El golpe en Bolivia: nada nuevo bajo el sol

Bolivia es un país de 12 millones de habitantes con una riqueza mineral y minera importante. No sólo se trata de su producción petrolera y gasífera, que tiene valor estratégico en el mundo actual, sino de los muchos metales que explota y exporta en grandes cantidades, como el estaño, el oro, la plata, el zinc, el cobre, el plomo y el antimonio, y si esto no parece suficiente se une el litio, metal estratégico en la actualidad y del cual tiene las mayores reservas mundiales. Además, Bolivia tiene una importante producción de compuestos derivados de la soja y tiene la capacidad de transformarse en un productor importante de hidroelectricidad. Sin embargo, al ser un país plurinacional, con más de 30 nacionalidades, se le dificulta en forma importante el uso de toda esa riqueza mineral y minera en función de su desarrollo nacional y el bienestar de sus habitantes.

Todo esto hace de Bolivia un país muy apetecible para los intereses capitalistas estadounidenses, así como de muchos otros países, aunque las aproximaciones a esas riquezas se hagan en formas muy distintas. Los gringos, convencidos que este continente les pertenece y que pueden hacer y deshacer según su voluntad, vienen actuando por años en forma arbitraria, violenta y desestabilizadora. Adicionalmente, desde el primer triunfo del líder popular más importante boliviano, Evo Morales, la conducción política boliviana ha estado en manos de sectores nacionalistas, de carácter popular y democrático, con muy breves períodos en manos de quienes internamente se les oponen. Esto ha estimulado a los grupos intervencionistas gringos, que han encontrado de frente la resistencia de quienes defienden la independencia y soberanía bolivianas.

Ante la hostilidad gringa en la región y con el objetivo de no depender del comercio con un país o grupo pequeño de países, muchas de las naciones gobernadas por esos sectores nacionalistas han volteado su mirada hacia potencias extra continentales como China y Rusia, consideradas por EEUU como enemigos de carácter estratégico. Esa diversificación de las relaciones comerciales y diplomáticas nunca ha sido del agrado del norte imperial de nuestro continente, la cual ha actuado en la única forma que conoce. Allí están, como soporte histórico concreto de esta afirmación, las múltiples invasiones e intervenciones en los asuntos internos de nuestros países de EEUU desde el mismo momento de su creación. Los métodos y formas injerencistas han ido cambiando ajustándose a la evolución de las relaciones internacionales y a los cambios en la distribución del poder mundial.

Bolivia además adolece de un problema serio: la división existente entre las distintas nacionalidades que la conforman y, entre éstas, y la población blanca. No es fácil que los descendientes de los criollos de la colonia, los blancos bolivianos, lleguen a considerar como sus iguales a los descendientes de los indígenas del pasado, quienes por su parte también discriminan a los criollos. Es una división racial que requerirá mucho tiempo para desvanecerse y que en Venezuela nos es difícil de comprender, porque no la tenemos en esa magnitud. Nuestra población indígena es poco más del 2 por ciento de la población total y no está extendida en todo el país sino sólo en algunos estados, mientras en Bolivia constituyen el 62 por ciento de la población total, la mayoría de origen quechua y aymara, y están en todo el territorio; un 52 por ciento urbano y 48 por ciento en zonas rurales.

La victoria política del MAS, partido que representa esos intereses, nunca ha sido aceptada por la población blanca boliviana, dueña de la economía nacional, quienes han hecho lo imposible para acabar con su dominio gubernamental. Jeanine Añez y su golpe de Estado fueron una clara expresión de esta conducta, corregida luego electoralmente por la mayoría de la población y que terminó con la detención y condena por 10 años de la ex presidente. El frustrado golpe del 26 de junio pasado del destituido comandante general del ejército, Juan José Zúñiga, es la expresión más reciente de la existencia de esa antagónica contradicción. Los sectores conservadores no acatan la voluntad popular y aliados con EEUU siguen conspirando contra la voluntad popular. Siempre ha sido así, hasta ahora.

Cuando los golpes de Estado, organizados por los sectores derechistas fracasan, como fue el caso reciente de Bolivia, sus organizadores recurren a mentiras truculentas como esa del autogolpe en Bolivia, para quitarse la responsabilidad del hecho y sobre todo de su fracaso. La realidad es que la conspiración sigue y aprovechará las debilidades y problemas internos del gobierno de Luis Arce, entre estos el enfrentamiento con Evo Morales, para hacerse del poder, lo cual seguramente ocurrirá de no resolverse internamente los enfrentamientos.



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Luis Fuenmayor Toro

Médico-Cirujano, Ph. D., Ex-rector y Profesor Titular de la UCV, Investigador en Neuroquímica, Neurofisiología, Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología. Luchador político.

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