Este 15 de agosto de 2022 se conmemoran 214 años del juramento del padre Bolívar en el Monte Sacro, ha sido el más visionario y el de mayor alcance que haya surgido en estas tierras. Con firmeza y seguridad no dudó en jurar: "no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español". Los crímenes del imperio español, según Bolívar, tenían como objetivo aniquilar al Nuevo Mundo y hacer desaparecer a sus habitantes para que no quedara ningún vestigio de civilización, para que el resto de la Europa encontrara aquí un desierto para satisfacer las perversas miras de una nación inhumana y decrépita. Esas intenciones se asemejan a las de las políticas imperiales de las grandes corporaciones, donde EE.UU. funge como plataforma. Unos días antes, el 07 de agosto, Gustavo Petro, el nuevo presidente de la Gran Colombia, de la Colombia Humana, de la Colombia de la vida, de la Paz y del Amor, jurará junto a Francia Márquez (la primera vicepresidenta afroamericana de este país), conducir los destinos de Colombia hacia un nuevo cambio de verdad. Hasta este momento histórico (19 de junio de 2022), el estigma de Santander marcó la forma y el estilo de conducir a este país, la diplomacia, la violencia, la traición; así como el poder oscuro representado por la oligarquía rancia colombiana, la iglesia católica, los grupos económicos poderosos, el neoliberalismo representado por distintas formas de poder desde el narcotráfico hasta el paramilitarismo, la violencia en cualquiera de sus formas, la corrupción y el poder del uribismo que transgredió todos los poderes y formas de vida en esta sociedad. Todos estos hechos tangibles vividos también por los venezolanos producto de esa relación umbilical que nos cuesta cortar, porque somos naciones hermanas, gemelas, libertadas por un mismo hombre, por una misma causa que aún hoy perseguimos: romper las cadenas del yugo del imperio, que no es más que las cadenas del capitalismo.
Un sistema salvaje que sustentó sus bases —como muy bien lo dijo Petro en su discurso, y que hay que superarlo—, en su feudalismo, en los nuevos esclavismos, en las nuevas formas de esclavitud, en las mentalidades atávicas ligadas a ese mundo de siervos y de esclavos, que tenían como contraparte los señores y los jueces esclavistas. En este sentido, Petro aseguró que hay que construir esa democracia a partir de permitir que exista un pluralismo de consciencia, ideológico, de colores y económico. El pluralismo económico significa superar las viejas esclavitudes, los viejos feudalismos, poder tener una tierra que se llene de alimentos cultivados, tener un espacio para las comunidades indígenas para que se desarrolle su autonomía y su cultura, tener una economía popular que se pueda fortalecer a través de la conectividad con la educación, con el crédito popular. De aquí saldrán formas del capitalismo, ojalá democrático, productivo, no especulador; saldrán nuevas formas de relacionamiento de la humanidad a partir de las nuevas tecnologías; saldrá una economía fuerte, productiva. Por eso hay que transitar de la vieja economía extractivista que mataba el agua y mataba la vida; hay que transitar hacia una nueva economía productiva que pueda hacer crecer en toda Colombia puestos de trabajo; de producción que es la base misma de la riqueza y ésta depende del trabajo. Si éste es asalariado, si es independiente, solidario y cooperativo, si este trabajo adquiere las nuevas formas de la economía colaborativa, tendrá el respaldo del gobierno del cambio, porque solo sobre la base de crecer económicamente, de producir, es que se podrá entonces redistribuir, ya que no se puede redistribuir sin producir; por lo tanto si se quiere redistribuir para que la sociedad toda sea más igualitaria, hay que producir en el campo, en la industria, en el turismo, incluso producir sobre la base del conocimiento, que es como se produce en el siglo XXI. Producir regulados sin que se afecte la dignidad humana, de tal manera que no se afecte la naturaleza que significa la justicia ambiental. Petro sintetiza que este es un gobierno de la vida: la paz, la justicia social, la justicia ambiental, para las madres que no tengan que cargar con sus hijos asesinados, la construcción de la economía de la vida; integrándose los colombianos como latinoamericanos, en una sola América. Será un gobierno donde las armas deben dejar de existir para matarse unos con otros, será para la paz no para la guerra, para amarse unos a otros. Libertad para que nunca más la masacre anegue el territorio, para que nunca más un gobierno asesine a sus jóvenes, para que nunca más una política económica les quite la comida a los niños, para que los sueños puedan ser, para que una república y una democracia profunda multicolor pueda existir, una democracia de los hombres y mujeres libres.
Más de doscientos años de vivencia del hermano país hasta que por fin un Nuevo Tiempo para Colombia ha llegado con Petro el Presidente de la paz. Dos siglos de lucha lleva Colombia luchando por la libertad, por construir un cambio, teniendo un sueño como lo tuvo Luther King y ahora Francia. El triunfo de Petro es la justicia del pueblo de a pie colombiano que vivieron y sufrieron la muerte de sus líderes que quisieron hacer realidad ese sueño libertario: Jorge Eliécer Gaitán, Jaime Garzón, Luis Carlos Galán, Carlos Pizarro, Bernardo Jaramillo, Guillermo Cano y Rodrigo Lara Bonilla, todos asesinados con la conspiración de la derecha. Fue la perseverancia de votar por Petro tantas veces a pesar de los múltiples fraudes electorales cometidos en procesos anteriores. Esta fue posible gracias a la inmensa juventud colombiana, al voto de la mujer que durante años ha sido discriminada en todos los ámbitos; gracias a los campesinos e indígenas que han sido víctimas del robo de sus tierras y hoy son desplazados; gracias a los familiares de los casi mil líderes sociales asesinados en este gobierno represivo; gracias a ese pueblo consciente que siempre estuvo despierto pero que el poder oscuro le evitó que fuera visible; gracias a la consciencia de este pueblo bolivariano que ha sembrado la lucha por la libertad de los pueblos oprimidos como lo hicieran nuestros libertadores. El espíritu de los libertadores de esta tierra de gracia nuevamente ronda por nuestra amada Colombia y abrazará a Venezuela como siempre han estado unidas más que por tierras por un mismo sentir patriota de libertad para construir la paz y hacer realidad el juramento de Bolívar. No será fácil para Petro hacer el gobierno de la vida, del amor y de la paz, porque estos valores no le generan ganancias al poder oscuro. Por ello Uribe deja un centro de operaciones en este país (siete bases militares), Duque deja a Colombia como un aliado importante de la OTAN y ya hay invitación para que participe en el Grupo Contacto en Defensa de Ucrania. Colombia ha sido anexada a los EE.UU. por sus presidentes anteriores, como una forma de tener control en la región, manejada por el imperio mediante la Doctrina Monroe. Debemos unirnos en este nuevo momento histórico o el poder uribista santandereano sobrevivirá más allá de nuestra independencia para seguir imponiendo su capitalismo feudal esclavista. La unión es lo que necesitamos para la colosal tarea de nuestra regeneración moral y espiritual. Sin la América Latina unida no habrá libertad, sin independencia cultural no tendremos identidad ni soberanía, base de la independencia política, económica y social. Este siete de agosto habrá un nuevo juramento: no dar descanso a nuestro brazo ni reposo a nuestra alma hasta lograr conquistar el gobierno para la vida, para la paz y para el amor en la Patria Grande.
(*) Esmeralda García Ramírez Fecha: 20/06/2022