El pasado 25 de enero, el pueblo boliviano acudió a las urnas para aprobar mayoritariamente la Nueva Constitución Política del Estado, que al decir del presidente Evo Morales, viene a refundar la nación andina tras largos siglos de colonialismo y saqueo.
Los primeros resultados reflejan que el SI a la nueva Carta Magna superó el 60% de los votos, lo que expresa una nueva reafirmación del respaldo popular al proceso de cambios iniciado en enero 2006. Ya son cuatro las victorias consecutivas de Evo Morales en el marco de elecciones democráticas, aspecto que debemos valorar por su indiscutible legitimidad y avance en la calidad institucional, lo cual también se observa a nivel regional.
Adquiere trascendencia histórica este referendo, por la profundidad de los cambios que contiene la nueva Constitución. El reconocimiento de los derechos de los pueblos originarios, abrumadora mayoría en Bolivia, constituye la principal conquista alcanzada.
El Estado Plurinacional y Pluricultural que comienza a nacer, ratifica la plena vigencia de las numerosas culturas y lenguas que ya no serán marginadas; reafirma la absoluta soberanía del pueblo boliviano sobre sus recursos naturales y estratégicos; recoge el derecho de las autonomías departamentales con una visión integradora, opuesta a los intentos secesionistas impulsados por las minorías históricamente privilegiadas.
La nueva Constitución se compone de más de cuatrocientos artículos que transformarán estructuralmente la realidad de Bolivia. Constituye mucho más que pretensiones reeleccionistas, como intentaron presentarla malintencionadamente los medios masivos de comunicación.
El referéndum del pasado domingo incluyó también un importante plebiscito dirimidor que puso un límite a la propiedad individual de la tierra. La extensión de 5 mil hectáreas como tope final fue votada incluso por aquellos sectores que se opusieron al nuevo texto constitucional. Esto evidenció las profundas convicciones antilatifundistas del pueblo boliviano, y fortalece el proceso de reforma agraria que viene llevando adelante el gobierno del presidente Evo Morales.
El conjunto de observadores internacionales que tuvimos la oportunidad de presenciar la elección, pudimos constatar la plena legitimidad del proceso, convencidos al mismo tiempo de que asistíamos a un acontecimiento histórico, de refundación en nuestra región.
Lo acontecido en Bolivia reafirma cualitativamente el proceso de cambios antineoliberales en la región, porque ha logrado darle sustento constitucional a las transformaciones iniciadas. Nuestra América avanza en un camino no exento de dificultades, con avances y escollos por superar, más aún en el actual contexto de crisis económica y financiera internacional. La intervención de la UNASUR en septiembre de 2008 para frenar la intentona golpista en Bolivia, dio cuenta del nivel de confluencia entre nuestros gobiernos, con la certeza de que se trata de un proceso único en el cual podremos avanzar sólo a través de la integración política y social entre nuestras naciones. En este sentido, todos nos debemos sentir partícipes del gran resultado del referéndum.
El autor es Embajador de la República Argentina