1. Mentiras gubernamentales
Es difícil hacerse una idea correcta de la pandemia del COVID-19, porque prácticamente todos los gobiernos occidentales mienten cuando hablan del tema. Trabajan en modo fake news acelerado, proporcionando información falsa y engañosa a los ciudadanos, desde las cúspides más altas del poder hasta sus burócratas médicos y propagandistas oficiales. Quieren encubrir el hecho, de que han sido los principales causantes y responsables de la dantesca catástrofe que aflija a la humanidad.
2. Entierros masivos en Nueva York
A nivel mundial las infecciones registradas se acercan a 1.8 millones, mientras que el número de muertos ha sobrepasado los 100.000. En el centro del capitalismo global, New York-Wall Street, el gobierno recurre a entierros masivos (mass graves), mientras busca conseguir desesperadamente 30,000 respiradores (ventilators) y 140,000 camas en hospitales para las próximas dos a tres semanas, cuando se espera el ápice de la epidemia, según el gobernador del Estado, Andrew Cuomo.
En la periferia del capitalismo global, en el mayor slum de Mumbai (Dharavi), donde vegeta alrededor de un millón de personas y la densidad urbana es treinta veces mayor a la de Nueva York, no hay condiciones sanitarias ni espacio físico para el distanciamiento social, para detener al virus. De ahí, que la hecatombe causada por los gobiernos capitalistas pronto se contará en millones de víctimas.
Sobran razones, pues, para que los gobiernos burgueses y sus "aparatos de guerra psicológica" --o pussycat media como dice George Galloway-- traten de impedir el escrutinio público de su delincuencial negligencia ante el advenimiento de la pandemia.
3. China advirtió: las democracias burguesas no hicieron caso
El 30 de diciembre, 2019, el médico-mártir Li Wenliang detectó en Wuhan el brote de una epidemia causada por un nuevo subtipo (cepa) del coronavirus. Apenas doce días después (sic), investigadores del Centro Clínico de Salud Pública de Shanghai y la Escuela de Salud Pública, dirigidos por Yong-Zhen Zhang, publicaron la secuencia genómica del virus (draft sequence genome) en un sitio de acceso abierto del internet (virological.org), a fin de que los Estados del mundo pudieran colaborar en la guerra contra el patógeno.
Desde hace tres meses y medio, por lo tanto, los gobiernos del mundo occidental y sus burocracias médicas disponían de la información empírica sobre el brote de una peligrosa pandemia. En la medida en que China enfrentó al peligro, obtuvieron también toda la información sobre las estrategias de prevención y control que se ejecutaban para detener la epidemia. Pero, no hicieron caso. Minimizaron el peligro, recurrieron al oscurantismo religioso y produjeron fake news a escala industrial. Ahora excavan fosas para entierros masivos de los pobres en la ciudad más rica del mundo.
4. Los muertos hablan
Ante las mentiras de los responsables del desastre mundial una de las pocas fuentes de información confiable es la Johns Hopkins University (JHU) en Estados Unidos. Las estadísticas de esta institución revelan con cifras precisas el alto precio que la humanidad está pagando por la vagancia de los gobiernos burgueses, tanto neoliberales como socialdemócratas. La pirámide mundial de muertos por el Covid-19 la encabeza Estados Unidos con 21,000 fallecidos; le sigue Italia con 20,000; España con 17,000; Francia con14,000 y Gran Bretaña con 10,000. En cambio, la cifra de muertos en la República Popular de China apenas alcanza 3.340. Una diferencia abismal.
5. Las víctimas gubernamentales
La enorme diferencia en el número de víctimas entre los ricos Estados burgueses del Primer Mundo (Mao) y la China Popular, que está en vías de desarrollo, se hace más dramática aun, cuando se relaciona con la demografía de esos países. Comparando la población estadounidense con la de China --330 millones de habitantes versus 1.4 mil millones-- y suponiendo una dinámica evolutiva homogénea del patógeno, China debería haber sufrido alrededor de 84,000 muertos. Sin embargo, sólo tuvo 3.340. Vis-a-vis Italia, tendría que haber sufrido cerca de 470,000 muertos; comparado con España cerca de 510,000 y contrastado con Francia alrededor de 280,000 víctimas.
