Fidel Castro: una visión sobre memoria, memorias y reflexiones

En su reflexión titulada “Regalo de Reyes”, donde Fidel aborda como tema central la visita de Bush al Medio Oriente, toca de pasada otros asuntos. Me referiré a su confesión de que ya que no disfruta de la capacidad física necesaria para realizar sus funciones habituales, tal como acostumbraba antes de su operación quirúrgica, se dedica a leer, escribir y meditar. Afirma Fidel: “Hago lo que puedo hacer: escribo. Constituye para mí una experiencia nueva. No es lo mismo hablar que escribir. Hoy que dispongo de más tiempo para informarme y meditar sobre lo que veo, apenas me alcanza para escribir”.

“La escritura, como muchas personas saben, es un instrumento de expresión que carece de la rapidez, el tono y la mímica del lenguaje hablado, que no utiliza signos. Emplea varias veces más del escaso tiempo disponible. Escribir tiene la ventaja de poder hacerlo a cualquier hora del día o de la noche, pero no sabes quienes van a leerlo (…)”

“Toda mi vida lo que hice fue transmitir ideas sobre los sucesos tal como los veía, desde la más oscura ignorancia hasta hoy en que dispongo de más tiempo y posibilidades de observar los crímenes que se cometen con nuestro planeta y nuestra especie.”

Fidel ha demostrado que aún en las circunstancias que han estado presentes en su larga convalecencia, sigue siendo el mismo. Desde los momentos mismos en que se presentó súbitamente el período crítico de su enfermedad y la intervención quirúrgica urgente, dio muestra de su sentido de responsabilidad histórica ante su país y el mundo, dando a conocer el documento llamado Proclama al Pueblo de Cuba.

A medida que fue avanzando su recuperación, empezó su natural ejercicio de las actividades según las posibilidades que el disciplinado acatamiento del tratamiento médico, le permitían. Eso se reflejó en los mensajes al pueblo cubano, las entrevistas ocasionales con algunos mandatarios y personalidades amigas, entrevistas cortas para la televisión cubana, participación en las consultas de decisiones fundamentales de la dirección del país y, quizás, lo más llamativo de este período, la aparición de sus reflexiones que han concitado el interés nacional e internacional debido a las temáticas más diversas que ha abordado en ellas. Lo que empezó, tal vez, como un acto de su natural impaciencia por defender causas vitales de su país y del mundo, a fin de contribuir a crear conciencia con su opinión autorizada, se ha venido convirtiendo en un quehacer sistemático, en que se aúnan su pasión por la lectura, sus análisis y meditaciones sobre hechos históricos y actuales, su afición y ejercicio juvenil por el periodismo durante los años iniciales de su vida revolucionaria, su indudable formación como intelectual aficionado a la literatura en los más variados campos, su refrenada vocación, por razones del sentido político de su vida, e indudable capacidad como escritor del más alto vuelo. Evidencias suficientes sobre cada uno de estos aspectos existen a todo lo largo de su vida, y su obra monumental, tanto la expresada inicialmente en forma oral o escrita, están ahí, con estilos diversos, como testimonio de la producción de un intelectual que tanto en lo dicho como escrito ha demostrado no sólo la altura de su pensamiento, sino también el estilo depurado en el que lo ha expresado.

Durante su prisión en Isla de Pinos con motivo del ataque al Cuartel Moncada, escribió en unas cartas sobre sus aficiones y preferencias:

“Mucho me conmueve el afán de brindarnos el mayor número de pequeñas alegrías. ¡Pero si eso se logra tan cumplidamente sin sacrificios materiales! ¿Quieres un ejemplo? El deseo de que mis libros estén arreglados y en orden para cuando yo llegue, me conforta, me alegra y me hace más feliz que todas las demás cosas, y no me entristece ni me apena, ni me apesadumbra. Yo no puedo tener debilidades, si las tuviera hoy, por pequeñas que fueran, mañana no podría esperarse nada de mí.

