Puerto Rico aún espera su día de Independencia como República de nuestra América

“La verdad siempre tendrá que aparecer tal cual es.”

Han transcurrido 110 años desde el inicio de la primera guerra imperialista librada por los Estados Unidos contra España por la posesión y dominio de las Antillas. Intervino en 1898 en la guerra que sostenía Cuba desde hacía 30 años por su independencia, a pesar de que durante todo ese siglo, o más, esperaba el momento y la vía oportunas para que cayera en las garras del águila imperial la posesión apetecida, cual fruta madura, según el vaticinio de sus gobernantes.

Con pretextos y fines aviesos lanzaron sus tropas y acorazados para la conquista de los últimos bastiones coloniales de España: Cuba, Puerto Rico y Filipinas.

Aunque Cuba era el territorio más ambicionado, las circunstancias de la guerra heroica durante decenas de años, con un final previsible de victoria en esos momentos, junto con la simpatía del pueblo norteamericano, determinaron una declaración que salvó a Cuba de una ocupación definitiva o más duradera que la ocurrida posteriormente.

Sin embargo, no tuvo igual suerte la isla de Puerto Rico, hermanada con Cuba en un proyecto independentista común en que cubanos y puertorriqueños concibieron y soñaron juntos la guerra necesaria de su emancipación. No existió sobre ella declaración favorable y comprometida con su independencia por parte de los Estados Unidos, y España, la potencia derrotada, la cedió como un botín de guerra. Así de tristes son algunos acontecimientos históricos, que a veces son muy circunstanciales en el tiempo, pero, a veces, como en el caso de Puerto Rico, aún es una lacerante realidad y una ofensa a la identidad plena de los países latinoamericanos.

Estados Unidos invadió a la isla de Puerto Rico el 25 de julio de l898, y el 10 de diciembre de ese año se firmó el Tratado de París, por el cual Puerto Rico y el resto de los territorios coloniales (Cuba y Filipinas) fueron cedidos por España.

La historia de la ocupación norteamericana, con el consiguiente intento de americanización de la isla, continuó su curso, hasta que en 1946 se nombró el primer Gobernador. Al año siguiente el Congreso de los Estados Unidos aprobó la ley que les permitía a los puertorriqueños elegir el gobernador, lo cual se efectuó por primera vez en 1948.

El 30 de octubre de 1950 la resistencia nacionalista irrumpió en forma de una insurrección y se proclamó la República de Puerto Rico en Jayuja, ocurriendo combates cruentos en distintos lugares del país. El movimiento fue reprimido y se masacró a los insurrectos.

En 1954 un grupo de patriotas nacionalistas atacó el Congreso de los Estados Unidos y la Casa Blanca, para demostrar que el patriotismo puertorriqueño rebasaba los límites del interior del país. Todos los atacantes fueron arrestados y condenados a largas penas en cárceles de Estados Unidos. Y luego de más de veinte años fueron liberados por la presión de la solidaridad internacional con los patriotas.

Han ocurrido cambios en el régimen político establecido por los Estados Unidos en Puerto Rico. Se estableció una Constitución, la población elige los cargos políticos hasta el nivel de Gobernador. Pero, sin embargo, a pesar de los disfraces para encubrir el estatus colonial de la isla, empezando por el hombre de Estado Libre Asociado de Puerto Rico, definido como un territorio no incorporado de los Estados Unidos, con un estatus de autogobierno, el propio sistema judicial de los Estados Unidos, representado por el Undécimo Circuito de Apelaciones, concluyó hace años que no ha existido ninguna alteración fundamental en las relaciones de Puerto Rico con los Estados Unidos. Puerto Rico continúa siendo, constitucionalmente, un territorio no incorporado, sin soberanía separada, y sujeto al Congreso de Estados Unidos.

La reciente discusión en el Comité de Descolonización de la ONU, al cumplirse el 110 aniversario de la ocupación de Puerto Rico, reafirma el compromiso latinoamericano e internacional con la causa independentista de este pedazo de América. Se han cumplido 36 años de este ejercicio para luchar por el fin de la condición de colonia de Puerto Rico, a pesar de la oposición tenaz y los malabares de Estados Unidos, empeñado en darle un estatus que no existe ni es reconocido por las Naciones Unidas.

Cuatro siglos duró la situación colonial de Puerto Rico bajo el imperio de España. Ya sobrepasó otro siglo bajo el imperio de Estados Unidos. No obstante, a pesar de tanto vasallaje, el espíritu rebelde, nacionalista e independentista del pueblo borinqueño aún libra su batalla por la plena proclamación de su carácter irrenunciable de nación libre, independiente y soberana.

Hay que continuar, con convicciones y fe renovadas, la lucha por alcanzar esa aspiración sublime.

Hoy se debe retomar el pensamiento de Máximo Gómez, el General en Jefe del Ejército Libertador de Cuba, quien expresó el 18 de febrero de 1899, que “una vez más mi doctrina política de toda la vida es la libertad e independencia absoluta de los pueblos. He ofrecido a Puerto Rico, la isla hermana, mi espada moral. Aquella es tierra preparada para el derecho y es, y debe ser, para nosotros antillanos, un gran dolor que mueren las esperanzas de hacer de ésta, que es una de las tres grandes Antillas, la República que unida a la cubana y a la dominicana, fuese legítimo timbre de orgullo para nuestra raza, realizándose así, y por modo completo, la aspiración constante de todos los corazones honrados y levantados. Jamás pediré aceptar el tutelaje impuesto por nadie a los pueblos.”

En fin, como dijera el General Gómez, en otra ocasión, hoy también es válido afirmar: “La verdad siempre tendrá que aparecer tal cual es.” Puerto Rico, la hoy colonia de Estados Unidos con estatus especial, aún espera su día de independencia como república libre y soberana de nuestra América.

wilkie@sierra.scu.sld.cu


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Wilkie Delgado Correa


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