Horrorizado el gobierno Colombiano por la propuesta de retirar el calificativo de terrorista a las FARC, argumentando una serie de delitos que el Gobierno colombiano comete y facilita a través del apoyo a los paramilitares, obliga a replantear la propuesta y retirar de la lista de terrorismo al propio gobierno colombiano y los medios de comunicación que sostienen el conflicto. Conmueve unas declaraciones de la recién liberada la senadora Consuelo, cuando llorando en un encuentro con el alcalde de Bogotá, se quejaba que en 9 años no se había hecho nada por liberar a los secuestrados. Sin embargo, los medios colombianos, un poco desorientados de cómo abordar periodísticamente unas víctimas que ignoraron por años, comete la “inocencia” de enfocarse lejos del conflicto medular, que no es otro que la necesidad de buscar vías pacíficas, que a su vez pasa por retirar a Estados Unidos del control del narcotráfico en Colombia escondiéndose en esa payasada llamada Plan Colombia.
Era impresionante como una periodista de Caracol TV le pedía a una de las esposas de los soldados secuestrados que le leyera una parte de una carta privada. Un interés periodístico insensible, morboso, y con amnesia selectiva para confundir más a la población. ¿Y todo para qué? Para dificultar la comprensión de un problema político y social y justificar la guerra, la violencia, la rentabilidad económica del conflicto sin importar de que bandos salen los beneficios.
Uribe se contradice y busca políticas camaleónicas para buscar acuerdos humanitarios de países que desconoce el problema, Suiza, España, Francia, sin embargo, ignora a Ecuador, Venezuela, calificando el análisis proveniente de estos países como injerencia. Por supuesto que es injerencia, como injerencia es la presencia paramilitar en Venezuela o las fumigaciones en la frontera con Ecuador, y todo orquestado de un plan de injerencia de Estados Unidos, que incluso tiene presencia militar pública y privada en Colombia y opera desde ese país hacia las naciones vecinas con planes desestabilizadoras, planes económicos contrabando de gasolina, penetración del narcotráfico a través de inversiones dudosas (casinos, medios de comunicación, burdeles, etc.) planes políticos como proyectos de separación y autonomía en el Zulia, universidades, etc.
La contradicción de Uribe se evidencia además, porque todo su piso político está relacionado con los paramilitares, que a su vez han confesado miles de asesinatos, masacres, pero que no asumen la responsabilidad de regresas las tierras robadas, las riquezas de procedencia dudosa. Subestima los errores de los militares que han asesinado colombianos inocentes, subestima los funcionarios del gobierno norteamericano implicados en el narcotráfico, comprobados por la Fiscalía y que no son producto de la imaginación de un articulista.
Darle beligerancia a las FARC no es una idea descabellada como se pretende mostrar, tampoco es la solución en si misma, pero por lo menos es un paso para avanzar hacia la paz con la verdad, con los pies en la tierra, abordando con responsabilidad el conflicto.
Davidjavier18@hotmail.com