¡Qué pobrecita es mi biblioteca! Pero de veras que le tengo un gran cariño, y el día que yo cobre algunos pesos me comprometo pagar algunos que todavía debo (…) Al enfrentarme de nuevo con todos los pequeños problemas cotidianos, tal vez eche de menos a la tranquilidad de la prisión. Nunca está uno conforme en ningún lado, pero al menos no lo molestan a uno los cobradores (…) ¡Ojalá no se cumpla mi presentimiento de que en la calle añoraré algo la cárcel”

Tal vez en este período de recuperación, alejado durante un largo período en forma forzada de sus actividades habituales en la dirigencia del país, Fidel haya recordado aquellos años de tranquilidad, meditación y lecturas en prisión.

En una entrevista realizada por los norteamericanos Mervin Dymally y Jeffrey Elliot, en marzo de 1985, que es quizás de las entrevistas en la que más se haya profundizado en torno a aspectos diversos que han provocado confesiones íntimas o personales de Fidel, éste se refiere a lo que es capaz de motivarlo esencialmente en la vida

“En primer lugar lo que no me motiva. Los bienes materiales no me motivan, el dinero no me motiva en absoluto. No me motiva un afán de gloria, fama, prestigio. Creo que me motivan las ideas.

Cada hombre no es el mismo desde que nace hasta que desaparece de la tierra. Creo que el hombre es también como un río, que fluye constantemente. Alguien dijo que nadie se baña dos veces en el mismo río, y también así es la vida del hombre.

Realmente, a mí nadie me inculcó mis ideas políticas, yo fui llegando a ellas; aunque recibiendo distintas influencias, desde luego, de ideas que existían, criterios, concepciones, pero la opción fue una opción completamente mía, el resultado de meditaciones, de reflexiones, de observaciones de las realidades y del análisis de lo que otros muchos hombres hicieron y pensaron. Fueron realmente mis ideas, a las cuales yo llegué por conclusiones determinadas, a una convicción por encima del medio social, del origen de clase, de la educación recibida en la escuela, de todo lo que leía y veía en la prensa, en el cine, en todas partes. Creo que eso tiene una importancia grande en la motivación del hombre, porque llega a determinadas conclusiones, a determinadas ideas que lo motivan a luchar, porque está realmente convencido de lo que está haciendo.

Claro, yo puedo hacer una apreciación de mis ideas, desde que empecé a tener ideas políticas, ideas revolucionarias, hasta hoy, son ideas que se han ido desarrollando; los valores en que me inicié en esta lucha, creo que también se han ido desarrollando; el comprometimiento con esas ideas, también se han ido desarrollando; el interés por esas ideas, también se han ido desarrollando a lo largo de los años. Creo que la lucha misma, en las condiciones en que hemos tenido que llevarla a cabo, ha sido también un estímulo (…) y cada año que pasa uno se siente más convencido y más comprometido. Yo creo que cada año que pasa el desinterés personal puede ser mayor, el espíritu de sacrifico mayor, los elementos subjetivos van teniendo cada vez menos importancia, las cosas subjetivas, personales; ya uno llega a identificarse de tal manera con lo que está haciendo, que la cuestión de orgullo personal, vanidad, todas esas cosas que de alguna u otra forma existen en todos los hombres, todos esos factores van quedando más atrás cada día que pasa (…) Y pienso que en parte porque he estado en guardia contra todos esos factores, tal vez he ido desarrollando una filosofía sobre la importancia relativa de los hombres, el valor relativo de los individuos, la convicción de que no es el individuo el que hace la historia, sino los pueblos, la idea de que nadie puede atribuirse los méritos de todo un pueblo y de que millones de gente que trabajan todos los días, que aportan su esfuerzo todos los días, que producen, que defienden la revolución. Hay un pensamiento, una idea, una frase de Martí que produjo en mí profunda e inolvidable impresión (…):”Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”.

¿Hay algún método para alcanzar esa victoria sobre sí mismo? No creo que existan técnicas infalibles, el ser humano es muy complejo, a mí personalmente me ha servido mucho estar siempre en guardia, ser crítico, ser riguroso, ser exigente conmigo mismo. Uno debe estar comprometido, consagrado a lo que hace, entusiasmado con lo que hace, convencido del valor de lo que hace.

