Ciudad de Rosario, 6pm.-- Los hechos se combinaron de manera imprevista, pero inexorable. A las 4pm estaba convocada en Rosario, lugar de nacimiento del Che Guevara, la movilización de organizaciones sociales, partidos de izquierda, sindicatos, delegaciones extranjeras y agrupaciones culturales para asistir al acto central en el que se develaría la estatua de cuerpo entero del Che en una amplia explanada de la Avenida 3 de Febrero de esta ciudad.
Pero apenas dos horas más tarde ya el país era otra cosa. Las ciudades de Rosario y Entre Ríos, centros neurálgicos del lock-out agrario, se convirtieron en ciudades aisladas por los cortes de ruta de los agricultores ricos y medianos. Mientras, el Che, con su adusto rostro mirando al norte de la ciudad, quedó convertido en una estatua sitiada por los acontecimientos.
Lo que pretendía ser un acto de masas internacional de homenaje al guerrillero heróico argentino-cubano, se transformó en varias manifestaciones simultáneas, marcadas por el desencuentro de sus intereses y sectores sociales. Todo ocurrió en el acelerado lapso de dos horas.
Las principales rutas, sobre todo las que conducen a Rosario y Gualeguaychú, dos centros agrarios, quedaron totalmente cortadas por masas de campesinos acomodados que las coparon para exigir la liberación de la principal figura de masas que produjo el lock-out agrario: Alfredo de Angelis. A las 3 de la tarde, la gendarmería cumplió la orden de un Fiscal Nacional que ordenó "desalojar las rutas".
Lo fueron a buscar a la ruta, lo atraparon en medio de forcejeos de sus simpatizantes y lo llevaron por la fuerza en un camión militar, junto con otros 18 activistas agrícolas, hasta un retén de la localidad de San Pedro, en Entre Ríos. Ese hecho prendió la mecha del sector de la clase media que adversa al gobierno. La reacción fue en cadena e inmediata y el país quedó convertido en dos. No solo en las pantallas de los televisores.
Desde muchos pueblos cercanos se movilizaron por miles a las puertas del cuartel para esperar la liberación de De Angelis. Pero minutos después aparecieron dos escenarios más de acciones.
Los dirigentes de organizaciones piqueteras y sindicales que sostienen al gobierno argentino, convocaron a sus afiliados a la Plaza de Mayo, donde en menos de una hora congregaron más de 20 mil militantes y adherentes. Al mismo tiempo, desde varios barrios de alta clase media de la Capital Federal, centenares de habitantes se tiraron a las calles para protagonizar un "cacerolazo" en apoyo a los agricultores presos y contra el gobierno.
Hasta la terminal de autobuses de Rosario se convirtió en escenario de enfrentamientos y tensión política. Las centenares de personas que permanecían varadas en sus antiguas instalaciones, se arremolinaron frente a las pantallas de los televisores de la terminal y en los cafetines de sus alrededores, para ver las movilizaciones encontradas y las declaraciones y acusaciones mutuas entre De Angelis y los dirigentes y jefes de gobierno. En pocos minutos, al ver que no se realizarían viajes, exigieron la devoluciòn de lo pagado por sus boletos y se produjeron griteríos, empujones, quebraduras de ventanillas y corridas. En el medio, un pequeño grupo de venezolanos con camisas "rojas rojitas" , que viajaron para conmemorar los 80 años del nacimiento del Che en Rosario, miraban impávidos los acontecimientos.
El último lugar de tensión fue la Casa residencial de la Presidencia, en el barrio de Olivos, al norte de la ciudad de Buenos Aires. Allí, la presidenta Cristina llamó de urgencia a la parte política de su gabinete y permanecía en estado de alerta y deliberaciòn a las 7 de la noche. Las únicas declaraciones de prensa las dan sus ministros de Interior y algunos diputados oficialitas.
Estos cinco escenarios de movilizacón y tensión desencadenada son productos del enfrentamiento entre el gobierno y los agricultores sùper enriquecidos, que se disputan la renta agraria y la nueva estructura del poder económico argentino en el mercado mundial. La otra parte del país mira absorto los acontecimientos sin comprender mucho y sobre todo sin hacer parte, apenas esperando una solución.