Nota: El lunes 11, ayer mismo, se cumplieron 50 años del golpe militar contra Salvador Allende que de paso instauró la cruel y despiadada dictadura de Augusto Pinochet. Por este motivo, coloco aquí, una parte de un trabajo o capítulo, relativo al tema, tomado de mi libro sin editar, titulado "Golpes de Estado en Venezuela y América Latina".
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El 4 de septiembre de 1970, de manera un tanto sorpresiva, para una buena porción de los chilenos, por lo que venían anunciando las encuestas, Salvador Allende obtuvo el más alto porcentaje de votos, en la primera vuelta para la elección presidencial de Chile. Captó el 36.9 % de los votos depositados, mientras que Jorge Alessandri, quien antes había ejercido el cargo, del Partido Nacional y representaba al sector más a la derecha de la vida chilena, el 34.9 % y Radomiro Tomic, candidato de la Democracia Cristiana, el 30.8%.
Los números hablan de una elección reñida y hacían presagiar grandes dificultades tomando en cuenta el programa de gobierno del presidente electo, su base de sustentación y conocida afiliación a la corriente marxista; el primero de ella, como dijese Martha Harnecker, en llegar a la presidencia de la república, en el mundo occidental, por "la vía legal".
En suma, Allende rebasó a Alessandri por 30 mil votos. Como dijimos antes, aquello sorprendió a parte de los ciudadanos chilenos, sobre todo a los de la derecha, porque las encuestadoras venían anunciando lo contrario. Pocas horas antes, la encuestadora Gallup, quizás posiblemente muy asertiva, cumpliendo instrucciones de Departamento de Estado y en coordinación con la campaña mediática liderada por "El Mercurio", había pronosticado que ganaría Jorge Alessandri con el 41.5 % y apenas le asignaba a Salvador Allende Gossen el 28 %. Lo que contribuyó a indisponer los ánimos de los derrotados.
Anteriormente Allende había sido derrotado en tres oportunidades; en 1952, 1958 y 1964, como candidato del viejo FRAP (Frente de Acción Popular), integrado por socialistas y comunistas. Esta vez, el 4 de septiembre de 1970, disuelto el FRAP, fue el candidato de una alianza más amplia, la UP (Unidad Popular), que pasó previamente por la renuncia de Pablo Neruda, pre candidato de los comunistas, para apoyar a quien finalmente llegó de primero en aquella primera vuelta. Como dijo Martha Harnecker, en "La lucha de un pueblo sin armas", pág. 7: "Era la primera vez en la historia del mundo occidental que un candidato marxista llegaba legalmente a la presidencia de la República".
Al no haber alcanzado la mayoría absoluta en la primera vuelta, la opción por la presidencia quedaba sujeta, por disposición constitucional, a la definitiva decisión del Congreso chileno. La derecha toda, incluyendo los altos y medianos mandos del ejército en su mayoría, además del sector Demócrata Cristiano controlado por Eduardo Frei Montalva, ex presidente de su país y el mismo que posteriormente Pablo Neruda, llamó "ave de rapiña" que sobrevolaba los cielos de América Latina y el mundo, buscando respaldo para el golpe que darían tres años después, era partidaria de elegir a Jorge Alessandri, en este caso, escoger a quien había llegado segundo.
Pero el sector mayoritario de la Democracia Cristiana, en aquel entonces encabezado por Radomiro Tomic, quien había sido su candidato, individuo a quien se le veía con una actitud más de avanzada y democrática, se opuso a las intenciones de Frei y el resto de la derecha. Pensaron que votar contra Allende: "era haberle dicho a un tercio de los chilenos que la vía democrática y la vía electoral estaban cerradas para ellos y que, más bien, deberían pensar en la violencia y en la ruta de la insurrección,…......era haberle dado la razón al MIR". Se refería Tomic al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) de Chile encabezado por Miguel Henríquez.
Es esta la versión de Claudio Ortego, en "La elección de 1970", citado por Martha Harnecker en el mismo texto y página antes citado.
Lautaro Carmona Soto, en 1992, Secretario General del Partido Comunista chileno y diputado por el mismo, con motivo de la muerte de Radomiro Tomic dijo lo siguiente: "Radomiro Tomic es reconocido como un demócrata con posturas progresistas. De hecho, el programa que sostuvo en su candidatura a la Presidencia de la República representando la Democracia Cristiana, en las elecciones presidenciales de 1970, era avanzado y sostenía propuestas a favor de un amplio mejoramiento de las condiciones de vida del campesinado y los obreros. Recordamos que Radomiro Tomic apoyó la ratificación de Allende por parte del parlamento, por lo tanto Salvador Allende fue investido como Presidente de la República de Chile. Aquella noche el 4 de septiembre de 1970, cuando los manifestantes, entre los que nos encontrábamos, en el espacio de la juventud, de la Unidad Popular salieron a la Alameda a celebrar, los adherentes de Radomiro Tomic se cruzaron en su camino para estrecharlos en un abrazo. La coincidencia programática entre Radomiro Tomic y el programa de Salvador Allende es un hecho objetivo de nuestra historia, con muchos elementos de gran valor para el presente". En el discurso inaugural de su campaña electoral en 1970, Tomic dijo las siguientes palabras: "No me tiembla la voz para decirlo: O la revolución democrática y popular dando forma a un Inmenso esfuerzo de participación del pueblo para que Chile alcance otro horizonte y un nuevo destino, o el colapso institucional dividirá gravemente a los chilenos contra sí mismos".
