Elevación y caída de Perón

Libros contra alpargatas, una falsa dicotomía. Hay cosas y personajes que parecen fantasmales.

 Cuando Perón comenzó a impulsar sus leyes sociales, lo que incluyó relativas al beneficio de los trabajadores y la educación gratuita en las universidades para beneficio de mayoría de jóvenes sin recursos y la restitución de la autonomía a aquellos centros de estudio, la derecha estudiantil salió a combatir contra su gobierno bajo la consigna "Abajo la dictadura de las alpargatas". El juvenil movimiento peronista, nutrido del ámbito de los trabajadores y desposeídos, marginados hasta ese momento del derecho al estudio, agitaron la consigna: "Alpargatas si, libros no".

 Porque desde sus inicios, el gobierno de Perón tuvo  signos nacionalistas  y  una impresionante  proyección  popular.  Evita, compañera primero y luego esposa, que servía de enlace entre  el "jefe"  y  las  masas, era simplemente  "la  descamisada"  o  "la capitana". El refrán porteño, "Dios es criollo" fue sepultado  por "Dios es peronista".

 Alcanzó  el  apoyo  de  importantes  sectores  del ejército,  iglesia,  parlamento, justicia y de  la  CGT  (Central General   de  Trabajadores). También  de  su  poderoso   partido "Justicialista",   al   cual  trasmitía  sus orientaciones   la influyente  Fundación  Evita Perón; elevado  número  de diarios, revistas,  el canal de televisión, estaciones de  radio, también estuvieron de su lado.

 Sus audaces iniciativas, destinadas a reactivar el desarrollo capitalista independiente de Argentina, formuladas en  el  preciso momento que los sectores  sociales  y económicos llamados a dirigir el proceso vacilaron, le ganaron ese respaldo. Los afectos devastadores de la segunda guerra mundial sobre el sistema capitalista, hizo posible aquella iniciativa nacionalista.

 Para   continuar  con  la  línea  de   crecimiento industrial a expensas del mercado interno que arrancó desde 1933, creó  un esquema proteccionista basándose en subvenciones y además, mantuvo el valor oficial del peso para abaratar el precio de  los combustibles,  las materias primas importadas y otros productos necesarios para el crecimiento del aparato productivo industrial. Puso en práctica una intensa política de nacionalizaciones en áreas  fundamentales de la economía y particularmente, hizo realidad un anhelo popular desde   1890,   compró   a  las  empresas   británicas   la   red ferrocarrilera  y también adquirió los teléfonos.  Estas  medidas significaron  la salida de una voluminosa cifra de divisas en  un plazo bastante breve.

 Ante   la  mirada  atolondrada  de  la burguesía argentina  movía con  rapidez  sus  piezas  y  armaba  todo   un gigantesco  aparato capitalista  de  estado.  Hizo  del  mercado exterior  un  monopolio  estatal y  disminuyó,  creando  un  ente oficial,  la  cadena  de intermediarios  en la comercialización interna  para  abaratar  el  costo  de  la  vida  y  combatir la especulación.

  Al mismo tiempo que el aparato productivo consumía con gula mano de obra, hasta llegar al pleno empleo, el  gobierno aumentó  los salarios de los trabajadores, promulgó  la  Ley  de Pensión de la Vejez y estableció el voto femenino.

  Pudo entender que la conflagración mundial, que dispuso que todo el aparato productivo de las grandes naciones, debió dirigirse a los fines de la guerra, creó también una oportunidad para impulsar el desarrollo y crecimiento de la Argentina; de allí las audaces políticas sustitutivas. Incluso llegó a hablar de una tercera vía, que no fuese comunista pero tampoco capitalista, que llamó Justicialista y se mantuvo distante de Estados Unidos y el Imperio Británico.

 Desde un principio, la embajada de los Estados Unidos, activó planes para derrocar al gobierno. Incluso uno de los embajadores de aquel país en la Argentina, se convirtió virtualmente en líder de la oposición y coordinaba los distintos grupos adversos al gobierno. De la misma manera que en estos tiempos se hace en Venezuela y Bolivia, por sólo nombrar dos casos.

 A   través   de  la  mayoría   Justicialista   del parlamento, enmendó la Constitución para legalizar la reelección presidencial inmediata,  lo que le permitió  participar  en  las elecciones de 1951. Los resultados electorales de ese año  sirven para  cuantificar el respaldo popular que había alcanzado Perón. Resultó  reelecto  con un total de 4 millones 700  mil  votos;  2 millones  300  mil por encima de su adversario más  cercano,  el candidato radical.

 Pero  la política peronista estaba inserta en  una contradicción. Mientras  el  desarrollo  industrial  capitalista obligaba  a  aumentar las importaciones  de  bienes  intermedios, maquinarias,  materias  primas, etc., el sector  externo  de  la economía, dependiente de la producción agropecuaria, se mantenía en  estado  de recesión y no producía las  divisas necesarias. La política  monetaria,  destinada a proteger  a la  industria,  la importación de los bienes arriba mencionados, hizo poco  competitivos  los productos exportables  de  la Argentina, circunstancia  que se agravó por el carácter latifundista  de  la propiedad agraria y el desplazamiento inarmónico de la  mano  de obra hacia la ciudad en procura de mejores salarios y servicios.

 El  proceso  sustitutivo,  que  en  los   primeros momentos marchó sobre   rieles,  comenzó   a   tropezar   con dificultades.  Se  redujo  el ingreso de divisas y  con  ello  la capacidad de importar, que junto con las limitaciones del mercado interno   por   la  incoherencia  estructural  de   la economía capitalista  en  la ciudad y con predominio  latifundista  en  el campo,   elevaron  los  costos  industriales  y  se  disparó   la inflación. A partir de este momento, se comenzaron a producir distanciamientos entre Perón y sectores obreros y aquel inició un proceso de entendimiento o acercamiento frustrado, para evitar males mayores con sus eternos adversarios. Pero ya a estos solamente les complacía la cabeza del líder justicialista.

 De  pronto, el porteño comenzó a pensar que  "Dios seguía siendo criollo". 

 ¿Acaso se le apagó la pólvora con la muerte de Evita? ¿No pudo tomar el camino correcto y sólo se le ocurrió entrar en conciliación con los anteriores sus opositores, lo que implicaba alejarse de quienes antes le apoyaron? ¿No pudo romper las relaciones en el campo, ampliar el mercado interno y detener la fuga poblacional de las zonas rurales? 

 Hay una circunstancia significativa y que por eso llama la atención; cuando Juan Domingo Perón, tuvo que salir exiliado, depuesto por los militares argentinos, en su periplo llegó a refugiarse fugazmente en Venezuela; en este país gobernaba Marcos Pérez Jiménez, un férreo dictador, que al movimiento popular y progresista "tenía repartido" entre las cárceles, campos de concentración, exilio, clandestinidad y el más absoluto silencio; donde la tortura y asesinatos formaban parte del pan de cada día; régimen que todavía contaba con el respaldo del Departamento de Estado de Estados Unidos y también estuvo en República Dominicana, donde Rafael Leonidas Trujillo, alias "Chapita", todavía amparado por la aquella misma gente, pues no había entrado en desuso para ella, controlaba hasta la respiración de sus compatriotas.

 Hay piezas que a uno, de vez en cuando, le quedan fuera del rompe cabezas o tornillos que sobran al rearmar el aparato.

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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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