¿Es el MERCOSUR la vía a una verdadera Integración Regional?

La genuflexión y la miopía frente a los capitales “regionales”

Algunos del sistema económico imperante pretenden hacernos creer que el MERCOSUR (Mercado Común del Sur) es el único camino para la Integración Regional. Por esta razón, los defensores de esta idea buscan lograr, de manera desesperada, que Venezuela sea aceptada y reconocida plenamente por los parlamentos de Brasil y Paraguay en el MERCOSUR. Sin lugar a dudas, la oposición de los parlamentos de los países mencionados a que Venezuela forme parte plena de este mecanismo económico “regional” obedece a un chantaje político sin sentido. Este artículo pretende aclarar algunos punto que nos permitirán  contribuir a generar una mejor comprensión acerca de los peligros que  esconde el mecanismo propuesto.

El ALCA, el TLC, el MERCOSUR y el ALBA, son las principales iniciativas de asociación regional actualmente muy debatidas en América Latina. Las tres primeras (ALCA, TLC y MERCOSUR) atienden a la lógica de la libre competencia. Los objetivos fundamentales que todas ellas persiguen son “la eliminación de las barreras arancelarias y las restricciones para abaratar los costos de sus productos y estimular la competencia en la región que permita sustituir la producción nacional ineficiente”. Aunque todas ellas planteen distintos mecanismos para hacer frente a la realidad de los mercados de la región. Ninguna de ellas puede resolver los problemas medulares de los países en donde se conjugan, además de colapsos económicos, corrupción y convulsiones políticas que han provocado rebeliones sociales. Pero la pregunta que valdría responder en este momento sería ¿Qué tipo de integración podría emerger bajo las diferentes realidades, peculiaridades políticas y asimetrías económicas  en Latinoamerica?

Han transcurrido más de dos décadas desde la aplicación en Latinoamérica del modelo neoliberal, y sus efectos aun siguen siendo devastadores para la sociedad y la economía de la región. Las políticas de privatización de las empresas públicas; la desregulación; el desmontaje del aparataje y las instituciones que estructuran a los Estados nacionales; el amoldamiento del ordenamiento jurídico de los países a los requerimientos e intereses foráneos; la primacía del interés del capital por sobre el interés nacional, todas ellas han provocado un gran desbarajuste en la economía de la Región. 

En América Latina al neoliberalismo se le conoce también como neocolonialismo. La primera etapa del colonialismo fue la apertura de las venas de América Latina, a decir de Eduardo Galeano, correspondió al pillaje de materias primas, la exportación de recursos brutos. La segunda etapa del colonialismo comprendió en la destrucción del Estado. Que, según la periodista norteamericana Naomi Klein, en una reciente intervención publicada por la página web: Rebelión.org el día 05-04-2007 -y presentada por Amy Goodman, de Democracy Now— en ocasión de la presentación en Nueva York del primer libro de Jeremy Scahill, "Blackwater: The Rise of the World's Most Powerful Mercenary Army", refiere lo siguiente: “Todo lo construido a partir de la Gran Depresión y durante los años de gran crecimiento económico de la posguerra –sistemas de seguridad social y de educación, carreteras, ferrocarriles— es realmente lo que se liquidó en Chile con ayuda de los Chicago boys: el saqueo, a cielo abierto, del Estado mismo”. (Klein, 2007)

Pero las consecuencias de este esquema están a la vista de todos. En el terreno financiero, el principal efecto de esa política ha sido el aumento de la vulnerabilidad económica. Los ciclos de prosperidad y crisis han quedado más sujetos que en el pasado a la acumulación y salida de los capitales externos. Cuándo la rentabilidad decrece en los circuitos bancarios o bursátiles de las economías avanzadas, fondos especulativos arriban a la región y cuándo esta tendencia se revierte retornan a sus lugares de origen. Este vaivén provoca agudas turbulencias.

El economista y profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA), investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Claudio Katz, refiriéndose al tema apunta lo siguiente:

“Las consecuencias de este esquema están a la vista. En el terreno financiero, el principal efecto de esa política ha sido el aumento de la vulnerabilidad. Los ciclos de prosperidad y crisis han quedado más sujetos que en el pasado a la afluencia y salida de los capitales externos. Cuándo la rentabilidad decrece en los circuitos bancarios o bursátiles de las economías avanzadas, fondos especulativos arriban a la región y cuándo esta tendencia se revierte retornan a sus lugares de origen. Este vaivén provoca agudas turbulencias (…) Pero bajo la superficie de cierta calma, el problema de la deuda externa no ha quedado resuelto y los desequilibrios que condujeron a la cesación de pagos no se han disipado (…) El monumental default que protagonizó la Argentina no fue un hecho excepcional. Afectó anteriormente a otros países (Ecuador, Perú, Bolivia, Brasil, México) y su repetición será una posibilidad siempre latente mientras continúe la acumulación de pasivos impagables... La refinanciación constante de estas deudas se ha tornado más gravosa con la nueva política de superávit fiscal, que los países latinoamericanos implementan para pagar intereses y reducir pasivos con organismos multilaterales... El neoliberalismo potenció también en la órbita comercial la fragilidad de la región. Mediante una drástica apertura se afianzó el papel subordinado en la división internacional del trabajo y se consumó la desarticulación del viejo complejo industrial a favor de las actividades de ensamblaje que realizan las grandes corporaciones. Estas compañías lucran con la fuerza de trabajo abaratada y con la completa ausencia de regulaciones ambientales”. (Katz, 2005)

Estas palabras han demostrados su veracidad histórica. El derrocamiento y la caída de varios regímenes cómplices de los grandes capitales, y de intereses foráneos, a manos de los pueblos constituyen una prueba fehaciente del fracaso del neoliberalismo. Las sublevaciones populares que conmovieron al Ecuador (1997), Perú (2000), Argentina (2001) y Bolivia (2003) constituyen un acontecimiento muy significativo que incidieron también en los repliegues electorales que sufrieron  las fuerzas políticas de derecha en Venezuela, Brasil, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Argentina, etc.