Las ideas tienen mucha importancia, si los problemas no se entienden con claridad, no tienen posibilidades de resolverse. Este esfuerzo que he realizado tenía como objetivo formar conciencia sobre serios problemas actuales, y cómo, a nuestro juicio, pueden ser resueltos.

Uno tiene que estar constantemente analizando cada palabra que diga, cada cosa que plantea, la forma en que lo plantea, el momento en que lo plantea, porque uno debe estar incesantemente analizando lo que hace. Es lo que yo digo: siempre hay una inconformidad, y me parece que eso es útil, es positivo (…)”

Creo que un elemento que me ha ayudado en este problema es la capacidad de abstraerme, la capacidad del buen humor, y poder apreciar el lado simpático, el lado cómico y hasta el lado ridículo de las cosas que nos ocurren. Eso me ha ayudado a resistir; puedo también agarrar un libro y no acordarme de ustedes hasta el otro día; entonces puedo hacerlo, moverme, cambiar de actividad. Puedo sustraerme perfectamente, es lo único que pueda explicar que se resista un tipo de trabajo intenso tantos años. Creo que me ayuda también la práctica de hacer ejercicios, me ayuda la práctica de ser moderado en la comida, y, en fin, me ayudó la naturaleza y también la suerte”.

Yo creo que hace 20 años, 15 años, me preocupaba más la idea de que pasaran los años y se acercara la vejez. Indiscutiblemente que la naturaleza tiene mecanismos fabulosos de equilibrio y de compensación en las personas. Mientras más años pasan, menos me preocupo por la muerte y menos me preocupa la vejez: fíjese qué cosa más curiosa.

Digamos, ¿qué factores pueden contribuir a eso? Yo diría que hace 20 años, uno pensaba que necesitaba tiempo por delante para cumplir una misión, realizar una tarea. A medida que pasa el tiempo, uno va teniendo la sensación de que ya una gran parte de esa tarea que le correspondió en la vida está cumplida y que va quedando una obra detrás, entonces usted se angustia menos por la salud, por la vejez y por la muerte, porque va dejando aquello que se ha cumplido, la obra que tenía que realizar la ha realizado, la vocación y las aptitudes que alguien pudo traer consigo cuando viene al mundo en un momento en que pudiera tener alguna utilidad, han sido ejercidos, está uno más tranquilo, tiene mucha más tranquilidad. Entonces te digo: ni la salud, ni la muerte, ni la vejez me traen preocupación alguna.

La única presión que puedo sentir por eso, es la idea de que el tiempo hay que aprovecharlo mejor y hacer lo más que se pueda; si va quedando menos tiempo, hay que aprovecharlo mejor, porque sobre todo coincide con el período en la vida en que usted tiene más experiencia y puede ser más útil.”

El asunto de la escritura de sus memorias lo aborda, como de pasada, en este fragmento de la entrevista con los dos norteamericanos.

“Le voy a decir una cosa, si yo mañana renunciara a las funciones que estoy desempeñando, primero, habría que contar con una razón realmente convincente para que la población lo entendiera, que encontrara lógico, natural y justificado eso que se hace. Si yo, por ejemplo, dijera que quiero retirarme, que quiero ponerme a escribir, cualquier cosa de este tipo, si no hay una razón sólida, explicable, convincente, entonces lo más probable es que no lo entendería el pueblo y que el efecto de eso fuera negativo, incluso un mal ejemplo pudiera decirse, porque se le inculca a la gente hacer el máximo, sufrir al máximo si fuera necesario, sacrificar todo tipo de interés personal; hacer algo que fuera lo opuesto a eso, no se entendería bien, sería un poco decepcionante para el pueblo. Bien, qué pasaría vamos a suponer que fuera justificada la ausencia. Si se puede explicar, entonces lo entendería todo el mundo perfectamente bien, y creo que tendrían la seguridad de que el que ocupara ese cargo seguiría cumpliendo con plena capacidad, no habría trastornos para la Revolución en ningún sentido; podría haber tal vez un poco de tristeza, pero se adaptarán perfectamente.

