Condoleezza, ¿roja, rojita?, a Colombia ofende

Condoleezza Rice, se pasó. Y lo curioso del asunto que lo hizo, justamente intentando poner una raya roja, hasta donde según ella, llegan los derechos del gobierno republicano de mister Bush. Demás está decir que dicho límite, en la mentalidad gringa, está más allá de más nunca, como dijese Rómulo Gallegos; o cual un venezolano común, después del rincòn donde el viento se devuelve.

Y son valederas estas reflexiones, porque la Secretaria de Estado estadounidense, afroamericana por cierto, lo que fortalece la tesis, que de lo que se trata aquí y en casi todo el mundo capitalista, es que hay, en esencia, por encima de todo, un conflicto de clases, señaló recientemente que, en lo relativo a las gestiones humanitarias a favor de los retenidos por ambas partes en el conflicto colombiano, no se deben cruzar “las líneas rojas” marcadas como condiciones por los gobiernos de Estados Unidos o Bogotá.

Después de estas afirmaciones, repitió, como para que no quede duda, por lo menos en la cabeza de Uribe, porque para éste es el mensaje, que su gobierno “trabajará muy de cerca con Colombia sobre esta iniciativa, para asegurarnos de que ninguna de nuestras líneas rojas o las de Colombia sean cruzadas.” Es obvio que, si el gobierno de Uribe no está de acuerdo en un punto, sobre eso no habrá acuerdo. Entonces se pregunta uno. ¿Qué quiso decir la Rice? ¿No le parece a usted lector una orden a alguien impartida? Además, es tan imprudente que habla de las líneas rojas de Colombia, como si fuese asunto de su competencia

Tratando de marcar una raya o un límite sin derecho alguno, de paso de color rojo, hizo como aquellos tres personajes gallegianos, hermanos ellos, de “Doña Bárbara”, que todas las noches arrimaban las cercas de la hacienda “El Miedo”, propiedad de la dañera, hacia dentro de las tierras de “Altamira”, las de Santos Luzardo. Es decir, impetuosa, atrevida, irrespetuosa, se llevó la raya de la soberanía colombiana.

El problema de los retenidos a quienes se intenta liberar con la mediación del presidente Chávez y la senadora Piedad Córdova, es un producto del conflicto bélico entre el gobierno y la guerrilla colombiana. Y es más, se desarrolla dentro del territorio de ese paìs. Después de éste, los afectados por ese enojoso asunto son las naciones que comparten límites con la antigua Nueva Granada, particularmente Ecuador y Venezuela. Estados Unidos, es a todas luces, ajeno a esto. Por eso molesta, no asombra porque esa conducta es habitual, que la señora Rice, con brocha y pote de pintura roja en mano, declare con soberbia que trazará una raya y, de paso, lo hace mucho más allá de donde debe.

A esta altura de las gestiones, uno cree que Uribe no está interesado en que estas continúen y menos que se traduzcan en algo humanitario y por ende positivo. Las frecuentes declaraciones entorpecedoras de sus subalternos, nunca por él desmentidas y menos reprochadas, así lo indican. Hasta el mismo presidente colombiano ha dicho públicamente cosas que hacen creer que arrepentido está de haber invitado a su par venezolano a intermediar en las diligencias humanitarias y de paz.

Las declaraciones de Rice, emitidas en tono de descarada soberbia, parecen más bien una orden al presidente colombiano. ¿De dónde, de cuál norma legal, con qué derecho, la funcionaria gringa, saca eso que ellos pueden marcar la forma y fines de las gestiones? ¿Quién les dio vela en ese entierro? Chávez interviene no por decisión suya, saltándose la soberanía colombiana, sino por invitación de Uribe, quien es hasta donde uno piensa, presidente de su paìs y por el importante rol, guste o no a sus enemigos, que juega el venezolano en esta parte del mundo. Y conste que venezolanos, ecuatorianos y otros pueblos, si formamos parte del asunto por diversas razones y particularmente porque la guerra entre hermanos colombianos, nos afecta de manera directa. Una de las partes, y ya eso es suficiente para invalidarles, no aceptaría nunca a la señora Rice ni a mister Bush. ¿Entonces que les avala para meterse en el medio de ese asunto y con espíritu nada conciliador y si muy entorpecedor? ¿No es eso acaso una intromisión en los asuntos de Colombia y un descomunal irrespeto a sus nacionales?

Y el descaro e irrespeto a la soberanía colombiana es tal, que la subalterna de Bush, añade que mantienen “una coordinación estrecha y conversaciones muy cercanas con Colombia a medida que avanza esta iniciativa”; y es por este medio como la señora Rice, como si estuviese en celo, pinta su raya roja. Está convencida, que se trata de un asunto concerniente a la administración de Bush; es la vieja política del patio trasero y el gran garrote. Estas manifestaciones explican la conducta sinuosa o guabinosa del presidente Uribe.

Estados Unidos no está interesado, como tampoco la oligarquía colombiana, en que esas gestiones arriben a buen puerto. Primero porque les falta sensibilidad para ubicarse al lado de los retenidos y sus familiares. Luego porque el dolor es gran medida del pueblo colombiano y el americano, en este asunto, pese a que hay tres nacionales suyos de por medio, no está bien enterado y no ha dado muestras significativas como, no para sensibilizar, pero si para presionar a Bush. Porque la administración gringa y la godarria colombiana, no quieren poner fin a la guerra por medios conciliatorios, porque eso implicaría aceptar condiciones de la guerrilla. Finalmente, cualquier acuerdo que facilite el intercambio de prisioneros y con sólo iniciar conversaciones de paz, hablaría a favor del presidente venezolano. Y esto último, no estàn dispuestos a aceptarlos los reales enemigos del pueblo colombiano y sus vecinos. Por esto y otras cosas, Condolezza con su brocha carmesí, traza las rayas que Uribe no debe pasar.

pacadomas1@cantv.net


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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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