Incorporar a Venezuela en el grupo de los BRICS, significa que la mayor reserva petrolera del mundo estaría bajo la influencia de los países que llevan adelante una cruzada contra el dólar. La principal razón es que los neoconservadores en Washington, están usando esta moneda de referencia como un arma, cuando aplican sanciones contra países y personas, con motivos justificables o no. En esto último, sin duda, privan los intereses particulares de la Casa Blanca y el complejo industrial militar.
En el otro lado del mundo, se desarrolla un proceso para que las transacciones de materias primas se hagan bajo un sistema de pagos distinto al SWIFT, que es controlado por los norteamericanos. Este sistema le otorga a Estados Unidos la capacidad de bloquear las transacciones de países, instituciones públicas, empresas o personas en todo el mundo. En el grupo BRICS, en medio de sus propias controversias, todavía no lo tienen claro, pero el inicio de todo esto se produce a través de las operaciones en la Bolsa de Petróleo y Gas Natural de Shanghái (SHPGX), por ahora, basadas en el yuan.
En esa región, India y China, son los países con la mayor capacidad instalada para la refinación de petróleo. Así que las sanciones del G-7 y la Unión Europea a Rusia, por la guerra con Ucrania, lanzaron a los brazos de los chinos, a los rusos. Sin más remedio, Rusia vende petróleo a China e India dentro de lo planteado en las sanciones, a precios máximos de 60 dólares por barril para el crudo de los Urales. Una vez refinados los hidrocarburos, se venden a Europa y otras regiones a precios de mercado, un negocio muy rentable para chinos e indios. Rusia recibe los pagos en yuanes y mantiene ahora importantes reservas en esta moneda, en bancos chinos. Rusia exige pagos en rublos, oro o yuanes por su petróleo y promueve no usar el dólar.
Las transacciones bilaterales de China, usando el yuan, están en alza, ahora son 53 % frente a 40 % en 2021. Hace más de 10 años, el comercio de China se hacía en 80 % usando dólares, pero desde las sanciones a Rusia, esto está cambiando. Aunque todavía China tiene enormes desafíos, según Dollar Dominance Atlantic Council, en todo el mundo el yuan solamente se usa en 7 % del comercio global. El 54 % de las exportaciones chinas, se hacen todavía con dólares y apenas 4 % con yuanes.
La creación de una moneda que rivalice contra el dólar, es tal vez un sueño todavía lejos de alcanzar para los BRICS. Por ahora, la internacionalización del yuan es impulsada paradójicamente por las sanciones de Washington, así que es una alternativa, mientras esa realidad no cambie.
La moneda china todavía no es de libre conversión en todo el mundo y esto le pone enormes trabas para rivalizar contra la divisa estadounidense. Abrir el yuan al mundo, es exponerlo a las variaciones de la especulación financiera mundial, lo que conlleva entrar a los ciclos de auge y crisis propios de la economía. Esto último quizá no lo deseen mucho en el Partido Comunista de China, ya que el control del yuan y las devaluaciones artificiales, se emplean para mantener exportaciones competitivas frente a otros países. Todavía está fresca la crisis asiática de 1997 y 1998, cuando en Wall Street apostaron a la caída de las monedas asiáticas, que produjo el derrumbe del bath tailandés y arrastró a Singapur, Malasia, Corea, Japón y Filipinas. Es lo último que desearía Beijing.
A pesar de ello, países del Medio Oriente están entrando a la esfera del yuan, sobre todo los principales productores de petróleo, bajo el esquema chino. Hasta Rusia se aventuró en emitir bonos de deuda denominados en esa moneda y esto último no gusta a Washington, porque si bien todavía falta mucho, hay pasos de un inicio para una desdolarización más fuerte. Ya hay experiencias de países de Occidente con transacciones con yuanes directamente en el negocio de la energía.
Venezuela también experimenta en esa área. Hace un año se hizo la primera transacción con yuanes digitales. Petrochina compró un millón de barriles de petróleo venezolano con este mecanismo. Brasil también lo hace, el negocio de la soya con China se hace por esa vía, mientras los negocios con Estados Unidos, se hacen con dólares. Tal cual, también hace ahora Arabia Saudita y en última instancia, el propio Javier Milei, de Argentina, terminó aceptando el swap con los chinos.
La entrada de Venezuela a los BRICS pondría a la principal reserva petrolera del mundo bajo esa influencia directa. En el contexto geopolítico mundial, eso sería una provocación directa a Washington, así que la presencia de Nicolás Maduro en la reciente cumbre, en Rusia, obedece a movimientos políticos, frente a la presión de Washington contra Caracas. Es decir, Maduro trata de subir la vara, en medio de los señalamientos de la controversia electoral, que le permite a la Casa Blanca mantener la Licencia 41, la cual obliga a cualquier productor de petróleo del mundo interesado en Venezuela, tener la aprobación norteamericana para operar en suelo venezolano.
China entiende el desafío que significa influenciar más de 80 % de las reservas petroleras del mundo. Eso es prácticamente una declaración de guerra y encerrar a una fiera herida. Los mandatarios Xi Jinping y Joe Biden, después de su reunión en San Francisco a finales de 2023, simplemente rediseñaron el mundo. Los chinos dejan una válvula de escape a los norteamericanos y estos en su hemisferio mantienen las posiciones en la producción petrolera de Guyana y de Venezuela, con Exxon Mobil y Chevron al frente de las operaciones, usando el dólar como base del comercio. Aunque no sea del agrado de Rusia, por lo que el afecto que brindó Vladímir Putin a Maduro en la cumbre, fue fehaciente. El veto de Brasil a Venezuela, de su ingreso a los BRICS, tiene como excusa el tema de las actas electorales, de las recientes elecciones del pasado 28 de julio. Sin embargo, eso es lo superficial, en el fondo, los chinos dejan una puerta trasera a Washington y Caracas seguirá recibiendo dólares como medio de pago por sus materias primas vendidas a Estados Unidos. Mientras, los asiáticos lidian con sus propios desafíos, como la crisis inmobiliaria, la alta deuda corporativa y de gobiernos locales, un sistema bancario opaco y los enfrentamientos internos propios con India y Rusia.
Pero no se puede dejar a un lado, la otra carrera que desarrollan los BRICS. Todos se posicionan en oro monetario en enormes cantidades. Según cómo está configurado el mundo en materia energética, para Venezuela será muy difícil salir, en esta coyuntura, de la Licencia 41. Sin embargo, este país tiene como responder en el área monetaria y es aprovechar sus enormes reservas de oro para aumentar sus reservas, lo que podría ser un factor adicional para la estabilización, que hay que recordar, Washington también requiere a pesar del discurso político que genera enorme ruido.
Venezuela enfoca los esfuerzos en el tema petrolero y fiduciario, cuando desaprovecha todo su potencial hidrográfico como generador de energía para emplearlo en la minería de criptomonedas, otro terreno en el que Washington también incursiona, con la introducción de los ETF del Bitcoin. Un ejemplo digno de señalar es la experiencia de Bután, un país que está incrementando sus reservas monetarias a través del Bitcoin, aprovechando la fuerza de sus afluentes hídricos y fuera de ese debate energético global.