Sin embargo, China ha tenido "sólo" 3,340 muertos y esto pese el factor agravante, de que fue el primer país que se enfrentó a este virus desconocido. ¿Cómo se explica, entonces, la perturbadora diferencia de víctimas entre las acaudaladas democracias burguesas del Primer Mundo que tienen ingresos per capita de cerca de 50,000 dólares y donde los pueblos eligen "democráticamente" a sus gobernantes, y la aún subdesarrollada China del Tercer Mundo, con un ingreso per capita de 10,000 dólares, gobernada por el Partido Comunista de China?
6. Capitalismo y Socialismo: la prueba de fuego
La diferencia entre las tasas de mortalidad (y contagios) de las democracias burguesas y China se explica por dos simples razones. En primer lugar, el sistema de gobernanza creado por el Partido Comunista de China (PCC) es, hoy día, el más eficaz de la sociedad global; seguido de cerca sólo por Singapur. En segundo lugar, los gobiernos burgueses son simples agencias de outsourcing político del Gran Capital que domina todas las facetas de la sociedad global.
El Gran Capital no tiene patria, sólo tiene bolsillos, decía Gramsci. Para llenar esos bolsillos disminuye incesantemente los costos que afectan sus ganancias. Los pobres, los viejos, los discapacitados, los enfermos, todos los que no producen plusvalor (ganancias), representan simplemente costos. Y los costos, como aprende todo estudiante en el primer semestre de economía, deben reducirse siempre al mínimo posible. Inversiones en la calidad de vida de esa gente "improductiva", por ejemplo, pensiones, salud pública, etc., es, en la jerga de los economistas "una mala propuesta empresarial".
Por eso, el Fondo Monetario Internacional (FMI) alertó en su "Informe sobre la estabilidad financiera mundial (GFSR)", publicado en 2012, que "las implicaciones financieras del riesgo de longevidad son potencialmente muy grandes; es decir, el riesgo de que la gente viva más de lo esperado". Ahora el FMI y sus cohortes empresariales pueden dormir tranquilos: el COVID-19 se encargará de reducir "el riesgo de que la gente viva más de lo esperado".
7. Criminal negligencia del gobierno alemán
Todo lo que sucede ahora era previsible y, de hecho, fue previsto. El gobierno de Angela Merkel y las cámaras legislativas germánicas fueron advertidos desde el año 2012, que había una alta probabilidad de una pandemia de este tipo. El Instituto Robert Koch, comparable a los CDC y la FDA en Estados Unidos, hizo la simulación científica respectiva basada en los siguientes parámetros: un "hipotético patógeno Modi-SARS" estalla en un mercado en el sudeste de Asia. "El evento va a ocurrir en febrero". Algunas personas se infectan y llevan el virus a otras partes del mundo. En abril llega a Alemania. El período de incubación puede tomar hasta 14 días. La tasa media de mortalidad es menor en niños y jóvenes, mayor en pacientes adultos. "Un ejemplo actual de un patógeno de reciente ocurrencia es un coronavirus (novel coronavirus) que no está estrechamente relacionado con el SARS-CoV. Este virus se ha detectado en seis pacientes desde el verano de 2012, dos de los cuales han muerto". (Drucksache Bundestag 17/1205, 2013)
Pese a ese pronóstico de asombrosa calidad científica, el gobierno y los legisladores germánicos no hicieron nada. Preguntado en la televisión sobre su desidia, el prestigiado profesor de medicina y parlamentario socialdemócrata Karl Lauterbach dio la siguiente respuesta: "Nadie se sentía responsable".
8. Criminal negligencia de los gobiernos estadounidenses
Bill Gates ya había advertido en 2015, en el contexto de la epidemia del Ebola, que podía surgir una pandemia viral que se propagara por el aire y que se contagiara a través de pacientes asintomáticos. Es una amenaza "no de misiles, sino de microbios" enfatizó, y dijo que la falta de preparativos ante ese peligro equivalía a un "fracaso global".
El magnate estaba en lo correcto, pero el escándalo era mayor, por que un equipo de científicos en Houston, Texas, prácticamente ya tenía una vacuna lista para un coronavirus que afecta al ser humano, desarrollada sobre los coronavirus zoonóticos del SARS (2002) y MERS (2012).
"Habíamos terminado los ensayos y habíamos pasado por el aspecto crítico de crear un proceso de producción de la vacuna a escala piloto", en 2016, informó a BBC Mundo la doctora María Elena Bottazzi, codirectora de la Escuela Nacional de Medicina Tropical del Colegio Baylor de Medicina de Houston. "Entonces fuimos a los NIH (Institutos Nacionales de Salud) y les preguntamos: '¿Qué hacemos para mover rápido la vacuna a la clínica?' Y nos dijeron: 'Mira, en estos momentos no estamos interesados'".
