Trump, agitado y con el rostro más rojo de lo acostumbrado, llegó presuroso a la reunión por él mismo convocada en la oficina oval de la Casa Blanca, donde ya le esperaban entre otros Mike Pence, Mike Pompeo, Elliot Abrahams y uno que otro integrante de su gabinete, porque la mayoría, sabiendo el objeto de la reunión, optó por inventar excusas, casi ninguna en relación con la pandemia, sabiendo que el presidente a eso no le daría validez y sustento, con el objeto de definir qué hacer, dado los resultados que anuncian los organismos electorales y la tendencia a imponerse la idea que Biden es el nuevo presidente.
Cree él, sin que en eso tenga un ápice de dudas, que ganó las elecciones y hasta de carrera, pues ¿qué otra cosa pudiera suceder siendo él el candidato, pese quienes cuenten la boletas estén diciendo lo contrario? Seguro está que, hasta quienes cuentan y hacen de observadores y testigos por cuenta del Partido Republicano, el suyo, son unos infiltrados del comunismo demócrata y no de sus rodillas en tierra y siendo así, ¿cómo aceptar esos números como válidos? ¿Acaso puede tener validez la idea que alguien pudiera derrotarle siendo él un blanco hasta de conciencia, en la parapara de los ojos y en sus sentimientos más íntimos? ¿Cómo admitir que, la mayoría del pueblo norteamericano, también de los blancos como él, pudiera haber votado en favor de una fórmula donde hay una negra de candidata a la vicepresidencia, hija de hindú y jamaiquino, lo que la define desde ya como de baja estirpe y mala fe, y siendo Biden un ñángara, de esos comunistas que quieren destruir la sociedad aquella que impusieron los colonos ingleses?
Se aprovecharon pues que no tiene representación ni observadores en el contar de votos, valiéndose de las ventajas que da el poder y están aplicando en cada mesa o sitio donde se escruta, aquella vaina que en Venezuela inventaron en los tiempos del puntofijismo de "acta mata voto" y en este caso, siendo todos los allí presentes del Partido Demócrata y partidarios de Biden, al levantar de las primeras en ellas ponen los números que les da la gana.
Por ese proceder, sobre lo que tiene seguridad absoluta, como que Biden es camarada, militante de la extrema izquierda y enemigo del capitalismo de su país, pero contando con el respaldo de los grupos hasta ahora dominantes por el poder del capital y también del ejército mismo, ha decidido no aceptar los resultados. Y por esta decisión debe dar una respuesta contundente y para eso ha convocado esta reunión que está por iniciarse en su oficina de gobierno.
Antes de iniciar la reunión, a la que se unió casi al empezar Marco Rubio, quien llegó sofocado desde Miami, con el acta global en la mano de los resultados que dieron allá ganador a Trump y con la convicción que en todo el país deberían ser los mismos, pidió a cada uno de los participantes diesen muestra de fe, lealtad a él y los valores que encarna, para lo que les ordenó, como a los viejos cruzados, aquello hacerlo posando las rodillas peladas en tierra o mejor en arena, para lo que previamente cubrió de esta, de la gruesa, las alfombras de la oficina presidencial y les hizo subirse las mangas de los pantalones a hombres y mujeres y gritar "patria o muerte venceremos", "leales siempre, traidores nunca" y rematando con "salga sapo o salga rana a Trump nadie le gana".
Habló él de primero, sin usar a nadie para que siquiera anunciase el inicio, y reveló, sin prueba alguna, alegando que con el apuro estas se le quedaron en la bolsa donde guarda los palos de golf, que todo lo que sucede es una conspiración del comunismo internacional que se ha apoderado del Estado todo de la Unión, empezando por el partido Demócrata y todas las instituciones que le dan como perdedor.
Es un hecho que no necesita comprobación que, unos cuantos de los millonarios norteamericanos que están en su contra, son aliados del comunismo chino y ruso; y probó, de la misma manera, que se trata, como suele decir alguien por las redes, de un complot desde el más allá, urdido por las fuerzas del mal contra las del bien que él representa, valiéndose de un momento de descuido del Señor, agobiado éste por la pandemia que pareciera írsele de las manos, pues de simple gripecita, como la diseño el Creador y a él se lo comunicó quedamente, se transforma en algo borrascosa y esas son también vainas del comunismo. ¿Por algo empezó allá en China!
