1. ¿Quién permitió la catástrofe?
Con 16.8 millones de personas infectadas por el covid-19 a nivel global, 662 mil muertos y los epicentros de la tragedia en América del Norte y Sur, el debate sobre las causas y responsables de esta catástrofe mundial se está haciendo viral.
En el centro del debate está la siguiente pregunta: Si el algoritmo de control eficaz de la pandemia estaba disponible desde febrero del año 2020, desarrollado por la comunidad científica y política china, entonces: ¿quiénes son los responsables del hecho, de que algunos focos de infección en Europa, la Unión Americana y Asia, se convirtieran en una crisis multidimensional que hace peligrar la convivencia global y seguridad de los pueblos?
La respuesta a esta pregunta determinará la composición política de los gobiernos nacionales (elecciones) en los próximos años --con posibles cambios dramáticos en Washington, Brasilia y Ciudad de México-- reconfigurará el sistema global y hará imperativo la transición hacia una eco-civilización post-capitalista democrática mundial.
2. La cortina de humo del Covid
Para entender de manera objetiva la praxis de los actores políticos y sociales en este drama real, sus dramatis personae, es necesario usar una métrica científica, dado que muchos involucrados tienen "cola que le pisen", ya sea por negligencia, ignorancia, intereses políticos o mercantiles dominantes. Tales actores han creado una cortina de humo de mentiras, sofismas y fake news, que hace casi imposible, que el ciudadano común (sin educación científica) pueda comprender la etiopatogénesis del Covid-19. Es decir, las causas y dinámicas evolutivas del virus. La actual campaña sucia de estos manipuladores contra la vacuna anti-covid rusa, que estará disponible el 10 de agosto, es una manifestación más de su criminal actuación.
3. Los manipuladores del pueblo
Entre los múltiples decisores y manipuladores del tema se encuentran gobiernos, jefes de Estado y presidentes; políticos populistas; mistificadores y charlatanes seudo-científicos como la Dra. Stella Immanuel, nuevo icono de Trump, que sostiene que el cubre boca no protege y que el sexo nocturno con demonios (demon sex) embaraza a las mujeres vía los sueños; los mercaderes del perception management de las corporaciones farmacéuticas (Big Pharma) y el narcicismo y mercantilismo de los tecnócratas del establishment médico, cuyo perpetuum mobile no es Hipócrates sino los altos ingresos y las cámaras de televisión.
4. La métrica de la verdad
Para no caer víctima de esos engendros propagandísticos de diferente procedencia, la unidad de medición más sintética y objetiva para responder a nuestra pregunta es: la tasa de muertos por millón de habitantes. Es el indicador sintético (holístico) más funcional para el debate general, porque resume los múltiples factores de la expansión pandémica del covid-19 -- la densidad demográfica, el comportamiento poblacional, la calidad de salud pública, la política del Estado, etc.-- en un coeficiente fácil de comprender.
Utilizando esta métrica, la tasa de muertos por millón de habitantes para algunos países es, en cifras aproximadas: Estados Unidos, 480 difuntos por millón; Brasil, 445; México, 360; Alemania, 108; Argentina, 60; Uruguay, 10; Cuba, 08; Japón, 08; China, 03.3; Vietnam, 00.
5. ¿Fallaron los gobiernos?
El conocimiento científico elemental de la etiopatogénesis del virus, al igual que el Algoritmo chino de las siete sapiencias (Zhōngguó káng yí qī dá zhíhuí de suánfǎ) para controlarlo, está disponible globalmente desde hace seis meses. La secuencia del algoritmo chino, cuya sinergia vía la implementación integral protege la vida humana y la reproducción económica, consta de siete medidas: diagnósticos masivos, rápidos y frecuentes; contact tracing; cuarentena estricta impuesta por el Estado; uso obligatorio de cubrebocas y distancia física; logística sanitaria adecuada; información verídica y sencilla para concientizar a la población; y, de manera preponderante, la praxis del jefe de Estado o presidente, para coordinar el esfuerzo nacional, informar con la verdad objetiva y dar el ejemplo educativo a seguir para los ciudadanos.
