La chanza criolla siempre encuentra nuevos elementos para nutrirse, tanto es así que en nuestros barrios, urbanismos, caseríos o comunidades, nunca deja de existir un lugar muy popular donde suelen reunirse los “jodedores” a “gozar un puyero” a costa de los demás, es decir, una esquina, plaza, o árbol frondoso y sombrío, donde aquellos sujetos sin mucha ocupación dedican gran parte de su ocio a divertirse comentando hechos e inventando otros con tal de burlarse de sus vecinos, conocidos o amigos. En esos mismos lugares es donde generalmente a cada persona lo bautizan con un mote o sobrenombre. Recuerdo la esquina de Casa de Zing (el barrio donde nací) aquel lugar, ubicado exactamente donde hoy confluyen las Avenidas Miranda, Revolución, Los Centauros y Carabobo; para aquel entonces era el “llegadero” de las camionetas del transporte campesino durante el día y en las noches el “salón de sesiones” de la juventud lugareña, quienes se conocían y trataban con sus seudónimos y muy difícil era ubicar a alguno por el nombre de pila.
Pues bien esa misma conducta generalizada a nivel mundial ha desatado toda una “jodedera on line” por los efectos de los zapatazos que el periodista iraquí Muntazer Al-Ziadi, quien lanzó sus zapatos a George W. Bush, cuando efectuaba su última visita a Bagdad como mandatario de Estados Unidos. Por ejemplo, ya varios sitios de la red tienen disponible un juego donde usted puede practicar a ver cuantos zapatazos le sacude a Bush en la cara; en otros existe una descripción de los posibles efectos que pudo haber logrado el periodista en el caso de haber acertado; otros dicen que no le atinó pero casi lo tumba por consecuencias del olor; también afirman que el periodista efectivamente lo creyó un perro rabioso (a Bush) y por tanto le tiró el zapatazo, sería por eso que al momento de lanzar los misiles exclamaba: «Este es el beso de despedida, perro». En fin Muntazer Al Ziadi se elevó a la cima de la popularidad por su ocurrente armamento y tan ambiciosa Diana de tiro.
En el sitio web: http://www. juventudrebelde una nota de prensa señala que “mostrar o lanzar los zapatos a alguien es el peor insulto posible en el mundo árabe” y “Al-Ziadi, de quien se dijo estaba furioso con Bush por los miles de iraquíes que han muerto desde la invasión estadounidense de 2003, fue aclamado por manifestantes en su país como un héroe nacional, aunque el gobierno de Bagdad lo calificó de «bárbaro».” Incluso ya “el grupo pacifista Code Pink anunció que llevarán bolsas de calzado a la Casa Blanca el próximo miércoles en solidaridad con el periodista iraquí”… por lo que intuimos, durante los próximos días han de seguir surgiendo las consecuencias de los zapatazos del periodista; entonces no será extraño que algún país árabe decida otorgarle el nombre de “Zapato” o “Muntazer“ a su misil balístico más reciente y muchos de los carajitos árabes nacidos en estos días serán identificados con el nombre del periodista iraqui.
En este continente latinoamericano, donde nadie pela una para aplicársela a otros, los presidentes reunidos en Brasil se montaron en una “chanza cumbrera” y a cada periodista que se acercaba a preguntar le advertían: “- sin zapatazos”; y, seguramente no pocos de ellos, en voz baja, expresaría: “lo que lamento es que no acertó”. Nosotros que estamos más acostumbrados a ver los zapatos como armamentos en manos de las mujeres y que lejos de ser un insulto más bien es la expresión del coraje o impotencia cuando son agredidas, nos imaginamos que de ahora en adelante muchos gobernantes ineficaces temerosos de su seguridad personal y para evitarse “un carajaso en el morro del ojo”, le darán instrucciones a sus custodios o escoltas para que a cada entrada de reunión o despacho coloquen un letrerito con la siguiente frase: “NO SE PERMITE EL INGRESO DE ARMAS DE FUEGO… Y ZAPATOS”. (18/12/2008)
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