Un amigo me regaló hace unos tres años, un pequeño libro titulado “El Problema Palestinense, un enfoque histórico jurídico” de Edmundo Kabbath, Mustafa Kamil Yassen y Aïcha Rateb. Es una visión profunda y poco publicitada -la de los masacrados- sobre uno de los ejemplos de terror más oprobiosos de la historia. Por supuesto que mi amigo es palestino. Oigo con profundo respeto cuando narra como los bulldozers israelíes deforestan quinientos o más años de historia contenida en sus olivos y cedros; el inconcebible mundo de un niño que hereda cadena perpetua porque nació en una cárcel israelí donde su madre, con él en vientre, purga semejante pena. Recuerdo que salió en prensa -hará un año tal vez- una foto de un preadolescente Palestino que había escrito en una pared “lo que queda es resistir”. Por si sola, la foto refleja el drama diario que allá se vive, pero luego supe que lo hizo con la sangre de su tobillo, destrozado por los bombardeos sionistas. Con la aquiescencia de Mister Bio Danger y sus acólitos, Israel humilla a sus vecinos. Lo escrito en sangre es el corolario de un pueblo que nunca se doblegará.
Cuanta orfandad e injusticia en tan corta geografía; cuanta sordidez y pusilanimidad en el seno de la ONU; cuanta infamia de los que en algún momento llegaron a ser considerados héroes de la II Guerra Mundial por el rescate del casi exterminado pueblo judío. Somos testigos del cambio paradigmático de un grupo que a expensas del derecho internacional derivó en una corporación truculenta, atrabiliaria y –quien lo diría- genocida.
Ex profeso digo grupo; puede decirse también organización, consorcio, etc. Porque, ¿hasta cuando insisten en que se trata de un problema de origen étnico y religioso? ¿Cuándo confesarán -al estilo Greenspan- que el problema no es esencialmente árabe sino imperialista? Además y sin temor ¿Cuándo el Panarabismo resultará en un bastión inexpugnable e incólume ante las ambiciones geopolíticas externas?
El grupo sionista, transformado en aberrado clon bélico, actúa como el Dr. Jekill y Mr. Hide; modosito ante las cámaras; sádico en Palestina y El Líbano. Ahora mismo tiene un nuevo “homework”: matar de sed al pueblo palestino, controlando su ya escaso suministro de agua. Mientras tanto, acuden con sus cabezas envaselinadas de diplomacia y parafernalia de seguridad a la sede de las Naciones Unidas, quejándose ante el mundo con aires de víctima, tratando de matizar su aquelarre carnicero.
Pero las demás cabezas de la hidra corporativa no se quedan atrás. El pueblo irakí estalla todos los días; prefieren eso a postrarse. En estos momentos anuncian a tambor batiente su nueva “guerra preventiva” contra Irán. En sus contradictorias invasiones para “defenderse”, descargarán de nuevo su instinto herodiano amparados en el eufemismo de “daño colateral”
Los medios izarán otra vez los fetiches étnicos y religiosos. En tiempo real y a pantalla compartida, veremos atónitos su requerimiento milmillonario de dólares adicionales para proseguir su locura belicista y a sus tropas pisando el suelo sagrado de valerosos pueblos hermanos. Por eso, ahora y siempre, desde lo más profundo del alma, debemos estar preparados para resistir.
pladel@cantv.net