“Ya nos veremos yo y tú, / juntos en la misma calle,..” Guillén
El reciente Congreso de la UNEAC ha resaltado varios hechos fundacionales que han sido inspiración de la organización y sus asociados. Entre ellos estuvieron presentes los homenajes a Nicolás Guillén como su primer presidente y especialmente a Fidel como el creador y guía de la política de la Revolución para los escritores y artistas de Cuba., como expresión de una continuidad y un rumbo certero de la cultura de estos tiempos.
Guillén, el poeta nacido en Camagüey el 10 de julio de 1902 y fallecido el 17 de julio de 1989, ha sido reconocido, por su obra y actuación, como nuestro Poeta Nacional, y, por tanto, constituye una referencia indispensable a la hora de analizar el compromiso y la lealtad con las ideas cardinales de la revolución y el socialismo en todas las épocas.
Sobre la misión militante y revolucionaria de la poesía de Guillén, debo apuntar que a finales de diciembre de 1958 la situación de la dictadura de Batista era insostenible en el campo militar. Por ejemplo, en el caso de Baracoa, en el extremo oriental del país, ya le era imposible el envío de refuerzos, ya que las principales ciudades de la provincia de Oriente, incluyendo su capital, Santiago de Cuba, estaban sitiadas y con la amenaza inminente del asalto final. Fue así que las Fuerzas Armadas de Batista decidieron la evacuación de las tropas acantonadas en la ciudad de Baracoa, y procedió a ejecutarla en la tarde y noche del 27 de diciembre en una fragata fondeada en el puerto. Con la partida de todas las tropas batistiana, se produjo la entrada del Ejercito Rebelde al amanecer del día 28. Algunos soldados y clases simpatizantes o colaboradores de las fuerzas revolucionarias no se evacuaron y desertaron, entregándose o presentándose a las tropas del Ejército Rebelde. También fueron liberados por sus custodios un grupo de jóvenes revolucionarios que habían permanecido presos en la cárcel, sin que hubieran sido sometidos a juicio.
En la mañana del día 28 las calles angostas y vetustas de Baracoa eran un mar humano que saludaba y abrazaba a los miembros del Ejército Rebelde y a los miembros de las milicias clandestinas revolucionarias, que en conjunto empezaron a adoptar las medidas organizativas, de dirección y orientación a la población. Nunca se había visto una fiesta tan sui géneris en medio de un conflicto armado. La libertad, tanto tiempo perdida por la usurpación de un régimen tiránico, era recobrada a un precio alto de lucha, de sacrificio y de muerte.
Ese día, en el local del Ayuntamiento, se reunieron los principales factores revolucionarios, presididos por el Comandante Pena y los Capitanes José Durán Bravet (Zapata) y Carlos Lahite Lahera. Y se designaron las autoridades civiles y militares de la ciudad. Una vez concluida las operaciones en Baracoa, las tropas al mando de Pena se dirigieron hacia la ciudad de Guantánamo, ya sitiada, para el asalto final.
Fue en esas circunstancias, recién terminada la reunión en el Ayuntamiento, que se decidió iniciar la propaganda revolucionaria a través de la radioemisora local CMDX Radio Baracoa, y mediante un documento manuscrito elaborado sobre un buró de caoba de uno de los locales, se indicaba a su propietario ponerse a disposición del Movimiento 26 de Julio e intercalar las orientaciones revolucionarias todo el tiempo requerido dentro de la programación habitual de la emisora. Así se logró inmediatamente el acatamiento de la orden y la colaboración por parte de los locutores y el dueño de la entidad.
Con la puesta a disposición del Movimiento 26 de Julio, la radioemisora local CMDX Radio Baracoa, inició la transmisión de las orientaciones revolucionarias.
En lo que respecta a la poesía de Guillén en aquellas circunstancias, es notorio el hecho de que en el país aún se combatía contra miles de hombres en las filas de las Fuerzas Armadas de la Tiranía. Por eso, el mensaje transmitido expresaba:
“Y mientras hoy Baracoa respira el aire puro de la libertad. Mientras Sagua de Tánamo es libre y decenas de pueblos más se incorporan a la cadena de pueblos libres, otros pueblos de la Isla esperan su liberación, ocupadas aún por hombres de uniformes amarillos y con órdenes de seguir pisoteando la libertad de esos pueblos. A esos soldados decimos:
“Ya nos veremos yo y tú,
Juntos en la misma calle,
Hombro con hombro, tú y yo,
Sin odios ni yo ni tú,
Pero sabiendo tú y yo,
A donde vamos yo y tú.
No sé porque piensa tú,
Soldado, que te odio yo.”
La poesía de Guillén, representada por el poema No sé por qué piensas tú, participaba de esta forma en la lucha revolucionaria contra la tiranía imperante en el país, 21 años después de haber sido publicada en 1937 en México, su obra Cantos para soldados y Sones para turistas, dedicada a su padre, “muerto por soldados” en 1917, en una de las guerras civiles donde las facciones políticas dirimían disputas electorales.
En ese entonces vivía exiliado, en Argentina, Nicolás Guillén, quien ese mismo año de 1958 había escrito en Buenos Aires su poema Che Guevara, cuya primera estrofa expresa: “Como si San Martín la mano pura / a Martí familiar tendido hubiera, / como si el Plata vegetal viniera / con el Cauto a juntar agua y ternura”.
Con el triunfo de 1959 y el retorno del poeta a Cuba, la poesía de Guillén se fundiría con la realidad del pueblo en plena revolución, formaría tribuna en su voz y en la del pueblo y se harían reales y tangibles los vaticinios y esperanzas cantados en sus versos.
El carácter fraterno e inclusivo del mensaje de los versos de Guillén pronto lo vimos de manifiesto con el triunfo de la revolución. Cuando empezaron a realizarse obras sociales diversas como calles, carreteras, escuelas, instituciones de salud, etc., con la incorporación al trabajo de la masa grande de desocupados, fue necesario llenar las plantillas de la mano de obra. Recordamos que algunos individuos planteaban reclamaciones al Movimiento Revolucionario 26 de Julio, a cargo en aquel entonces de la política laboral, porque se incluían soldados y policías del ejército de la tiranía, que habían sido licenciados, pero que, no obstante, se incluían también en las brigadas, pues la revolución defendía el derecho al trabajo de aquellos que tenían la condición de desocupados, sin distinción alguna. Así que cada sector de la población tenía su cuota para el acceso a las plazas convocadas. Y con ello se cumplía lo expresado en el poema: “Ya nos veremos yo y tú, / Juntos en la misma calle”.
Fue en 1960 que el poeta inició sus recitales en las ciudades a lo largo del país, y en ese periplo y encuentro amplio de los cubanos con su presencia, su voz, sus ideas y su poesía, la ciudad de Baracoa también fue parte del itinerario y el recital en aquella ocasión se celebró en el teatro Encanto, situado frente al parque de la Independencia.
Como corolario, cabe apuntar que las armas de la cultura participaban de esta manera en la lucha revolucionaria. Y es que la cultura es poder y es alma de la nación. Por eso, propagar la cultura es propender a la solidaridad, es crear ese vínculo fraterno y poderoso que enlaza espiritualmente al pueblo y logra identificarlo con los valores eternos del pensamiento y los ideales. En toda la evolución la cultura creada por los pueblos en su devenir histórico, insta persuasivamente a los hombres, los conduce al cumplimiento de sus fines esenciales y a la creación y realización de sus aspiraciones, sueños e ideologías.