El refranero popular diría, en el entender el asunto de las elecciones estadounidenses, de los candidatos que atraen la atención, por disposición de los medios de comunicación, son el mismo negro con diferente cachimbo. Si le sustraemos la carga racista de la cual Venezuela es portadora, y al refrán nos remitimos, podríamos sustituir lo africano por lo anglosajón.
Si partimos de la idea ya macerada que Mccain es algo como un portavoz o megáfono de Bush, la presencia de Obama en la Casa Blanca, no seria más que un sustituir un blanco por un negro y éste con cachimbo diferente.
¿Siendo así, por qué perdemos tanto tiempo en leer las noticias que del norte nos vienen sobre aquella contienda electoral? ¿Si estamos absolutamente seguros que lloverá esta tarde, por qué hemos pasado el día averiguando sobre los reportes del tiempo, para saber qué hacer con el paraguas?
¿Por qué Chávez expresa que si gana Obama, estaría dispuesto a conversar con él?
El día de mañana, el sol, la luna, las plantas y toda la vida que nos circunda serán distintos.
Si no, comiencen a preguntarle a cuanto puedan, empezando por Heráclito de Efeso. Aquel que sostuvo que "nadie puede bañarse dos veces en el mismo río". Frase aprendida y grabada en las vísceras, en las primeras lecciones de filosofía.
Es insensato pues pensar que de ganar Obama, las cosas serán exactamente iguales como si Bush permaneciese en la Casa Blanca. Si la gente creyese eso, como parecen creerlo algunos con la misma fe de los carbonarios, aquellas sectas de inicios del siglo XIX en Europa, ¿qué sentido tiene la contienda electoral, la gastadera de dinero en campaña – se habla de unos 3.000 millones de dólares- y las situaciones expuestas arriba?
Pensar que no habrá cambios contraviene el pensamiento científico y las corrientes filosóficas modernas. Es muy difícil encontrar hoy, en estos mundos de Dios, alguien que conciba al mundo, naturaleza y hombre como inmutables.
La crisis que ahora azota a los Estados Unidos y al mundo financiero, reclama un cambio, aunque ello signifique girar más los torniquetes. Vean como Bush, uno de los cancerberos del mercado y la libertad de la economía toda, salió apurado a intervenir como agente del Estado para tapar los desagües.
Por eso, no es nada pedagógico, andar afirmando por allí, que después que Bush recoja sus macundales y salga de la Casa Blanca, la política gringa será exactamente la misma. Eso no tiene asidero.
Es verdad, de acuerdo estoy, con lo que muchos dicen que es malo generar falsas expectativas. Pensar que ganando Obama, porque es negro y fuma diferente cachimbo, las cosas mejorarán para el ciudadano americano, el inmigrante sin rostro que allá vive y para el resto del mundo, empezando por aquellos "del patio trasero", es vana ilusión o "vapores de la fantasía". Por lo menos quien esto escribe no espera nada positivo trascendente.
Remitámonos a las ofertas. El senador por Illinois ofrece, dentro de un lapso que pondera como breve, sacar las tropas norteamericanas de Irak para fortalecer el frente de Afganistán. Quien diga que dicha oferta, para sólo hablar de ella, no es un cambio, tendría que revisar el diccionario. Y esa y otras ofertas hace; como la rebaja de algunos impuestos, porque su campaña ha estado atada a la consigna del cambio que ha prendido en el voto popular. Su consigna central ha sido "Change we need". Pero aún así, uno se pregunta, ¿qué inventarán para que esos impuestos entren por otro conducto?
Cambios habrá. Eso es indiscutible. Lo que es probable que no haya, para no ser tan excesivo, ¡por qué la vida da sorpresas!, es mejoras para los pobres del mundo que se deriven de las políticas que Obama implementará. Y podemos afirmarlo por la sencilla razón que eso está en la razón de ser del capitalismo.
Pero es malo asegurar que el combatiente de ayer es lo mismo que el de hoy. Uno debe estar preparado para saber o determinar con prontitud por dónde vienen los tiros.
El torero sale a la plaza a combatir, generalmente con ventaja, contra la "bestia". Le puse comillas, porque muchos que alguna vez han asistido a una corrida, al final no saben si lo de "bestia", es aplicable al toro o al torero y picador. Pero antes el "diestro", ha estado donde los animales encierran, para obtener de aquellos que le tocarán la mayor información sobre sus derrotes o mañas. No quiere sorpresas a la hora de las determinaciones. Y todavía así pasan siniestros. Y observa cada toro de los que le tocaron en "suerte". Porque pese a que todos tienen cuatro cascos y dos cachos o cuernos, son distintos. Tiran a matar; sólo que puede que uno suela inclinarse a la derecha, otro a la izquierda y hasta alguno tienda a levantar el cuello y la cabeza al embestir
El candidato demócrata tiene un reto enorme. El capitalismo está en una fase de gravedad que uno bien sabe que es pasajera, pero que producirá cambios a nivel del planeta y en la conciencia de miles de humanos. La clase dominante exigirá y pondrá sus reglas que son la del sistema. Y el demócrata, estando en la Casa Blanca, las cumplirá cabalmente, pero podría hacer esquinces y marionetas. Pero hasta podría, para quitarse la chapa de ser un afro descendiente, para decirlo a la moda, a quien los dueños del capital deben guardarle reservas, resultar no igual, pero si peor que Bush y Mccain.
Por los pasillos de la Casa Blanca y las calles gringas deambulan los fantasmas de Lincoln, los Kennedy, Martín Lutter King y a Obama no dejan de pellizcar.
Chávez, bien actúa al anunciar su disposición a hablar con el rival de Mccain; por lo menos para hacer lo que los toreros cuando acuden al encierro.
Pero hay que estar muy claros; el voto y los factores e intereses que podrían llevar al senador de Illinois a la presidencia no son los mismos que favorecieron y favorecen a Chávez, Evo Morales o Rafael Correa. Ni aquel, pese su color, está en la piel de éstos. Obama, por encima de todo, es un candidato del sistema capitalista y de capitalistas que no renuncian a hacer todo aquello que redunde en aumento de sus riquezas sin mortificarles mucho nuestros pueblos. No es pensable que el "Change We need", trascienda los intereses imperialistas y las sempiternas normas del mercado.
Pero esto no niega que Obama sea una flauta nueva y eso es un cambio y uno debe saberlo.