El joven presidente electo de Chile, Gabriel Boric, ha presentado el gabinete que lo acompañará inicialmente durante su gestión que comienza el próximo 11 de marzo. Uno de los rasgos que más resalta de este futuro gabinete es la fuerte presencia de mujeres al frente de ministerios claves, como los de interior, defensa y relaciones exteriores.
Según se desprende de las primeras declaraciones de los designados ministros y ministras, el gobierno de Boric pareciera tener la intención de imprimirle un sello de gradualidad y cautela a las medidas y políticas públicas que se irán implementando, y tener en el diálogo y la empatía su eje central.
En tal sentido, resulta de interés visualizar la forma como se gestionará el espinoso asunto de la causa mapuche en la sureña región de la Araucanía, a la luz precisamente del diálogo y la empatía que se ha planteado, tomando en cuenta que los actores en conflicto ya han fijado posición, como para indicarle a Gabriel Boric y su gabinete, con qué se van a conseguir.
El asunto de la causa mapuche se presenta como uno de esos casos en los que se llega al final del túnel, y luego hay una bifurcación vial, es decir, dos caminos que conducen a destinos diferentes. Uno, defendido por los sectores políticos de la derecha chilena, el gremio de los camioneros, las empresas agrícolas y forestales y el ejército chileno. El otro, reivindicado por los representantes de la etnia mapuche y algunos movimientos políticos de izquierda y movimientos sociales.
El meollo del asunto de la causa mapuche está básicamente referido a la disputa de un territorio, es decir, a tierras. No es cualquier cosa. Se trata de la exigencia de la etnia mapuche con relación a un territorio que ella reclama, y que está actualmente en manos de las empresas agrícolas y forestales que allí operan. Lo que no resulta fácil visualizar es de qué manera el diálogo y la empatía harán posible llegar a un punto medio, es decir, a un acuerdo.