La disponibilidad del conocimiento científico para controlar al patógeno en febrero del 2020 deja absolutamente claro la responsabilidad del Estado ante el desastre. Sólo el Estado (sociedad política) tenía las facultades para conocer y asimilar de inmediato los conocimientos desarrollados por China, operar la necesaria transferencia de conocimientos objetivos y aplicarlos en los territorios bajo su jurisdicción. Ninguna sociedad ni organización civil pudo haber asumido esa tarea.
6. Trump y el ocaso de los autócratas
Lo más asombroso de este drama, sin embargo, es, que siga habiendo gobiernos que no aplican el algoritmo salvador, sino que prefieren arrastrar a sus países al abismo como parte de su Goetterdaemmerung (ocaso) autocrática. Trump, al igual que Boris Johnson, Jair Bolsonaro y otros autócratas, se niega a reconocer el fracaso de su kakistocrática política sanitaria-económica, para, en un cambio radical de gobernanza, aplicar íntegramente el protocolo de salvación de salud pública disponible. Esto, pese a que Estados Unidos tiene una tasa de muertos por habitante trágica, al igual que una tasa de destrucción económica desastrosa.
En el primer trimestre de este año, el PIB de Estados Unidos cayó $ 186.3 mil millones (billions), equivalente al 3.4 % del GDP. En el segundo, la pérdida fue de $2.15 millones de millones (trillions), equivalente al 34.3 % del GDP. En términos anuales disminuirá alrededor del 7% (FMI), mientras que el PIB de China y Vietnam crecerá entre el 3 y 4 %. Aún así, Trump insiste en su política de tipo Nerón, intensificando una absurda guerra económica contra China, Alemania (Nordstream), Turquía, Irán y Rusia, que acelera la destrucción del Imperio de America First.
7. ¿Fallan los ciudadanos latinoamericanos?
La concientización y organización de los ciudadanos por parte del Estado es un elemento fundamental de la estrategia anti-virus. Pero también lo es el comportamiento del ciudadano. Muchos intelectuales dicen que no se puede aplicar el método chino anti-covid en México, porque la población no es disciplinada, como en los países asiáticos. Cito a un médico y un economista, sobre su visión de este problema de la identidad latinoamericana.
El médico oftalmólogo Ernesto Quezada dice que "México no está mal. Lo que está mal somos los mexicanos y casi todos los latinoamericanos. No podemos compararnos con la mayoría de las sociedades asiáticas, que traen milenios de cultura hacia la obediencia civil, respeto por los derechos y la salud de los demás y, sobre todo, por el cuidado de su población mayor y –no hay forma de negarlo-- la confianza en sus autoridades.
8. Difícil tratar con pacientes mexicanos
En Latinoamérica se tiene que luchar con la idiosincrasia de nuestros pueblos, la ignorancia flagrante que desafortunadamente existe, la desobediencia ante el conocimiento científico y las consecuencias de décadas de gobiernos egoístas, mezquinos, avaros y despreciativos hacia los más desfavorecidos de la sociedad.
Cómo médico puedo atestiguar lo difícil que es tratar con pacientes mexicanos que siempre niegan la responsabilidad de su malestar. Siempre, la culpa la tiene alguien más, y aparte, se resisten al tratamiento sugerido, reniegan de lo que hay que hacer y en muchos casos no lo hacen, porque la vecina les dijo que les va a hacer daño. Posteriormente regresan, como se ha visto durante la pandemia, con muchas más complicaciones. Y si algo no sale como ellos quieren, es culpa del médico o del personal de salud. Nunca de ellos ni de sus actitudes o forma de responder a lo que se les indicó.
Se puede escuchar muy mal, pero es la realidad, el pueblo mexicano está muy retrasado en esos aspectos, en muchos casos; como se ha hecho evidente en las últimas semanas. Nos ven al personal de salud cómo sus enemigos y piensan que les queremos hacer daño. ¿Por qué? Por ignorancia y de nuevo, porque la vecina o el amigo del amigo les dijo.
Cuando recibimos algún paciente de esas otras sociedades, notamos la diferencia de una forma muy satisfactoria; pacientes informados, atentos a lo que les pasa y lo que les explicamos, sobre lo que hay que hacer y sobre todo, obedientes! Porque saben, que de eso depende que ellos y su gente alrededor estén bien. Claro que demandan atención buena y de calidad y con resultados esperados de acuerdo a lo conocido. Pero ellos se comportan de forma adecuada, de ahí, que no pueda ser por su irresponsabilidad que el tratamiento no funcionó.