Dijo de nuevo, como para que no quedase duda, "se trata de un complot del más allá y el más acá en perfecta coordinación que estamos obligados a enfrentar y a ellos hacerles nos obedezcan".
"Las fuerzas del mal ahora controlan al Estado todo y algo poco común e inimaginable, hasta los medios de comunicación como CNN y sin duda hasta el ejército estadounidense, se han aliado a ellas para intentar sacarme donde debo estar por mandato divino, de esta oficina desde donde Dios me tiene destinado para controlar al mundo y a todos ponerles con las rodillas como si fuesen chivos. Los medios de comunicación nos cierran sus espacios y no nos permiten dar nuestras pruebas de fraude, pidiendo algo más que nuestra palabra como si esta no bastase".
"Y hay algo más diabólico, hasta gente que me debe hasta el caminar, como Duque, el de Colombia, el puesto allí por Álvaro Uribe y ese carajito de Venezuela que pusimos por encargo a jugar el invento de "Presidente interino", con las primeras boletas leídas, que daban ventaja a Biden, salieron a felicitarle y ponerse en contra mía".
Y continuó hablando:
Tantas cosas juntas, por inusitadas, fortalecen nuestras pruebas que se trata de un bodrio, un montaje un fraude descomunal, que no podemos aceptar y ante lo cual no nos queda otra opción que "La Salida". Dios, bondadoso, está de nuestra parte, porque cuando el bien y el mal se enfrentan, porque este quiere joder a aquél, allí no hay vuelta de hoja, nosotros somos el bien y ellos el mal. Es así de sencillo, pese que la conclusión sea el resultado de un pensar hondo y pletórico de reflexiones filosóficas.
Si el ejército estadounidense se manifiesta a favor del comunismo como lo vengo sospechando, lo que implica ponerse a favor que Biden asuma la presidencia, por lo que podrían venir por nosotros hasta aquí donde ahora estamos, la Casa Blanca, no nos queda pues más nada sino eso, "La salida". Aquella gloriosa y sabia alternativa concebida por López y los suyos para Venezuela, a la que nosotros tanto respaldo y veneración prestamos. Por algo este Biden lleva ese apellido, lo que le pone bajo sospecha como familia de aquel peligroso "terrorista", tan peligroso que ellos mismos abatieron cuando Obama, el tal Bin Ladem. No es raro sea un infiltrado, pese este Biden era vicepresidente cuando Obama, pues a éste mismo le tenemos en la mira y bajo sospecha.
Pero eso sí, nada de guarimbas, ni quemazones, menos ponernos a quemar negros en las calles porque en eso nos ha ido mal y mal le fue a quienes eso en Venezuela practicaron. Todos los nuestros que tienen sus pistolas, fusiles que los pangan bajo resguardo. Pero tampoco podemos ponernos a creer en elecciones; esa opción se cerró, porque los votos son una vaina que cogen por un lado cuando uno les ve venir por otro. Y, además, el voto tiene en sí mismo la mala vaina que significa contraer un compromiso con el votante; y los superiores, porque superiores somos, no podemos quedar atados al designio de los pendejos sólo por que tengan sus votos. ¡Qué so los meten donde les quepan!
¿Entonces qué hacer, presidente? Preguntó el civilista Eliot Abrams contando con el entusiasmado asentimiento de Pompeo y la felicitación de Marco Rubio.
Para mí no cabe duda, así como gané las elecciones, que la salida es la "La Salida" y como la guarimba y las quemazones son formas propias de lucha como citadinas, vayámonos al monte, a las guerrillas, a formar allá nuestra propia fuerza, la del bien, porque hasta la del Pentágono cayó en manos del comunismo. Todas las opciones legales están cerradas. Eso mismo dijeron los futuros guerrilleros del 60 en Venezuela y posteriormente Leopoldo López y compañía, sólo porque conseguir votos es una jodienda.
En la Casa Blanca se abrió el techo y un cono de luz descendió y cubrió a todos, es ese el mensaje del Señor. Por lo menos, eso fue lo que quienes allí estuvieron, dicen haber visto y lo irán diciendo por los oscuros caminos.
Eso sí, lo de la guerrilla es una ficción, una forma de no reconocer la derrota y el despido. Un por hablar, como le gusta a Trump, tanto como hacer payasadas y tonto el desamparado quien en él cree. Porque allá, como aquí, bajo la tenacidad y dureza del fuego, sólo se ponen los pendejos.