El ALCA no es más que la continuación de esas medidas neoliberales aplicadas a los pueblos del sur. Convenio que intenta reforzar la supremacía estadounidense mediante una asociación “privilegiada” de las corporaciones del Norte con los grupos exportadores de Latinoamérica. Aunque no ha prosperado en su modalidad original debido a las resistencias populares y el látigo denunciante encabezado los gobiernos de izquierda (en especial Cuba y Venezuela), agregando además, el rechazo propinado por los sectores económicos menos desarrollados y más dependientes de los mercados locales y por los peligros inherente al tratado, han terminado por influenciar a la región en su contra, pero no han podido detener sus modalidades a través de los acuerdos bilaterales muy bien conocidos como los Tratados de Libre Comercios (TLC), que no dejan de ser también objetos de fuertes cuestionamientos.

El MERCOSUR (Mercado Común del Sur) se define como bloque comercial cuyo propósito es el de promover el libre intercambio y movimiento de bienes, personas y capital entre los países que lo integran y avanzar a una mayor integración política y cultural entre sus países miembros y asociados. Esta organización ha surgido como la expresión de la expansión y, por ende, de la reproducción de los capitales regionales Latinoamericanos. Pero hoy en día, afirmar que el MERCOSUR es expresión únicamente de los capitales regionales, corresponde también a un contrasentido. Si admitimos la influencia del capital transnacional sobre ella, especialmente de capitales norteamericanos, la aceptación a esta idea no sería tan traumática. Así lo demuestra Luis Dallanegra Pedraza, en su trabajo titulado: “Tendencias del relacionamiento en el MERCOSUR”. que estudia a una serie de importantes empresas de el Brasil cuyos accionistas mayoritarios son  de capitales norteamericanos. (Dallanegra, 2003). Además es importante recordar que el 18 de diciembre de 2007  el MERCOSUR e Israel suscribieron un Tratado de Libre Comercio (TLC) y algunos grupos politicos regionales hacen Lobby's para intentar un TLC con EUA, acción que algunos movimientos políticos de la región hemos catalogado como “Caballo de Troya”. (ver: www.rebelion.org/noticias/2007/12/61057,pdf)

En contrapropuesta a los mecanismos regionales antes mencionados se plantea necesario otro tipo de mecanismo de integración basado en los principios de solidaridad y complementación económica, cuestión que sólo será posible cuando los Estados y sus gobiernos actúen bajo otra óptica distinta al capitalismo, subordinando lo económico a lo político. En este sentido se encamina el ALBA.

El ALBA se fundamenta en la creación de mecanismos para fomentar ventajas cooperativas entre las naciones que permitan compensar las asimetrías existentes entre los países del hemisferio e intenta atacar los obstáculos que impiden la verdadera integración. El ALBA aspira a construir consensos, para repensar los acuerdos de integración en función de alcanzar un desarrollo endógeno nacional y regional que erradique la pobreza, corrija las desigualdades sociales y asegure una creciente calidad de vida para los pueblos. El ALCA pretende la integración de los mercados. El ALBA busca la integración de los pueblos; el ALCA se sustenta por los valores del capitalismo, el egoísmo, el lucro. El ALBA sustenta los valores de la solidaridad y la cooperación. Si el reconocimiento de Venezuela dentro de esta “comunidad de mercado de capitales” es prácticamente un hecho como algunos nos aseguran. ¿Alguien habrá estudiado el cómo hacer frente a las consecuencia que se nos avecinan? ¿Es la reducción arancelaria y la eliminación de toda restricciones el camino para el desarrollo de nuestras económicas y de la región? ¿Son los capitales “regionales” y nuestras burguesías “nacionales” nuestros aliados para el desarrollo? ¿Es necesario cumplir con estas etapas planteadas del desarrollo del capitalismo para la integración regional? ¿Cómo queda el socialismo en todo esto? ¿Es la Unión Europea un ejemplo de Integración cuando hoy se habla de crear restricciones dentro de sus mercados? Estas preguntas deben ser respondidas amen de conocer a ciencia cierta y reflexionar sobre nuestro rumbo a tomar.

En conclusión, se nos plantean dos alternativas contrapuestas para la consecución de los objetivos de la integración regional y el desarrollo endógeno: La primera, es basada en el papel protagónico del sector privado, ligada a la privatización y liberación de todos los mercados (energía, comercio, etc.), prevista en los acuerdos del ALCA y los TLC. La segunda, basada en el papel protagónico y rector de los Estados nacionales de la región, que se unen para complementar sus las potencialidades y desarrollos,  objetivos que sólo están previstos y serán posible alcanzar bajo los acuerdos del ALBA. Sin dudas, ambas persignen la integración, pero siempre olvidamos preguntarnos sobre qué tipo de integración más conviene a nuestros pueblos.  



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Basem Tajeldine

Marxista. Investigador de temas geopolíticos internacionales en el Centro de Saberes Africanos. Moderador del programa VOCES CONTRA EL IMPERIO, RadiodelSur y RNV.

 basemtch@gmail.com      @BasemTajeldine

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