar todo lo que huela a socialismo, pero al llegar se ha conseguido con un pueblo dispuesto a enfrentar sus embestidas, el cual lo ha frenado por el momento. El señor Duque, al contrario, no conforme con montar un espectáculo para distraer la atención, y así atacar abiertamente a Venezuela con un grupos de artistas llenos de odio, como lo demostraron: José Luis Rodríguez, y Miguel Bose, quien prácticamente regaño en pleno escenario a Michelle Bachelet, ex presidenta de Chile, por no tomar decisiones drásticas en el seno de la ONU, se convirtió en un guarimbero al lado de una cantidad de jóvenes pagos, con una sola tarea por demás vergonzosa: terminar de abrir el camino para una invasión por parte de los Estados Unidos.
Todo lo hecho por Iván Duque, quien parece estimularse con el apellido, más el apoyo del imperialismo, es una muestra de fascismo puro sin importarle la vida del ser humano, al pisotear LA CARTA DE LAS NACIONES UNIDAS, en su capítulo 1, cuando reza claramente sus PROPÓSITOS Y PRINCIPIOS, al estimular la practicar de la tolerancia y a convivir en paz como buenos vecinos.
Todas las demostraciones de este guarimbero de la política latinoamericana, nos lleva a pensar, que al escuchar hablar de ignorancia señalando a este mandatario, la realidad no parece estar muy lejos, por los antecedentes muy cercanos, cuando de manera muy formal, como si estaba dando una clase magistral le endoso la independencia de los colombianos, a unos personajes estadounidense, que ni siquiera pisaron tierra colombiana.
El señor Duque, ha hecho todo lo que no debe hacer un mandatario en estos momentos, y sobre todo latinoamericano: prestar la tierra colombiana para atacar un vecino, abierta y descaradamente sin esconder nada, con algunos argumentos fácilmente aplicables a su mandato, como es la miseria, y pobreza, precisamente en el lugar–Cúcuta– donde se efectuó el concierto millonario; además en el departamento del Chocó–capital Quibdó– las inundaciones por algunos ríos, ha dejado una situación gravísima, pero ahí, no funciona la ayuda humanitaria, y en la Guajira colombiana las noticias son más alarmantes; un periódico –la libertad– titula en primera página la siguiente noticia (POR DESNUTRICCIÓN EN LA GUAJIRA VAN 4.770 NIÑOS WAYÚU FALLECIDOS) . Esto nos permite hacer la siguiente pregunta: ¿Dónde está la moral del Presidente colombiano?
Todo esto nos explica de manera muy clara: En Venezuela la oposición carece de dirigencia; son convocados nada menos, que por la plana mayor del gobierno estadounidense: Trump, Pence, Pompeo, y el perrito faldero: Duque, quienes no dejan de tocar la sirena para sacarlos a la calle cargados de odio, mientras crean las condiciones para una invasión. Sin embargo, se han conseguido en todo el mundo un rechazo lleno de solidaridad, con la fuerza moral de un volcán en erupción; porque nadie puede detener la verdad; por eso el poeta Henry David Thoreau, decía: "En vez de amor, dinero o fama, dame la verdad".
¿Qué pensaran los hermanos colombianos al ver su presidente, cumpliendo órdenes del imperialismo, como un niño de mandado? Pero estamos seguro: más temprano que tarde, el noble pueblo de Colombia, ese que acompaño a Simón Bolívar en la guerra de independencia, le va enseñar la cartilla a Iván Duque, para que aprenda las reglas de la convivencia, y a la vez recordarle el imperdonable error, con el cual ha venido manchando la verdadera historia de nuestra América, al convertirse en un perfecto guarimbero.