Dialogar, una tarea irrenunciable: Cristianismo, islamismo y judaísmo(I)

"No hay paz mundial si no hay paz de religiones; no hay paz entre las religiones, si no hay diálogo"

Hans Küng

"Quien no conoce más que una religión, no conoce ninguna"

Max Müller

"parte de nuestra creencia es creer en Jesús, creer en Moisés, creer en los libros celestiales precedentes anteriores al Islam, como la Biblia. Hay mucha diferencia en la forma de creer en Dios en el islam, en el cristianismo y en el judaísmo; cada uno lo ve y lo interpreta de forma diferente, pero da igual, es su creencia y hay que respetarla".

LAAB

¿Hijos de Abrahán?

Abraham es un punto de referencia compartido por las tres religiones monoteístas. Entre quienes buscan fomentar el diálogo se dice habitualmente, por tanto, que "todos nosotros somos hijos de Abrahán" y que necesita fortalecerse la causa del "ecumenismo monoteísta". A menudo, se refuerza la llamada al diálogo invocando el nombre de este venerable patriarca de tantas resonancias en las tres tradiciones.

En Nostra Aetate, la Declaración del Concilio Vaticano II sobre la relación de la Iglesia con las religiones no cristianas, la iglesia católica pide un diálogo con los musulmanes, y lo hace especialmente sobre la base de la fe en el único Dios que comparte con ellos. Sin embargo, el concilio también se refiere explícitamente a Abrahán, mencionando su ejemplo de sumisión obediente a Dios y a su voluntad misteriosa, que en algunas circunstancias puede trascender la razón humana:

"La Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios..., a cuyos ocultos designios procuran someterse por entero, como se sometió a Dios Abrahán, a quien la fe islámica se refiere de buen grado" (NA 3).

En este mismo documento, el concilio habla también de la relación entre la fe de la Iglesia y la de los judíos. Lo hace en términos parecidos a lo que dice sobre el Islam; pero en el caso de Judaismo especifica aún más y resalta algunas diferencias:

"Al investigar el misterio de la Iglesia, este Sagrado Concilio recuerda los vínculos con que el Pueblo del Nuevo Testamento está espiritualmente unido con la raza de Abrahán. Pues la Iglesia de Cristo reconoce que los comienzos de su fe y de su elección se encuentran ya en los Patriarcas, en Moisés y en los Profetas, conforme al misterio salvífico de Dios. Reconoce que todos los cristianos, hijos de Abrahán según la fe ( Ga 3,7), están incluidos en la vocación del mismo Patriarca, y que la salvación de la Iglesia está místicamente prefigurada en la salida del pueblo elegido de la tierra de esclavitud" (NA 4).

La mayor parte de los diálogos entre judíos, cristianos y musulmanes han tomado, por tanto, la relación de cada religión con Abrahán como punto de partida y marco de referencia para sus reflexiones y debates. Sin embargo, también resulta claramente de estos coloquios "abrahámicos" que no es adecuado centrarse simplemente en las afirmaciones compartidas sobre Abrahán como un principio de unidad, porque la presentación que de él se hace en cualquiera de estas religiones posee un carácter singular que tiene que ver con el lugar que ocupa en la visión más amplia de esa religión y de sus temas y acentos específicos. Con otras palabras, las explicaciones judía, cristiana y musulmana de Abrahán son todas ellas expresiones de las perspectivas específicas de cada tradición religiosa. Además, incluso las narraciones sobre Abrahán que parecen ser el fundamento común entre las religiones son interpretadas por los respectivos creyentes de muy diversas formas. Con respecto a Abrahán, las tres religiones discrepan, de hecho, al menos tanto como concuerdan. Sin embargo, a pesar de estas diferencias, la figura de Abrahán sigue manteniendo una enorme capacidad de inspiración para que judíos, cristianos y musulmanes se acerquen más entre sí y profundicen en su

A pesar de las lógicas diferencias que las separan, las tres religiones monoteístas y abrahámicas: cristianismo, judaismo e islamismo comparten y convergen en no pocas cuestiones entre las cuales podemos señalar esquemáticamente las siguientes:

* Las tres religiones son monoteístas, creen en un Dios Único, personal y Creador de todo.

* Nacidas en el Próximo Oriente, con unas culturas y lenguajes profundamente emparentados: el árabe con el hebreo de Israel y con el arameo que utilizaron Jesús y la comunidad cristiana primitiva.