"No estábamos pidiendo 100 ni 1.000 millones de dólares", señala la científica. "Estábamos hablando de tres o cuatro millones de dólares. Con un millón y medio hubiéramos podido hacer un estudio clínico para tener un perfil en humanos. Pero nos pararon justo cuando estábamos a punto de tener una evidencia interesante".
El financiamiento se acabó porque no había un mercado para la vacuna, explica Peter Kolchinsky, director de la compañía de biotecnología RA Capital. "La realidad es que cuando hay un mercado, hay una solución…Hoy en día contamos con cientos de vacunas para coronavirus, pero todas son para animales: cerdos, pollos, vacas, etc.". Son vacunas para prevenir enfermedades que pueden costar millones de dólares a la industria avícola y ganadera. En cambio, al controlarse los brotes de coronavirus MARS y SERS en humanos, las investigaciones como la de la Dr. Bottazzi ya no encontró financiamiento. Porque, "El problema es que para cualquier compañía es una terrible propuesta empresarial desarrollar un producto que, según las probabilidades, no será utilizado en décadas o quizás nunca". El mercado, es decir, la ganancia es Rey.
9. China: la metodología del triunfo
En su guerra de todo el pueblo contra la pandemia, el presidente Xi, el PCC y el Estado chino crearon un patrimonio de la humanidad, al construir el paradigma metodológico necesario para vencer al virus. Nueve medidas socio-estatales ejecutadas sistemáticamente garantizaron el triunfo. 1. La cuarentena sistemática del epicentro epidémico para impedir la expansión del virus. 2. La firme imposición de la sana distancia para cortar las cadenas de infección. 3. El uso obligatorio de cubrebocas y la desinfección sistemática de espacios compartidos. 4. Diagnósticos masivos en centros de movilidad social (metro, carreteras, aeropuertos etc.) mediante alta tecnología (cámaras termográficas) y en unidades habitacionales, incluyendo a la población asintomática. 5. La organización de la logística necesaria para las personas en cuarentena. 6. La inmediata expansión de la capacidad hospitalaria, por ejemplo, la construcción de dos hospitales con mil camas cada uno, en diez días (¡!). 7. La movilización nacional de los equipos humanos y técnicos imprescindibles en el epicentro de Wuhan. 8. La remoción inmediata de burócratas partidistas y estatales inoperantes. 9. Una oportuna, veraz y coherente política de información de la población, encabezada por el líder moral e institucional de la nación, el presidente Xi Jinping, para concientizar y tranquilizar a la población.
10. La Prueba de fuego gubernamental
Los nueve pasos son la estrategia de la victoria que todo gobierno debe seguir, si quiere proteger a su pueblo. De hecho, este decálogo de medidas es una prueba de fuego para la eficacia de los gobiernos nacionales. Aquellos, que no aplican el decálogo completo en los tiempos necesarios y con la firmeza imprescindible, fallan en su obligación protectora de los ciudadanos. Porque, cuanto más tiempo se tarda un gobierno en implementar esa estrategia de manera rápida y firme, utilizando donde es necesario a la policía y las Fuerzas Armadas, mayor es el daño de la tragedia.
Aun así, ninguna democracia capitalista en Europea o América ha seguido el paradigma de China. Al no hacerlo, se convirtieron en vectores de la pandemia mundial con Estados Unidos como epicentro. Las cifras de fallecidos que citamos indican el costo humano de su negligencia.
11. La hija de la globalización
El COVID-19 se ha convertido en el litmus test de la calidad de gobernanza de los gobiernos globales. Hacer la pregunta, si la pandemia es "la hija de la globalización" es, por supuesto, una tontería. La pandemia es el resultado de la inoperancia y de las mentiras de los gobiernos neoliberales y socialdemócratas europeos y americanos, que permitieron, que un evento natural controlable se convirtiera en una apocalipsis mundial.
Ellos y la civilización capitalista a que sirven, son los verdaderos causantes de la tragedia que vive la sociedad global. Es hora, de sustituir a ellos y sus amos, para salvar a la humanidad.
PD: El régimen de Maduro ha cometido un nuevo crimen de lesa humanidad. Su Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) secuestró y desapareció al Profesor Javier Vivas Santana en la noche del 25 de marzo. Exigimos la inmediata presentación con vida del profesor Vivas Santana y el castigo de los responsables de este abominable crimen.
¡VAMOS A CREAR UNA CAMPAÑA MUNDIAL PARA SALVAR SU VIDA!