Durante 2024, más de 100 conflictos bélicos se mantuvieron y agudizaron e incluso algunos se iniciaron, lo que lo hace uno de los períodos más violentos de la historia de la humanidad, por lo menos a partir de la terminación de la segunda guerra mundial. Algo que llama la atención de estas situaciones conflictivas es el descaro con que sus impulsores se refieren a las mismas y tergiversan la información, para mantener engañada a una parte del mundo. Agresiones dirigidas en forma directa y clara contra la población civil desarmada, en forma pública, celebrada incluso por sus ejecutores y en una magnitud y características no vistas en el pasado. Éstas ya no son presentadas como errores o daños "colaterales", sino como enfrentamientos armados con fuerzas enemigas, como si la población civil pudiera ser considerada "el enemigo".
Además, con el agravante de que esos enemigos son mayoritariamente niños de todas las edades: recién nacidos, lactantes mayores y lactantes menores, e infantes y adolescentes. En muchos casos se trata del asesinato a mansalva efectuado por francotiradores, que incluye a mujeres embarazadas, en forma absolutamente despiadada y con impunidad total, ante el respaldo de gobiernos como el estadounidense y los de la Europa civilizada, que pretenden dar lecciones de democracia y justicia a nuestros países y gobernantes. Todos saben que me refiero al genocidio, "en vivo y en directo", del pueblo palestino en Gaza, a manos de la entidad sionista que llaman Israel, que lleva ejecutándolo incluso desde antes de su creación, es decir durante casi 80 años. Es el holocausto de este siglo.
No se trata de 45 mil víctimas mortales, la mitad niños y adolescentes y una cuarta parte mujeres, pues estas cifras sólo se refieren a quienes fueron trasladados a un hospital, permitiendo su identificación y registro. Mucho más del doble, por lo menos, está sepultado bajo los escombros de los bombardeos de viviendas, hospitales y centros de salud, escuelas, templos, campamentos de refugiados, vías de comunicación, instalaciones de transporte civil y áreas de cultivos de alimentos y cría de animales. Otro tanto está desaparecido y muchos más quedaron discapacitados, sin manos, sin brazos ni piernas y sin ojos. Población civil luego sometida al hambre y la sed, al no permitirse el ingreso de ayuda humanitaria. Y todo ello, ante el cinismo despiadado de unos gobernantes que ni siquiera pertenecen étnicamente a la región y ante la indiferencia del mundo eufemísticamente llamado "desarrollado".
Allí están como testigos de lo que digo los asesinatos de periodistas de todas partes, pese a estar identificados como tales. Allí está el mayor número de médicos y personal de salud asesinado en guerra alguna, impunemente y con alevosía y ensañamiento. Sacados a la fuerza de sus hospitales, luego del asesinato de heridos en tratamiento, para la supuesta búsqueda de túneles que nunca fueron encontrados. Allí están los reclamos de la ONU, de organismos como la UNESCO y al final, luego de mucho forcejeo, la decisión de la Corte Penal Internacional acusando de genocidio a Netanyahu. El rechazo mundial ha sido categórico. Más de los pueblos que de los gobiernos, aunque ha habido gobiernos dignos, que han enfrentado valientemente el exterminio de los palestinos.
Los mismos judíos en distintas regiones del mundo e incluso en Israel mismo, pese a la represión descarada de las fuerzas de seguridad de los Estados, han enfrentado el genocidio contra los palestinos llevado adelante por la entidad sionista. Ésta ha desacatado todas las resoluciones de la ONU para finalizar sus asesinatos, de la misma manera que desacató durante décadas, cientos de resoluciones de la ONU, que la llamaba a mantenerse dentro de los límites geográficos acordados cuando lamentablemente se la creó, en un territorio que no les ha pertenecido nunca y donde simplemente se han comportado como colonos conquistadores, expulsando de sus tierras y asesinando a la población nativa. Población que, además, no puede defenderse, pues es inmediatamente condenada como la agresora por los poderosos del mundo y la gran prensa a sus servicios.
Con sólo estos hechos, 2024 pasa a ser un año nefasto. A éstos le sumamos para confirmarlo la guerra de Rusia contra la OTAN en Ucrania, la extensión al Líbano de la barbarie israelí, la toma de Siria por Al Qaeda y el Estado Islámico, ambos aliados de Israel y de EEUU; los enfrentamientos en Yemen, las situaciones de explotación inhumana en varios países africanos y el triunfo de Donald Trump con sus apetencias sobre Groenlandia, Canadá y el canal de Panamá. Todo lo cual marcará al año 2025 que recién se inicia. Las cosas no se ven muy felices.