* La figura de Abraha, "padre en la fe", en cuya filiación se reconocen las tres, es fundamental: él fue el primer "misionero" monoteísta (el Corán), patriarca de todas las naciones, el creyente, el amigo de Dios (la Biblia).

* Reconocen también a otros personajes, en cierto modo, comunes: Moisés, David, los profetas...

* Las tres religiones conceden una importancia fundamental al "Libro": El Antiguo Testamento de la Biblia, común para judíos y cristianos, y el Corán para el Islam.

* Por supuesto, coinciden también en su carácter profético.

* Poseen en sus Libros una concepción lineal de la historia, análoga.

* También los aproximan los códigos de una ética básica muy semejante: Ex 20,1-21, el Decálogo judío o mandamientos cristianos y la Sura 17,22-38, código de deberes islámicos.

* En su sentido originario, no "domesticado", promueven el talante ético del profetismo, es decir, las exigencias de justicia, la crítica de las situaciones inhumanas, etc.

* Por supuesto, y esto como las demás religiones del mundo, promueven las actitudes y los valores del corazón humano, hecho a "imagen de Dios": fidelidad, misericordia, solidaridad, paz, veracidad, honradez, santidad de vida, amor."

* La mística es un espacio ecuménico de todas las religiones, pero no cabe duda de que la experiencia también aquí las aproxima y es importante asomarse a ello.

* Evidentemente Jesucristo, más concretamente su divinidad, representa el punto fundamental de divergencias entre las tres religiones. Pero también lo es, en cierta medida, de encuentro, porque los musulmanes aceptan a Jesús como Profeta destacado y por otra parte, Jesús fue judío, vivió como judío, rezó según la tradición judía los salmos y demás oraciones bíblicas, se alimentó de la Biblia judía que está presente a lo largo de todo el Evangelio e impregna toda su predicación. Jesús fue un auténtico judío, y de esas raíces vive el cristianismo.

* De forma semejante, María, la madre de Jesús, fue judía y los musulmanes la veneran de manera especial.

Ciertamente son muchos los puntos de confluencia pero también queda mucho, muchísimo que dialogar, profundizar, buscar juntos a nivel teológico y espiritual. En este sentido el camino se prevé largo y no exento de dificultades. Hay cuestiones innegociables y esto debería constituir una fuente de riqueza y de respeto... Pero el diálogo respetuoso siempre debería constituirse sobre una base de relaciones y búsqueda.

También es importante que nos asomemos, aunque sea muy rápidamente, a la innegable convivencia, pocas veces afortunada, otras tristemente muy desafortunada entre las tres religiones: Las Cruzadas, las invasiones árabes, las ensangrentadas relaciones con el Imperio turco, las numerosas persecuciones inquisitoriales, las expulsiones, incontables pogromos —es decir: "matanzas y saqueos a gente indefensa por una multitud"— políticos y religiosos, y demás marginaciones. Las "Guerras de Religión" entre cristianos no exentas de atropellos por ambas partes, etc.

En general a los judíos, en el pasado, les fue mejor bajo la dominación islámica que bajo el cristianismo; hoy en cambio los islámicos palestinos son sus enemigos. Hoy conocemos la mezcla de "razones" e "intereses" que mueven a enfrentamientos en los que el elemento religioso no está del todo ausente. La Guerra del Golfo enfrentó a estados árabes con otros cristianos, pero también con el Estado Judío. Conocemos bien la conflictiva situación territorial entre judíos y palestinos; la Guerra de los Balcanes que enfrentó a cristianos ortodoxos, católicos e islámicos; el conflicto de Chechenia entre ortodoxos e islámicos; el de Irlanda del Norte entre protestantes y católicos; las matanzas de cristianos a manos de musulmanes en Indonesia, los innumerables conflictos en Timor, la India o muchos lugares de África, etc. En fin, una larga historia que no siempre ha sido tan ejemplar como en la "edad de oro" de la España musulmana en la que una incomparable simbiosis cultural y religiosa fructificó en un gran esplendor de las ciencias y de las artes... Como sabemos, ésta también fue truncada y no ha habido abundantes experiencias semejantes.

El auténtico diálogo interreligioso sólo es i posible si las partes implicadas adoptan una actitud autocrítica y se muestran dispuestas a esforzarse por alcanzar una coexistencia armónica y justa.



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Luis Antonio Azócar Bates

Matemático y filósofo

 medida713@gmail.com

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