No, Latinoamérica desgraciadamente no puede copiar la forma de manejar la pandemia de China. Nos faltan siglos de educación y de gobiernos preocupados por el pueblo, más que por enriquecerse, para siquiera acercarnos a eso."
9. "Falta de capacidad, intransigencia y pelotudez"
Un economista crítico mexicano interpreta el problema de la siguiente forma: "Ahora que he estado días en el hospital, en terapia intensiva e intermedia, por un problema grave de salud de un familiar, en "uno de los mejores hospitales de CDMX"; y platicado con y visto a varios médic@s y enfermer@s; no tengo duda que una de las causas (entre otras) de cómo está el país en torno a la pandemia del Covid-19, es por la falta de equipo y personal médico capacitado (se mercantilizó la salud in extremis).
...Y viviendo en un barrio popular, y siendo la mayoría de mis conocidos de barrios populares, la otra causa es la intransigencia, negligencia, pelotudez de la gente. Frente a esto y más, es difícil que modelo alguno funcione... Con todo, concuerdo con usted que algo del modelo chino se puede recuperar."
10. Monarcas absolutos y pelotudos
En una conversación con Mario Vargas Llosa en su casa en Lima, el escritor sostuvo también la idea, muy divulgada globalmente, que los latinoamericanos, a diferencia de los europeos, no tienen predisposición para la ciencia, sino para las artes, la cocina, etc. Unos son dionisíacos y los otros apolíneos, podríamos decir, con conceptos de Nietzsche. Un enfoque binomial de este tipo, sin embargo, no haría justicia al problema, como muestran Cuba y Uruguay por una parte, y Estados Unidos, por otra.
La verdad sobre la influencia de cada una de las dos variables (responsabilidad de los gobiernos y de los ciudadanos) se refleja en la realidad objetiva, que hemos medido con la tasa de muertos por habitantes y el crecimiento de la economía. Un análisis científico más profundo demostraría que la clave para vencer al patógeno, la solución óptima al problema del covid, es la cooperación eficiente entre el Estado y la población. Pero el peso de ambas entidades no es igual. Si el Estado no implementa los algoritmos exitosos de salud pública --si es necesario por la fuerza-- no se puede parar la pandemia.
De ahí, que el Estado corre, según la situación nacional, con un 60 a 90 por ciento de la responsabilidad de la catástrofe actual. En el caso de Trump, su responsabilidad es el cien por ciento, porque es el decisor clave que impide toda solución racional y científica al problema. Es el monarca absoluta del l´etat c´est moi (el Estado soy yo), escasamente disfrazado de presidente constitucional de una democracia presidencial burguesa, que piensa en golpes de Estado y postposición de las elecciones de noviembre, para mantenerse en la presidencia, pese a ser responsable del "failed Covid-19 state".
11. Covid, Pueblo y la Corte Penal Internacional
La iniciativa de los trabajadores brasileños de la salud (Unisaúde) ante la Corte Penal Internacional (CPI), de que investigue al presidente Jair Bolsonaro por "crímenes de lesa humanidad", evidencia, que las víctimas del mal manejo de la pandemia no están dispuestas a tolerar más la negligencia abusiva de los gobernantes pre-científicos.
12. Última llamada para presidentes pre-científicos
Los Jefes de Estado, que aún no entienden, que el tema político decisivo para conservar el poder es la crisis del covid –no la geopolítica, la guerra comercial, la corrupción, el racismo, los pecados del neoliberalismo, el Brexit, etc.— y que, en consecuencia, no aplican integralmente el protocolo científico disponible y comprobado para salvar vidas y economías nacionales, se están configurando tres escenarios futuros posibles. Perder el poder por elecciones, ser desplazados por golpes de Estado institucionales (Trump, Bolsonaro) o violentos (Calderón) o ser removidos por la acción de las masas y/o la justicia internacional.
¡Quién tenga ojos, que vea!
Publicado en www.ciencialibertad.org