Encontrándome en este momento algo aun cansado y jubiloso a pesar del sol y del largo trecho de nuestra Marcha en conmemoración al 27 de Febrero y el Proceso de Paz en Colombia, veo por fin las emotivas imágenes de la liberación de los retenidos por parte de la FARC.
Nadie más que estos hermanos colombianos y sus familiares pueden dar testimonio fidedigno de lo urgente que hoy en día se torna la inmediata desmilitarización del corazón y del pensar del pueblo granadino. Solo así indiscutiblemente se logrará el ansiado camino hacia la paz y el porvenir.
Ha sido tan grande y despiadado el terror que le han infringido que no en balde han pretendido inculcarle con sangre que su seguridad y la comodidad de su bienestar, bien requiere de la inseguridad, de las desapariciones forzadas y de los desplazamientos inhumanos de otra buena parte de sus propios hermanos.
Hoy más que nunca conviene y obliga a cada uno de los que se hallan de modo protagónico en el camino de la Paz no caer en provocaciones y no tomar decisiones apresuradas que alimenten mediáticas estimulaciones. Un paso en falso no solo detiene sino desfigura por momentos el sendero y el impacto del caminar.
El más terrible secuestro que hoy vive y sufre Colombia aun no se le ha dado pertinente tratamiento. Cerca de casi 60 años lleva injustamente privada de libertad la Información Oportuna y Veraz de lo que realmente ocurre en ese país. Sólo gracias a ella se podrá sensibilizar a la población de los verdaderos roles de sus actores.
Evidencia de lo que realmente significa para Venezuela el conflicto colombiano lo vive hoy el Estado Zulia. Alarma la manera como han explotado las estadísticas del secuestro. El hampa común se ha dejado seducir por la oferta de quienes teniendo mayor capacidad logística y experiencia pueden mayormente beneficiarse económica y políticamente de este negocio.
En este Estado, donde precisamente el gobernador ha tenido de flamante Secretario de Seguridad al terrorista internacional López Sisco, avergüenza la manera como diariamente, desentendiéndose de los hechos, y a pesar de que dirige una de las principales policías del país, le saca punta política a cuanto secuestro se origina en sus predios.
Indiscutiblemente los pasos políticos que dado las FARC con estas dos consistentes demostraciones humanitarias comienzan a remover los puntales del conflicto. Por vez primera se le ve el rostro humano y colombiano de aquellos que nunca han tenido la oportunidad de plantear las razones de sus luchas.
Hoy cuando por un lado se observa a un Uribe todo arregladito y perfumado ofuscadamente sopesando como un golpe político la liberación de sus hermanos colombianos, vemos del otro lado de la historia, en esa Colombia de todos los días y de todos los colombianos, a un guerrillero que más que un hombre es un hombre guerrillero de Colombia ofreciendo pagar con su vida la responsabilidad de sus actos, señalar CUMPLIMOS, para luego retirarse y continuar, sin cámaras ni micrófonos, manteniendo su ofrecimiento y cuota de responsabilidad en el conflicto.
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