Yo no tengo la menor duda de que, aunque todavía puedo hacer algunos aportes a la Revolución –todavía puede haber algunas cosas que necesitan un poquito de tiempo para que maduren-, el concepto de la gente y el reconocimiento del pueblo serán realmente altos del papel y del esfuerzo que he realizado en la Revolución, sin que esto pretenda de ninguna manera significar que ha sido una cosa perfecta, exenta de errores, ni mucho menos; pero estoy seguro del alto concepto que quedará de mis servicios, absolutamente seguro, no tengo la más remota duda sobre eso”.

Yo creo que el sentimiento del pueblo es un sentimiento de familiaridad, de confianza y de respeto, es decir, de una relación muy cercana, muy estrecha. Yo creo que a eso contribuyen distintos factores. La población nuestra no ve a los dirigentes como personas que están a la distancia, intocables. La impresión que yo tengo es la de una relación familiar. Nos ven como un vecino, como uno más; no se sienten aplastados por los cargos, por las personalidades. A mí nadie me llama siquiera Castro. Hay confianza, familiaridad y respeto. Creo que el elemento de confianza se basa entre otras cosas en que nunca se le haya dicho una mentira al pueblo.”

Tanto en Cuba como en el extranjero se han manifestado las opiniones en torno a la necesidad o conveniencia para la historia de la Revolución Cubana, con vista al futuro, de que Fidel escriba sus memorias. Que dé riendas sueltas a su prodigiosa memoria y a sus cualidades como escritor, que han despertado la admiración de García Márquez, y sobre lo cual ha resaltado: “Su devoción por la palabra; los libros reflejan muy bien la amplitud de sus gustos; escribe bien y le gusta hacerlo; tiene un idioma para cada ocasión…y dispone de una información vasta y variada que le permite moverse con facilidad en cualquier medio; no hay un proyecto colosal o milimétrico, en el que no se empeñe con una pasión encarnizada, y en especial si tiene que enfrentarse a la adversidad; su auxiliar supremo es la memoria y la usa hasta el abuso para sustentar discursos o charlas privadas con raciocinios abrumadores y operaciones aritméticas de una rapidez increíble; requiere el auxilio de una información incesante, bien masticada y digerida; su tarea de acumulación informativa principia desde que despierta, otra fuente de vital información son los libros; es un lector voraz; nadie se explica cómo le alcanza el tiempo ni de qué método se sirve para leer tanto y con tanta rapidez; es lector habitual de temas económicos e históricos; es un buen lector de literatura y la sigue con atención.”

Esta admiración garcíamarquiana es compartida, por supuesto, por millones de personas que se han relacionado con sus discursos y entrevistas. Todos estos son los presupuestos para anhelar que puedan surgir sus largas o condensadas memorias, que resulten como fruto de su larga y extraordinaria existencia. Algunos, como Ramonet en entrevista televisiva con los entrevistadores de Fidel, piensan que no escribirá sus memorias y creen que el libro titulado CIEN HORAS CON FIDEL viene a ser una especie de su sustituto. Sin embargo, pensamos que en sus Reflexiones están presentes elementos tales como análisis coyunturales actuales y hasta aquellos que son perfectamente identificables como propios de sus memorias. También existen fragmentos o partes esenciales de ellas en todas sus entrevistas.

Ojalá que en las actuales condiciones, Fidel pudiera asumir, con la ayuda de su equipo de trabajo, la escritura y terminación de las tan importantes y esperadas Memorias, pues cuenta para ello con su memoria extraordinaria, la lucidez de ideas, el archivo de sus memorias ya escritas que son sus discursos, entrevistas, artículos, libros, reflexiones y otros documentos. Ojalá pudiera llevar paralelamente ambas tareas: sus Reflexiones para el hoy inmediato y los aspectos de sus Memorias para el hoy mediato y el futuro. Así que esperemos, mientras no tengamos noticias sobre sus Memorias.



(1) Profesor de Mérito. Escritor y periodista


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Wilkie Delgado Correa


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