Volodia Teitelboim, intelectual y militante del Partido Comunista Chileno, según Lautaro Carmona Soto, refiriéndose al velatorio de Pablo Neruda, muerto el 23 de septiembre de 1973, pocos días después de la caída y muerte de Allende, cuenta en su libro que "entre quienes concurrieron a su breve velatorio, a pesar de la atmósfera de terror que se vivía en septiembre de 1973, fue Radomiro Tomic".
Por supuesto, apenas habían transcurrido unos días del golpe militar y el pinochetismo estaba demasiado ocupado persiguiendo, torturando y asesinando al movimiento popular y a los dirigentes de la Unidad Popular, de los partidos Socialista de Allende, comunista y al Movimiento de izquierda Revolucionario chileno (MIR) dirigido por Miguel Henríquez, ya en la clandestinidad.
Aunque puso a la derecha chilena, combinada con el gobierno de Estados Unidos y su Secretario de Estado Henry Kissinger, todo su empeño en evitar el ascenso de Allende, no pudo lograr su propósito de aquel momento. Uno de los medios utilizados, que habló entonces de todo lo que la clase dominante y sus políticos son capaces con tal de no perder el poder, fue el intento de secuestro que terminó en asesinato del general René Schneider, lo que la UP (Unidad Popular), aprovechó para descalificar o desenmascarar a los golpistas y debilitar en las Fuerzas Armadas cualquier plan anticonstitucional.
El intento de secuestro, que terminó en asesinato, del general René Schneider, Comandante en Jefe del Ejército, se produjo para evitar que Allende fuese seleccionado por el Congreso Nacional chileno, para ocupar el Palacio de la Moneda.
"Dos generales pagados por Estados Unidos, Roberto Viaux y Camilo Valenzuela, planearon el secuestro del Comandante en Jefe del Ejército, René Schneider, con el fin de provocar la intervención de las Fuerzas Armadas y evitar la sesión del Congreso que aprobaría los resultados de la elección presidencial chilena".
La anterior información proviene de Harwood Jr., Charles Judson en "The Murder of René Schneider", citado en Wikipedia en "Asesinato de René Schneider".
El 22 de octubre de 1970, quienes intentan secuestrar por tercera vez a Schneider, habiendo fracasado las dos veces anteriores, una vez interceptado su vehículo, rompieron los vidrios del mismo y son sorprendidos cuando la víctima les amenaza con su armamento. Esto les llevó a disparar e impactarlo tres veces, dándole muerte. Quienes idearon el plan, en el cual estuvo involucrado el gobierno de EEUU, según afirmación del autor norteamericano antes mencionado, pensaron en primer término, culpar al MIR, partido de la izquierda chilena, en aquellos hechos y como se dijo antes provocar una reacción militar contra Allende. Para los efectos de lo que venimos trabajando, es necesario detenernos un poco en esto y resaltar, cómo la derecha, incluyendo dentro de ella los partidos de Alessandri, Eduardo Frei Montalva – parte de la Democracia Cristiana – los militares y el gobierno norteamericano, llegado el momento de ver en dificultades sus intereses económicos e influencias políticas, no dudan en echar por la borda sus presuntas creencias en la democracia, las elecciones libres y el respeto a los derechos de los demás.
En aquella época, estamos hablando de la década del setenta del siglo pasado, toda intervención militar en la vida ciudadana automáticamente derivaba hacia una dictadura. Siempre había sucedido así y por eso el continente siempre estuvo plagado de ellas sobre todo por el padrinazgo que el Departamento de Estado, en resguardo de los capitales de Estados Unidos.
Los acontecimientos relacionados con los asesinatos de Schneider y posteriormente del general Prats, descubren cómo la derecha es capaz de cualquier cosa con tal de detener los procesos de cambio en cualquier parte del mundo. Lo que ahora pueda suceder, como lo que ya sucedido, en Venezuela, no sería nada extraño ni sorprendente en la conducta de la derecha auspiciada y financiada por el poder imperial. No son acontecimientos que nacen dentro de la pugnacidad política sino que están encuadrados en viejos y bien pensados planes. Nada es sorprendente y mucho menos propicio para ponerle en duda.
Dos días después del asesinato de Schneider, fracasado el plan en cuanto a la tentativa de impedir la reunión del Congreso Nacional con el fin de escoger al presidente de la república, en la persona que había alcanzado el mayor porcentaje de votos, el 24 de octubre, sufragaron 195 parlamentarios, de los cuales 153 votaron por Salvador Allende Gossen, sólo 35 por Jorge Alessandri y 7 se abstuvieron. Dicho de otra manera, la institucionalidad chilena competente para aquella decisión se mostró contundentemente partidaria de respetar la tradición y los derechos constitucionales.
El asesinato del general Schneider, Comandante en Jefe del Ejército, resultó inútil para los fines inmediatos de la conspiración, iniciada antes que Allende fuese ratificado como ganador el congreso, habiendo alcanzado la más alta votación en las elecciones populares. Le sustituyó en el cargo y en consecuencia como próxima víctima de la derecha, el general Carlos Prats González.