En el caso especifico de Kafka, se sabe que la tuberculosis aceleró dramáticamente su final. Sabemos también por las biografías que se han escrito y por las obras que pudo dejarnos, que su ser se desmoronó producto de las conflictivas relaciones que mantuvo con su padre. Esa relación conflictiva aplastó totalmente su humanidad y la tuberculosis lamentablemente se convirtió en el “remedio” que le permitió escapar de ese trauma.
La metamorfosis es calificada con una de sus mejores obras y le sirvió para describir magistralmente (¿se puede decir así?) ese estado de “ser aplastado” en que Kafka se va transformando, por la “autoridad” de un padre que no le daba ninguna libertad para realizase. Kafka terminó sintiéndose una cucaracha. Esa experiencia (metamorfosis) que lo fue paulatinamente consumiendo, transformándolo en cucaracha y asilándolo, fue sencillamente una situación muy particular (no única) que no es una manifestación cultural propia del pueblo judío. Fue una figura o situación que Kafka utilizó para comunicarnos su angustia y como figura, puede utilizarse para comprender un poco la razón de ser del estado de Israel.
El Estado de Israel es hoy en día un estado-cucaracha, producto precisamente de las relaciones de autoridad que ha mantenido con un padre que tiene todas las calificaciones y competencias posibles para crear estados y jefes de estado psicópatas o con condiciones que lo distancien de las cualidades y condiciones que son comunes en cualquiera entidad humana A diferencia del sentimiento de inferioridad, angustia y soledad que embargó a Gregorio Somsa; el estado-cucaracha de Israel, producto de las influencias, asesorías, asistencia y autoridad que le ha conferido el modelito de padre que tiene, siente la necesidad de aplastar, gozar y reírse del mundo con los actos de barbarie que realiza en Palestina.
No hay límite para el estado-cucaracha de Israel al que no se le coloca pauta para la producción y utilización de armas prohibidas. La autoridad para aplastar y masacrar son igualmente ilimitadas y lo peor no es precisamente esta capacidad para imponer esta política de intolerancia y muerte. Eso no es lo peor; el problema peor es el silencio que mantienen líderes y jefes estados que parecen pedir con su silencio la liquidación del pueblo palestino. No hay otra manera de entender ese silencio o esas vocecitas apagadas que balbucean una pronta tregua.
El deseo de algunos humanos no es que el estado-cucaracha de Israel sucumba o colapse producto de la miseria de sus “líderes” y de los abusos de autoridad que su “modelito” de padre comete. No sería ese el final deseado para este estado que hoy asume la condición de estado-cucaracha. Algunos humanos que deambulan por este mundo y que tienen claro el déficit de humanidad que existe, abrigan la esperanza de superar ese déficit humanidad que tenemos con una contundente demostración de fuerza que impida que este estado-cucaracha de Israel continúe con el aniquilamiento del pueblo de Palestina.
Es urgente que el mundo haga realidad una metamorfosis distinta a la generada por el padre del estado de Israel. No pedimos mucho en esta en este proceso; simplemente que ese estado-cucaracha de Israel sienta que los niños y las mujeres son seres especiales entre los humanos y se debe permitir el derecho a la vida a estar con sus padres. ¿Es imposible esa tarea?