Con esta reciente Cumbre del ALBA nos hinchamos de orgullo al atestiguar la Rebelión de los Presidentes revolucionarios de Nuestra América, en contra del orden imperial impuesto por Estados Unidos a través de la OEA. Esta experiencia subversiva se suma a la que se dio en el marco de la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata, cuando varios Presidentes junto a sus pueblos terminaron de enterrar al ALCA.
La V Cumbre se encontró con una región que ha venido consolidando su orientación de cambio e integración en una forma autónoma de organizarse para alcanzar sus fines históricos. El ALBA ya suma siete países y, junto a la UNASUR, está comenzando a emerger una nueva organización de Estados de América Latina y el Caribe del fragor de las grandes movilizaciones de los pueblos, en favor de la restitución definitiva de su soberanía política.
Las dignas intervenciones de Cristina Fernández, Daniel Ortega y Evo Morales reflejaron la nueva correlación de poder en el continente, dejando en evidencia que en estos años la hegemonía de Estados Unidos en América Latina y el Caribe ha sido fracturada en varios pedazos por los Gobiernos y pueblos revolucionarios. En cambio, el discurso liberal de Obama sobre el olvido y su pretensión cínica de actuar mirando al futuro, con la condición de que no se culpe a su país de todos los males regionales, lo deja al margen de una corriente histórica indetenible. Es más, su discurso denota la habitual mediocridad e ignorancia de los mandatarios yanquis sobre el conocimiento de las realidades del “patio trasero” más rebelde de la historia. Por eso, el que Chávez le haya entregado Las venas abiertas de Galeano a Obama, más que un obsequio, constituye simbólicamente una cachetada moral que todas y todos le propinamos al rostro mismo del Imperio. Ojalá que Mr. Obama aprenda algo de los golpes de los pueblos.
La firmeza de los presidentes del ALBA, junto a la de otros mandatarios que exigieron la presencia de Cuba y el fin del bloqueo, determinaron el fracaso estrepitoso de esta V Cumbre de las Américas. El fracaso se califica en función de que no fueron alcanzados los objetivos pretendidos por quienes la organizaron, entre otras cosas, porque la Declaración se situaba en un tiempo y espacio que fueron desplazados radicalmente por las transformaciones del continente y por la contundencia de la crisis mundial. Es decir, esta Cumbre pasará la historia como el comienzo del entierro definitivo de la OEA, por no ser el organismo que expresa legítimamente a los pueblos de América Latina y el Caribe.
No obstante este fracaso, la Cumbre de Puerto España sirvió de escenario para proyectar al mundo el peso específico del ALBA, como punta de lanza del cambio de época. Asimismo, se constituye en un punto de partida estratégico para democratizar las relaciones de la región con Estados Unidos, sobre la exigencia de respeto desde la igualdad soberana de los Estados. Esto ya se ha estado traduciendo en los consecutivos rechazos y reveses que ha sufrido la política estadounidense cuando busca imponernos sus condiciones e iniciativas imperiales.
En definitiva, la Rebelión de los Presidentes representó en este contexto, la concreción contemporánea del sueño y la práctica libertaria de Simón Bolívar. A Obama no le quedó más que cargar a cuestas otra derrota de la llamada Doctrina Monroe, porque supimos oponer Nuestra América a la América que no es nuestra.
Caracas, sábado, 18 de abril de 2009
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