Son varias las enseñanzas derivadas del conflicto provocado por la invasión de Georgia a la pequeña república de Osetia del Sur. Algunos de estos aprendizajes ratifican situaciones conocidas, pero que vale la pena remarcarlas para aquéllos que siguen pensando que la realidad es blanca o negra. Hay muchas tonalidades de grises, tanto en la política internacional como en la nacional, y verlas es fundamental para el éxito de cualquier empresa. Entre las múltiples causas del fracaso de la oposición venezolana está su manejo en “blanco y negro” de las situaciones. Otro tanto le viene ocurriendo al chavecismo, por lo que se hace necesario rectificar.
La confrontación bélica desatada por Georgia demuestra que las contradicciones antagónicas entre los países capitalistas siguen existiendo y que pueden alcanzar a ser tan beligerantes que lleven a la guerra. El desarrollo del capitalismo ruso y chino no le es indiferente a la Europa capitalista desarrollada, ni mucho menos a EEUU. Sus intereses en la región son contrarios a los de la Federación Rusa. Se demuestra, además, que la alianza imperialista representada en la OTAN sigue tan agresiva y neocolonialista como siempre, a pesar de los matices existentes o que puedan surgir entre los distintos gobiernos integrantes de la alianza.
Se puede observar también, que los “socios” más consecuentes del gobierno estadounidense son precisamente aquellas naciones que formaban parte de la Unión Soviética o que eran sus aliados, los cuales son utilizados hoy para cercar militarmente a la Confederación Rusa, independientemente de las invitaciones que le hagan para que participe en las reuniones del Grupo de los Ocho. Existe como una suerte de “efecto rebote”, que lleva a los pueblos a situaciones políticas e ideológicas anteriores y contrarias a las alcanzadas en un momento dado. El caso de España luego de la República, Chile después de Allende, los países de Europa Oriental luego del derrumbe del socialismo real, son casos claros al respecto.
Pero quizás la enseñanza más grande que nos deja la confrontación bélica habida es el fin de la mal llamada “unipolaridad”, cuyo momento es marcado claramente por esta guerra, en la cual se enfrenta la poderosa Confederación Rusa con la alianza imperialista militar de la OTAN. Desde hoy, Estados Unidos no está sólo en el escenario mundial. Ha nacido finalmente la multipolaridad, como ya lo anunciaban otros eventos mundiales, lo que significa el advenimiento de mejores tiempos para los países empeñados en despegar del subdesarrollo y alcanzar sus soberanías e independencias nacionales.
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